Los problemas existen para los clientes y las empresas.
No importa si se trata de la pérdida de una tarjeta, la denuncia de un hackeo, un artefacto que dejó de funcionar, o simplemente pedir un turno para un trámite público o privado. Hoy, el pasaje obligado suele ser la app.
Y claro, puede ser rápido, eficiente y más rentable.
Pero el cliente necesita a otra persona del otro lado cuando algo no está bien.
En nuestros estudios, cuando analizamos cómo lograr que un cliente reitere su preferencia por una empresa, o cómo reducir la dependencia de promociones, volvemos siempre al mismo punto: la conexión humana, especialmente cuando algo falla.
Dos datos contundentes de nuestro último Tracking de Medios de Pago
D´Alessio IROL’25®: el 93% de los usuarios tuvo algún problema en los últimos meses (de distintas intensidades). La mayor parte no pudo, o le fue muy difícil, resolverlo porque no encontró quién lo escuche ni le facilite los pasos a seguir.
Ese es el talón de Aquiles.
La experiencia positiva no se construye solo cuando todo fluye, sino en cómo se resuelven los quiebres.
Ahí se define si ese cliente vuelve.
O se va para siempre.