Javier Goñi es el gerente general de Ledesma y el presidente del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), una agrupación que reúne a más de 200 grandes, medianas y pequeñas firmas.
Ayer se dieron a conocer los resultados de la encuesta que realiza dos veces al año la consultora D’Alessio IROL entre los ejecutivos miembros de IDEA, en donde el 68% de los sondeados admitió que en el primer semestre del año le fue peor que en el periodo anterior. El dato contrastó con el récord de optimismo que habían dado las expectativas para los próximos meses en la encuesta anterior, realizada en octubre pasado.
-¿Por qué hubo tanta diferencia entre las expectativas que tenían los empresarios el año pasado y lo que finalmente ocurrió?
-Sin dudas la realidad fue peor que las expectativas. Pero quiero destacar que la economía venía con un crecimiento bueno al fin del año pasado y con una inercia que todos pensábamos que iba a continuar. Los hechos que dispararon esta crisis cambiaria -que fue la sequía, el tema de las tarifas y el aumento de la tasa de interés en Estados Unidos- hizo que el primer semestre fuera peor que las expectativas. De la encuesta, mirándola en profundidad, rescato que las expectativas para los próximos meses vuelven a ser positivas y eso es interesante. El 51% de los encuestados dice que va a estar mejor, incluso más positivo es el sector de la industria que el de los servicios.
-¿Qué rescata de estos últimos meses y qué le preocupa?
-Entre las cosas que se hicieron bien está el acuerdo con el FMI . La sociedad argentina entendió lo importante que fue el préstamo como seguro para evitar una crisis mayor. Además, que la Argentina haya entrado como mercado emergente es una señal muy importante para el futuro. Por supuesto que a todos nos preocupa la inflación y las tasas de interés, que es importantísimo para la actividad que comiencen a bajar. La devaluación, que si bien por una parte tiene un efecto positivo, al ser tan repentina genera complicaciones. La encuesta refleja lo que está pasando: un primer semestre que estuvo por abajo de lo que se esperaba, pero que se siguen manteniendo las expectativas positivas para adelante. Creo que la cosecha fina que está viniendo para fin de año será buena y eso va a ayudar. Los proyectos con participación pública-privada (PPP), entre lo que es la obra pública y la infraestructura, también van a ser positivos. Además creemos que el consumo mejorará, que si bien no venía de un crecimiento fenomenal, venía creciendo.
-Pero también la encuesta señala que son pocas las empresas que creen que habrá creación de empleo, aumento de ventas y mejora en la rentabilidad.
-Todos sabemos, y lo escuchamos de la palabra del ministro [de Producción] Dante Sica , que tenemos que pensar que en el próximo semestre vamos a tener tasas altas, con inflación y desaceleramiento. Mirando para adelante, veo a fin de año un recupero y un repunte. Si el dólar también se llega a estabilizar, que en estos días pareciera, es una buena señal para tranquilizar a los mercados y para bajar las tasas, porque con estos niveles en los que estamos hoy ningún negocio es viable.
-Y mirando al año próximo, ¿cómo ve el panorama en un año electoral y el objetivo de llegar al 1,3% del déficit fiscal?
-El compromiso del Gobierno de bajar el déficit fiscal es una buena señal para todos. Si se ponen firme en eso y lo hacen en forma inteligente -que creo que está previsto en el acuerdo con el FMI que haya un espacio de contención social por lo que pueda generar la baja del déficit- es una buena señal. Un déficit bajo hará que la Argentina sea más competitiva y permitirá que los empresarios tengamos una mejor previsibilidad. El déficit fiscal, en definitiva, es la madre de todos los problemas. Es bueno que haya una meta estricta y que haya una vocación concreta, que es lo que noté con los ministros con los que hablé estos días y con el llamado a los gobernadores. Creo que el consenso es el camino.
-¿Hubo un cisne negro?
-Fue un cisne negro. El Presidente de hecho lo reconoció el otro día en el discurso por el Día de la Independencia, hay errores internos, no hay ninguna duda, pero se combinó con una serie de factores que no eran esperados. Los mismos errores, con otros factores, hubieran tenido un efecto más atenuado. Combinado con estos factores se generó una mini tormenta perfecta.
-¿Es una buena señal los cambios en el gabinete?
-Es una buena señal. Al ministro Dante Sica lo conozco porque trabajaba con nosotros en IDEA y conoce mucho de industria y es alguien que entiende mucho de la realidad del interior del país. Él dijo que le iba a dar más dinamismo a las políticas y más velocidad. Yo lo veo positivo.
Publicado en La Nación el 11/07/2018