“Es como tener un granito, casi no te das cuenta de que lo llevas”

Lo dice Nicolás Batsios, un porteño de 33 años que hace cuatro meses se implantó dos chips, uno en cada mano.:
“Hace 4 meses me puse dos implantes NFC. La sensación es similar a un granito en cada mano. Al principio es extraño, lo tocás a cada rato, pero en unas pocas semanas ya casi no te das cuenta de que lo llevas metido bajo la piel”, cuenta Nicolás Batsios, un porteño de 33 años que se sumó a la tendencia.
“El chip viene dentro de una jeringa, que hace de aplicador. Yo no me animé a inyectarlos, me daba impresión, así que le pedí a un amigo que me ayudara. Es apenas un pinchazo”, recuerda. Para aquellos que tienen aprensión a insertar este chip bajo la piel, también hay anillos y piercings que cumplen la misma función.
Como Batsios se dedica a la seguridad informática, investigó durante varias semanas cúal era el mejor y lo encargó a un vendedor de China. “Yo los utilizo como método de autenticación, para agendar información y guardar claves. Pero puede servir también para abrir puertas o guardar tu historial médico. Y si sufrís un accidente, el médico que te atiende podría saber, con solo apoyar un lector en tu mano, tu tipo de sangre y si sos alérgico a determinados medicamentos o tu obra social. Lo podés programar desde la computadora o el celular”, detalla.
En nuestro país Batsios es un pionero, pero no es el único. Un estudio de la consultora D’Alessio IROL, sobre una base de 380 argentinos, refleja que si bien no todos están dispuestos a instalar uno de estos chips en su cuerpo, no hay dudas de que se trata de una tecnología que llegó para quedarse. Ante la pregunta si aplicarían un chip subcutáneo a sus hijos, 7 de cada 10 personas evaluarían la posibilidad. La mitad de los consultados lo haría para monitorear cuestiones relacionadas con la salud. La mayoría lo haría para almacenar sus datos médicos. La otra razón más elegida sería para poder rastrearlo, por si se pierde o lo secuestran. Además, tres de cada 10 personas evaluarían la posibilidad de utilizar chips como localizador, ante la posibilidad de ser víctimas de un secuestro.
Pero sólo la mitad de los encuestados se lo implantaría.

Vivir a mil no es vivir por mil

La velocidad con que sentimos que transcurre el tiempo no tiene precedentes. El 70% de los argentinos dice que “no le alcanzan las 24 horas del día”. Sin embargo, actuamos a medias, “total mañana será otro día”.

En agosto del 2014, la consultora D’Alessio IROL, realizó una encuesta* en la que 7 de cada 10 argentinos indicaron que “les quedan tareas pendientes al finalizar el día”, y sólo un 16% señaló que “le sobra tiempo para el ocio”.
Según la encuesta, al terminar la jornada, los sentimientos que predominan en la mayoría de las personas son el agotamiento y el estrés. Hayamos sido encuestados o no, sabemos exactamente de qué se trata ésta sensación, repetimos cual mantra “el tiempo es corto, no alcanza, siempre estoy corriendo”. Y por supuesto, lo que decimos lo padecemos, lo creamos y recreamos diariamente.

Vivimos a mil, es cierto, pero no vivimos por mil. Vivimos en la superficialidad del ahora, tan preocupados por “lo que se termina” o “lo que va a venir” que apenas tomamos conciencia de quiénes somos, qué hacemos, y dónde estamos en el presente. Sin embargo, saber qué nos pasa AHORA es fundamental para ajustar las velas de nuestro barco, y poder orientarlo hacia ese norte que estamos buscando.

Vivimos a mil, ya lo creo, pero no vivimos por mil. Por las mañanas, apenas nos despertamos ya sentimos que “el tiempo se nos escapa” pero no somos coherentes con lo que eso realmente significa. No tomamos conciencia que este minuto puede ser el último, y que quizás mañana todo se terminará. Si lo hiciéramos, sería altamente probable que nuestras acciones, y vínculos estuvieran orientados a lo que para nosotros es valioso, verdadero, importante. Seguramente, muchos estaríamos en otro lugar, veríamos a otras personas, conversaríamos de otras cosas. Malgastamos las horas propias, “total mañana será otro día” y por si fuera poco abusamos del tiempo ajeno de clientes, proveedores, amigos ya que “los otros pueden esperar”. Nos creemos eternos, y nos pensamos siendo los únicos importantes en el Universo.

Las palabras comprometerse, involucrarse, jugarse, servir, aparecen en el diccionario de la RAE, nosotros no las aplicamos. Para muchos sólo hay que aparecer, aparentar que estamos ahí, simular que somos algo que en realidad no somos, vender espejitos de colores. Lo importante es sólo lo propio. Políticos de turno, empresarios, docentes, profesionales, comerciantes, estudiantes, lo que nos toque ejecutar, preferimos retacearlo, porque creemos que “mañana seguiremos remando” o que “esa respuesta, ese compromiso puede esperar”.

Vivimos a mil, no vivimos por mil. Estamos más angustiados por “el tiempo del reloj”, que ocupados en vivir minuto a minuto, segundo a segundo entregando lo mejor que sabemos hacer. Nos encanta juzgar, criticar, ser directores técnicos. Algunos hasta transitamos las horas midiéndolas y cuantificando cuánto fuimos capaces de producir. Sin embargo, todos sabemos que al hacerlo, cumplimos a medias, trabajamos como podemos, y llegamos apenas hasta ahí ocupándonos de la cantidad; ¿la calidad? después llegará.

Hacemos múltiples tareas a la vez, sin darnos cuenta que es más efectivo focalizar, dar el 100% de nuestra atención, a quién está frente a cada uno de nosotros en este momento. Vivimos a mil, corremos… hasta que un buen día fallece el amigo entrañable, el vecino de la infancia que tenía tu misma edad, con el que compartías juegos, confidencias, momentos que ya no volverán. Y entonces, sólo entonces, nos damos cuenta que en vez de preocuparnos porque “no alcanza el tiempo” deberíamos ocuparnos viviéndolo de la mejor manera posible, al mil por ciento, porque se trata de un regalo.

¿Qué harías hoy, dónde estarías, qué dirías… si supieras que sólo te quedan 24 horas de vida? Y si te quedara una semana de vida, un mes, un último año ¿qué harías, dónde estarías, de qué hablarías? Estas preguntas pueden ayudar a reencauzar la brújula de nuestros proyectos. ¿Nos animamos? Cambiar el rumbo, ajustarlo, a veces da mucho miedo. Sin embargo, todos sabemos que ahora es el único momento que realmente existe y en el que podemos accionar al cien por ciento.

* Link a la Fuente D’Alessio IROLhttp://goo.gl/2EC1lx

Tras haber colocado 80.000 plásticos, el Citi lanza la Visa Women

Apuntar al competitivo segmento ABC1, menos volátil y con un consumo (alto) sostenido a pesar de los vaivenes de la economía, es la estrategia de negocios que siguen los bancos. En ese segmento, las mujeres son especialmente importantes: el 80% del consumo del hogar es generado por mujeres y el 70% de las compras con tarjeta es influenciado por el género.
Por eso después de un año y medio de haber lanzado la MasterCard Women y haber colocado unos 80.000 plásticos, el Citibank lanzó en octubre la Visa Women.
Para esposas de hombres de alto poder adquisitivo, empresarias y empleadas de todas las edades y con ingresos superiores a $7.000, ahora podrán acceder a las cuatro versiones de la Visa Women: Classic, Gold, Platinum y Signature. “La idea es ampliar las posibilidades de cobertura”, dijo Lucrecia Cornejo, gerente de Marketing y Comunicaciones de Banca de Consumo del Citibank. “La expectativa es acompañar los objetivos de adquisición que tenemos sobre nuestras propias clientas para hacer el switch. No está enfocado a open market, aunque va a atraer”, agregó.
En el Citi esperan terminar el verano con unos 100.000 plásticos Women de las dos emisoras. Las características de ambos logos serán los mismos, salvo que la Visa Signature incorpora un seguro por pérdida de equipaje y amplía el servicio de concierge personal. Los costos de renovación anual van desde los 544,50 a 2.783 pesos por año.
En un mercado tan competitivo como el del ABC1 bancarizado, los bancos tienen que sostener una “estrategia de push”, dijo Cornejo. Porque las personas del segmento ABC1, que ocupa el 8% de la población, son difíciles de retener como clientes. No son exclusivos de ningún banco, sino que entre tres y cuatro marcas se disputan su share wallet. Se estima que cada individuo tiene 2,5 tarjetas en promedio.
“Son tan mercenarios con los descuentos como todos los otros segmentos”, dijo Nora D’Alessio, vicepresidente de la consultora D’Alessio Irol. “Utilizan muchos medios para averiguar antes de comprar. Como son muy codiciados por todas las empresas, las promociones de tarjetas le llegan más a este segmento”, agregó.
Por eso una de las mejores ideas de marketing del Citibank fue lanzar al mercado la tarjeta Women. Alcanzó el 1,5% del share del ABC1 ofreciendo promociones, beneficios (es muy fuerte la promo 50% en peluquerías) y experiencias para la mujer (invitaciones al teatro, charlas). Hoy la Women mueve el 10% de los consumos con tarjetas del Citi cuando se lanza una promoción fuerte y 8% promedio.
El éxito de Women se debe a que ahora las mujeres tienen en su billetera una tarjeta propia y que además las representa. La tarjeta con corazones refrescó la imagen del banco. Y el producto es tan exitoso que la idea se está exportando a Uruguay y Colombia. Los plásticos actuales fueron solicitados en un 34% por mujeres que se acercaron al banco, 26% por clientes que tenían otros productos en el banco y el resto por upgrades y adhesiones de tenedoras de tarjetas. “Impulsó a los maridos a que saquen cuenta en el Citi”, dijo Cornejo.

Polémico proyecto para mantener a los hijos hasta los 25 años

De aprobarse la iniciativa impulsada por el Gobierno, el beneficio sería para aquellos que todavía estudien. En la actualidad esa obligación vence a los 21 años, y una encuesta revela que la mayoría de los padres cree que la medida extenderá la adolescencia de los jóvenes

La reforma que promueve el Poder Ejecutivo será enviada en las próximas semanas al Congreso. La norma fue pensada para una Argentina en la que todas las edades se han retrasado: las personas adultas viven más, los embarazos llegan más tarde y los hijos retrasan su ida de la casa paterna.

Pero como si todo eso no bastara, también es un país en el que los jóvenes son el principal blanco de la desocupación según datos del INDEC, mientras que el índice general de desempleo es del 6,7 %, entre las mujeres de menos de 29 años trepa al 16,7 %, y 11,9 % para los hombres. Y en la Capital Federal y el GBA, llega casi al 20 por ciento.

Nelly Minyersky, abogada de familia y una de las expertas que participó de la redacción del anteproyecto, explica que “este artículo se basa en el principio de solidaridad familiar. Lo que se busca es continuar la responsabilidad con quien se ha compartido un proyecto de vida, y ese hijo que está estudiando seguramente ha sido impulsado por los padres”.

El espíritu de esta iniciativa, según explicaron los juristas que escribieron el texto, es que la ley refleje lo que sucede con una clase media que suele financiar a sus hijos hasta que terminen los estudios. Aunque a pesar de esto es necesaria una norma porque los antecedentes indican que los aportes se cortan cuando los padres están separados y entonces, en la mayoría de los casos, cuando los hijos cumplen 21 la madre es la que termina haciéndose cargo de todos los gastos. Para redactar este artículo, los juristas se basaron en una infinidad de casos en los cuales la Justicia ya dictaminó a favor de mantener a los hijos hasta los 25 años.

Pero el cambio ya genera polémicas, y para la psiquiatra y psicoanalista Graciela Onofrio, “cada vínculo filial va a definir los límites del amparo económico”. En diálogo con el diario Clarín, agrega que “no necesitamos un padre más poderoso en épocas de paternidad tardía, porque corremos el riesgo de obligar a un padre jubilado a sostener a un hijo adulto sólo por el efecto de una ley. Así se corre el riesgo de fabricar hijos adultos “botines de guerra” de relaciones exconyugales disfuncionales”.

En la otra vereda el doctor Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, defiende con firmeza la aprobación de la iniciativa: “Es muy difícil desarrollarse sin el apoyo familiar en una sociedad tan competitiva. Porque ésta es una sociedad filicida donde los jóvenes están desprotegidos, y por eso me parece importante el cambio”.

De acuerdo con un sondeo de la consultora D’Alessio IROL, para la mayoría de los padres una medida así mantendrá a los hijos durante un lapso más prolongado en la etapa de adolescencia. La reforma establece como condición que los hijos vivan con sus padres, que no cuenten con recursos propios y que estén estudiando. Algo por lo cual queda claro que de recibir luz verde en el Congreso será un beneficio sólo para un segmento reducido de la población.

Por ley, los hijos serán mantenidos por sus padres hasta los 25 años

Eso ocurrirá si prospera un proyecto del Gobierno nacional. Será para los que estudian. Ahora esa obligación vence a los 21 años.

Fue a mediados de la década del ‘70, cuando un grupo de chicos de ropas rotosas y pelos parados escandalizó al mundo y le devolvió un poco de sangre al rock and roll.

El punk gritaba que no había futuro y mejor era morir antes de los 25. Cuarenta años después, la mayoría de ellos sigue vivo, se transformó en parte de aquello que odiaba y se preocupa porque a los 25 sus hijos todavía siguen en casa.

El Código Civil, el que rige la vida cotidiana de todos nosotros, fue escrito en 1869 cuando los muchachos de antes ni siquiera imaginaban la gomina.

La reforma que impulsa el Gobierno nacional –que será enviada en las próximas semanas al Congreso– intenta ponerlo a tono con un mundo en el que los “indignados” ya no pelean por cambiarlo sino por no quedar afuera.

El artículo 663 de este nuevo Código intentará establecer que mientras los hijos sigan estudiando los padres tendrán la obligación de mantenerlos hasta los 25 años (ahora es hasta los 21) .

La norma fue pensada para una Argentina en la que todas las edades se han retrasado: los viejos viven más, los embarazos llegan más tarde y los hijos retrasan su partida. Pero una Argentina en la que también los jóvenes son el blanco dilecto de la desocupación.

Según datos del INDEC, mientras que el índice general de desempleo es del 6,7 %, entre las mujeres de menos de 29 años trepa al 16,7 %, y 11,9 % para los hombres.

En Capital y GBA, llega casi al 20 %.

“Este artículo se basa en el principio de solidaridad familiar”, explica Nelly Minyersky, abogada de familia y una de las especialistas que participó de la redacción del anteproyecto. Y agrega: “Lo que se busca es continuar la responsabilidad con quien se ha compartido un proyecto de vida. Ese hijo que está estudiando seguramente ha sido impulsado por los padres”.

El espíritu de esta norma, explicaron los juristas que escribieron el texto, es que la ley refleje lo que ocurre con una clase media que suele financiar a sus hijos hasta que terminen los estudios. ¿Pero por qué hace falta una ley? Porque los antecedentes indican que los aportes se cortan cuando los padres están separados y entonces, en la mayoría de los casos, cuando los hijos cumplen 21 la madre es la que termina haciéndose cargo de todos los gastos . Para redactar este artículo, los juristas se basaron en una infinidad de casos en los que la Justicia ya dictaminó a favor de mantener a los hijos hasta los 25 .

El cambio ya genera polémicas. Para la psiquiatra y psicoanalista Graciela Onofrio, “cada vínculo filial va a definir los límites del amparo económico.

No necesitamos un padre más poderoso en épocas de paternidad tardía ; corremos el riesgo de obligar a un padre jubilado a sostener a un hijo adulto sólo por el efecto de una ley . Corremos el riesgo de fabricar hijos adultos “botines de guerra” de relaciones exconyugales disfuncionales”.

María Esther de Palma, de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar, coincide: “Yo no estoy de acuerdo. La intención puede ser buena pera la realidad es que la mayoría de los padres separados tiene dificultades para mantener dos casas”.

De acuerdo con un sondeo, de la consultora D’ Alessio IROL, para la mayor parte de los padres una medida así mantendrá a los hijos más tiempo en la etapa de adolescencia (Ver infografía) .

En el otro extremo, el doctor Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, es un firme defensor de esta norma: “ Es muy difícil desarrollarse sin el apoyo familiar en una sociedad tan competitiva.

Es una sociedad filicida, los jóvenes están desprotegidos, por eso me parece importante el cambio”.

La reforma establece como condición que los hijos vivan con sus padres, que no cuenten con recursos propios y que estén estudiando.

Por eso, más allá de los puntos a favor y en contra, lo cierto es que es una norma para público reducido. Desde hace décadas, estudio y trabajo ya no vienen con garantía de inserción social.

Una inversión mínima de $ 1.400

La pregunta del millón es: ¿Qué costo tiene para los padres mantener a sus hijos hasta los 25 años?

O puesto en otros términos: ¿Cuánto es lo que tienen que invertir? Martín Tetaz, economista, profesor e investigador en la Universidad Nacional de La Plata, lo explica: “En primer lugar hay que computar el costo de la canasta básica alimentaria para un joven de entre 21 y 25 años. De acuerdo a los informes metodológicos del INDEC, un varón de esa edad requiere 2.860 calorías diarias, mientras que una mujer necesita como mínimo 2.000. Para el INDEC, el costo de la canasta básica para un adulto era en febrero de $ 209,98 pero, como es sabido, esos números no son confiables. Por fortuna la Dirección de Estadísticas de la provincia de Santa Fe continúa publicando un índice de precios de alimentos, usando la misma metodología que tenía el INDEC antes de la intervención. Según esos datos, el costo es de $ 371,16”.

Y sigue: “Hay que contemplar también otros gastos, además de los alimentarios. Para arribar al costo de la Canasta Básica Total, el INDEC calcula que el 45% del gasto por adulto en el hogar es en alimentos, de modo que hay que agregar un 55% de otros gastos, lo que eleva la canasta total a los $823,97. Pero ese es el costo mínimo necesario para que un adulto no caiga debajo de la línea de la pobreza”.

En las clases medias, los gastos en comida -que son mayores- solo representan en promedio un 35% del gasto total del hogar.

Así, para los hogares con ingresos que van entre los $ 3.580 y $ 8.000 mensuales se necesitan $1.399,09 para mantener a un joven que tiene entre 21 y 25 años, concluyó Tetaz.

Fernando Blanco Muiño, de la Unión de Consumidores de Argentina, calcula un presupuesto mayor. “Entre la prepaga (500 pesos), la telefonía celular (150), los viáticos (150), el esparcimiento (600), la vestimenta (250) y los materiales didácticos (200) la cuenta sube a los 4.200 pesos mensuales, con alimentación y educación incluida”.

El cálculo del experto fue realizado en base a un hogar urbano, con ingresos superiores a los 12.000 pesos.

Hasta el momento, la obligación de los padres “comprende la satisfacción de las necesidades de los hijos en manutención, educación y esparcimiento, vestimenta, habitación, asistencia y gastos por enfermedad” hasta que cumplan los 21 años.

Según Tetaz, “la reforma propuesta viene a normar una conducta que resulta del propio interés de los padres dado que el artículo 367 del Código actual estipula una relación recíproca de mantenimiento por grado de consanguinidad entre padres e hijos. Así, como los hijos también tienen obligación de mantener a los padres en caso de imposibilidad de estos para generar sus propios medios (en la vejez, por ejemplo) y la cuantía del mantenimiento es proporcional a las posibilidades económicas de los hijos, pues resulta una excelente decisión invertir en la educación de los hijos para mejorar su posición económica”.

 

Por ley, quieren que los hijos sean mantenidos hasta los 25

Fue a mediados de la década del ‘70, cuando un grupo de chicos de ropas rotosas y pelos parados escandalizó al mundo y le devolvió un poco de sangre al rock and roll. El punk gritaba que no había futuro y mejor era morir antes de los 25. Cuarenta años después, la mayoría de ellos sigue vivo, se transformó en parte de aquello que odiaba y se preocupa porque a los 25 sus hijos todavía siguen en casa. El Código Civil, el que rige la vida cotidiana de todos nosotros, fue escrito en 1869 cuando los muchachos de antes ni siquiera imaginaban la gomina.

La reforma que impulsa el Gobierno nacional –que será enviada en las próximas semanas al Congreso– intenta ponerlo a tono con un mundo en el que los “indignados” ya no pelean por cambiarlo sino por no quedar afuera. El artículo 663 de este nuevo Código intentará establecer que mientras los hijos sigan estudiando los padres tendrán la obligación de mantenerlos hasta los 25 años (ahora es hasta los 21).

La norma fue pensada para una Argentina en la que todas las edades se han retrasado: los viejos viven más, los embarazos llegan más tarde y los hijos retrasan su partida.

Pero una Argentina en la que también los jóvenes son el blanco dilecto de la desocupación: Según datos del INDEC, mientras que el índice general de desempleo es del 6,7 %, entre las mujeres de menos de 29 años trepa al 16,7 %, y 11,9 % para los hombres. En Capital y GBA, llega casi al 20 %.

“Este artículo se basa en el principio de solidaridad familiar”, explica Nelly Minyersky, abogada de familia y una de las especialistas que participó de la redacción del anteproyecto. Y agrega: “Lo que se busca es continuar la responsabilidad con quien se ha compartido un proyecto de vida. Ese hijo que está estudiando seguramente ha sido impulsado por los padres”.

El espíritu de esta norma, explicaron los juristas que escribieron el texto, es que la ley refleje lo que ocurre con una clase media que suele financiar a sus hijos hasta que terminen los estudios. ¿Pero por qué hace falta una ley? Porque los antecedentes indican que los aportes se cortan cuando los padres están separados y entonces, en la mayoría de los casos, cuando los hijos cumplen 21 la madre es la que termina haciéndose cargo de todos los gastos.

Para redactar este artículo, los juristas se basaron en una infinidad de casos en los que la Justicia ya dictaminó a favor de mantener a los hijos hasta los 25 . El cambio ya genera polémicas.

Para la psiquiatra y psicoanalista Graciela Onofrio, “cada vínculo filial va a definir los límites del amparo económico. No necesitamos un padre más poderoso en épocas de paternidad tardía ; corremos el riesgo de obligar a un padre jubilado a sostener a un hijo adulto sólo por el efecto de una ley . Corremos el riesgo de fabricar hijos adultos “botines de guerra” de relaciones exconyugales disfuncionales”.

María Esther de Palma, de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar, coincide: “Yo no estoy de acuerdo. La intención puede ser buena pera la realidad es que la mayoría de los padres separados tiene dificultades para mantener dos casas”.

De acuerdo con un sondeo, de la consultora D’ Alessio IROL, para la mayor parte de los padres una medida así mantendrá a los hijos más tiempo en la etapa de adolescencia.

En el otro extremo, el doctor Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, es un firme defensor de esta norma: “ Es muy difícil desarrollarse sin el apoyo familiar en una sociedad tan competitiva. Es una sociedad filicida, los jóvenes están desprotegidos, por eso me parece importante el cambio”.

La reforma establece como condición que los hijos vivan con sus padres, que no cuenten con recursos propios y que estén estudiando. Por eso, más allá de los puntos a favor y en contra, lo cierto es que es una norma para público reducido. Desde hace décadas, estudio y trabajo ya no vienen con garantía de inserción social.

Fuente: Clarín

Mantenidos hasta los 25: ¿Aumentará la capacitación de los jóvenes o extenderá la etapa adolescente?

Irse o no de la casa:

Se h puesto en el tapete por el proyecto de ley que extiende la obligación de los padres de mantener a sus hijos hasta los 25 años mientras estén estudiando.

La sensación es que en lugar de adelantar su maduración, mantendrá más tiempo a los jóvenes en la etapa de adolescencia.

 

¿Qué opina del cambio de ley que extiende la obligación de los padres de mantener a sus hijos hasta los 25 años mientras estén estudiando?

%-Base de padres

Mejorará la formación/capacitación de los jóvenes

22

Retrasará la madurez de los jóvenes

48

No tendrá mayores cambios

30

 

 

 

 

Fuente: D’ Alessio IROL

 

¿Hasta qué edad mantenerlos?

Las posiciones están divididas:

  • La mitad de los padres piensan mantenerlos hasta el tradicional límite que marca la mayoría de edad.
  • Los 25 años parecen una edad probable para otra parte de los adultos.

 

¿Hasta qué edad mantendría a sus hijos por propia voluntad?

-% Base de padres

18-21 años

48

22-25 años

30

26-30 años

22

 

Fuente: D’ Alessio IROL


 

Lo bien que se está en casa…

  • Los padres piensan que sus hijos se quedaran viviendo en la casa familiar más años de lo que ellos desearían. Al 74% les gustaría que se queden hasta los 25 años, pero menos de la mitad, 39%, suponen que se cumplirá lo que desean. Incluso 2 de cada 10 predicen que continuarán viviendo con ellos aún cuando superen los 30 años.
  • Los hombres tienen a los 25 años como el límite máximo de edad en la que suponen sus hijos estarían en su mismo techo. En tanto las mujeres, quizás más realistas, lo extienden hasta los 30 años.

¿Hasta qué edad le gustaría que sus hijos vivan en su casa y hasta qué edad cree que van a vivir? Excluyente

%-Base de adultos mayores de 25 años

 

Me gustaría

Vivirían

18-21 años

22%

17%

22-25 años

52%

22%

26-30 años

22%

45%

Mayor de 30 años

4%

16%

 

 

 

 

Fuente D’Alessio IROL

 

Qué dicen los jóvenes…

De encuestas cualitativas que efectuamos para conocer “la otra visión”, encontramos que los adolescentes consultados piensan que esta ley puede ayudarlos en su formación y afirman que están cómodos y desearían quedarse en la casa familiar hasta los 25 años.

Su mayor inconveniente para dejar el nido es el económico. Extrañar a los padres no parece ser la barrera para pensar en irse a vivir solos.

Argentina solteras ya no sueñan con casarse

Una encuesta de la consultora D’Alessio Irol, citada por el diario Clarín, reveló que el 50% de las solteras argentinas no tiene planes de casarse.

Cuestión de independencia, de igualdad de género, de protagonismo laboral; múltiples razones y explicaciones pueden encontrarse para comprender la debacle de “la institución matrimonio”. Según detalla el relevamiento “durante muchos años, la única opción que les ofrecía la sociedad a las mujeres era casarse, tener hijos y atender su hogar. Hoy el abanico de posibilidades se amplió y casarse ya no es el principal objetivo”.

Y explica que “el motivo más importante esgrimido es que no creen en el matrimonio como institución”. De hecho, la encuesta muestra que el 47% de las consultadas cree que puede ser feliz estando sola. Aunque el 40% reconoce que casarse está en los planes del futuro, y de este grupo, ocho de cada 10 no renunciaría a su trabajo al casarse para convertirse en un ama de casa tradicional.

“La mujer ya no depende de un casamiento para ser aceptada socialmente”, resume la filósofa Esther Díaz y siempre de acuerdo al reporte de Clarín. Y sigue: “Ha decidido que se puede tener una vida plena sin necesariamente estar atada a un hombre. De manera que si estuviera con un hombre sería un acto de libertad”.