La crisis cambiaria activa el pesimismo y diluye el capital político de Macri

Ocho de cada diez personas cree que la situación es peor que hace un año y pocos confían en el éxito del acuerdo con el FMI. Cae la imagen de líderes oficialistas

Alarmada por la devaluación del peso y el alto nivel de inflación, la sociedad observa con profunda preocupación la situación económica y pocos creen que el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional logre evitar una crisis.

Así lo revela la última entrega del Monitor del Humor Social elaborado por por D’Alessio IROL/Berensztein en exclusiva para El Cronista, que mostró un pico de pesimismo respecto de la visión sobre el presente y el futuro de la economía nacional, a partir de los efectos que la corrida cambiaria provoca sobre el poder adquisitivo y la actividad.

El estudio, realizado durante el mes pasado a 1477 adultos en todo el país, exhibe también, como consecuencia política, una pérdida de confianza en la gestión del Gobierno y de la imagen de los principales dirigentes del oficialismo, que se contrapone con el crecimiento de un dirigente opositor con experiencia en el manejo de crisis, como es el caso del ex ministro de Economía Roberto Lavagna, quien encabeza la lista de líderes políticos con un 55% de imagen positiva, que incluye la aprobación del 48% de quienes votaron por Mauricio Macri en 2015 y del 61% de los que lo hicieron por Daniel Scioli, en aquella ocasión. Si bien no sufre el desgaste de la gestión, como es el caso de la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, que aún registra un 53% de adhesiones, cuatro puntos menos que el mes previo pero 12 más que los que posee el Presidente.

Respecto de la actualidad económica, 78% encuestados ya observa que el escenario empeoró en 12 meses, mientras que un 57% cree dentro de un año habrá retrocedido más.

El economista señaló que “no se sabe qué va a pasar esta semana” ya que el tipo de cambio está todavía “buscando un equilibrio”.

“El monitor confirma el deterioro y el desgaste que la corrida cambiaria tuvo en las figuras más importantes del Gobierno y en la percepción que tiene la sociedad sobre la realidad económica. La meseta que se había logrado a mediados de mes era totalmente transitoria y pasó rápido dando lugar a la nueva volatilidad de la semana pasada”, señaló Sergio Berensztein.

En la misma línea, Eduardo D’Alessio consideró que “el impacto de la devaluación sumado a las nuevas perspectivas inflacionarias y la sensación de que los cambios de Gabinete no han llegado a solucionar los problemas de fondo de la crisis del mes de mayo, han hecho de junio un horizonte de menor percepción de bienestar, mientras continúa disminuyendo el optimismo hacia el futuro”.

“Esto potencia la imagen negativa del acuerdo con el FMI porque parece haber sido una medida extrema y de la cual todavía la población no ve ventajas apreciables”, agregó.

En efecto, solo un 14% de los entrevistados se mostró seguro de que el préstamo servirá para evitar una crisis y apenas un 26% lo estima como probable. Un 55% estima que la economía crecerá menos y un 72%, que habrá más inflación. La desconfianza reina entre los opositores. Pero también es fuerte entre los oficialistas, ya que solo un 26% está seguro de que dará resultado.

Así, la delicada situación económica diluye el capital político del oficialismo. En tiempos de recesión “hay que empezar a entender cuáles son los atributos que la sociedad va a buscar en los eventuales candidatos o en las ofertas que se van a organizar en los frentes electorales”, señala Berensztein y agrega que “es evidente que vamos hacia una elección en la que lo económico va a ser prioridad, mucho más que la seguridad y otros aspectos como la transparencia”.

El analista considera que “eso explica en parte por qué la cifra de Lavagna. Tiene que ver con esta demanda de atributos, de gente con capacidad y experiencia de gestión en temas que son prioritarios para la sociedad”, al tiempo que D’Alessio sostiene que “la ausencia de una alternativa parece no ser suficiente barrera de contención como para asegurar una reelección de Mauricio Macri”.

Publicado en El Cronista el 02/07/2018

Lavagna ya dio el visto bueno para que trabajen en su candidatura

Su equipo de confianza, encabezado por Miguel Peirano y su hijo Marco, avanza en el armado de una eventual postulación presidencial, que se materializaría si Macri no logra estabilizar la economía y se concreta un acuerdo con el peronismo.

Cada vez que le preguntan si en 2019 volverá a ponerse el traje de candidato presidencial, Roberto Lavagna responde con buenas frases: “Hay que dejarle lugar a los jóvenes”, repite por estos días sin negar ni aclarar nada. Hasta ahora, el economista siempre se mostró desinteresado en volver al ruedo. Pese a mantener su gran ego intacto, creía que su tiempo ya había pasado y que había que apostar a las nuevas generaciones. Pero las cosas cambiaron y esa posibilidad tomó fuerza entre propios y extraños por la caída en la confianza que sufre el Gobierno y la ineficacia de la oposición -en especial del peronismo- para capitalizar ese desgaste. Según pudo saber 3Días de fuentes de su entorno, Lavagna ya dio el visto bueno para que su equipo de confianza -encabezado por Miguel Peirano y su hijo Marco- comience a trabajar en su candidatura, que podría materializarse si Mauricio Macri no logra estabilizar la crisis y avanzan las negociaciones de sus delfines con el peronismo.

Son varios los sectores del justicialismo que vienen fogoneando la postulación de Lavagna. Con hocico de lebrel, el primero en considerar que el ex ministro de Economía es “el hombre para ser candidato y restaurar al peronismo en el poder en 2019” fue el ex presidente Eduardo Duhalde. “La Argentina necesita un Gobierno de transición de cuatro años para ordenar las cosas. Y Lavagna es un hombre muy experimentado”, propuso el bonaerense en declaraciones a varios programas de radio la semana pasada.

Otro sector del peronismo -cuya cara visible es Miguel Pichetto- también se ilusiona con que la figura del ex funcionario de Duhalde, ricardo alfonsin  y nestor kirchner logre superar las viejas antinomias y aglutine a la fuerza detrás de su postulación. Las negociaciones con el Frente Renovador de Sergio Massa -en el que está enrolado el ex ministro- están a la orden del día y se suceden bajo el más absoluto hermetismo. Pero la condición del equipo de Lavagna es clara: trabajar para que su jefe no aparezca como el candidato del peronismo sino como la cabeza de una coalición más amplia en la no estaría incluido el kirchnerismo. “No hace falta que sea el candidato del peronismo, sino de una construcción entre parte del PJ y otras fuerzas. Desde hace rato, en el país ganan frentes electorales, no candidatos puros”, dice un hombre de su equipo.

El razonamiento es simple: creen que en el electorado crece el rechazo por igual hacia Mauricio Macri y Cristina Kirchner, y que la mayoría ya no es ni macrista ni kirchnerista puro.

Los últimos resultados del monitor de credibilidad que realizan mensualmente las firmas Taquión y Trespuntozero confirma esta tendencia, así como la baja credibilidad que tienen en general las figuras públicas e institucionales. El 70% cree que el país no es confiable. Cuando hablan, solo el 33,4% le cree al Presidente y el 33,1% a Cristina Kirchner. Con todo, a la oposición le va peor que al oficialismo. “Quizá lo que más explica la falta de crecimiento de la oposición ante los problemas del Gobierno es que cuando el Gobierno dice que trabaja para mejorar el futuro de todos los argentinos, el 33,5% le cree. Ahora, cuando se le pregunta lo mismo respecto de cuando lo dice la oposición sólo lo hace el 21,4%. La oposición está enmarcada frente a la sociedad como un conjunto de gente que sólo está trabajando para recuperar el poder, no está pensando en mejorar la realidad del pueblo”, explica Sergio Doval, director de Taquión. Pero cree que Lavagna podría ser “un cisne negro” para el Gobierno.

Pues bien, no sorprende que el peronismo busque colgarse de la buena estrella del ex ministro. Es que el ex funcionario es uno de los pocos candidatos de la oposición que tiene una alta imagen positiva y podría obtener votos de distintas fuentes. Según el Monitor de Humor Social y Político realizado por las consultoras D’Alessio IROL y Berensztein, Lavagna se ubica tercero en el ránking de posicionamiento de dirigentes, con un 49% de imagen positiva y 35% negativa, detrás de María Eugenia Vidal (57% positiva y 37% negativa) y Elisa Carrió (51% positiva y 43% negativa). En el cuarto puesto aparece Macri con el 45% de imagen positiva y el 48% negativa. Cómo se ve, la crisis impacta negativamente en la imagen de gestión, no así en los referentes de Cambiemos. Por caso, José Manuel Urtubey registra un 32% de imagen favorable y un 48% en contra, mientras Sergio Massa va a la cola de la fila, con tan sólo 10% de imagen positiva y un 80% de negativa. Algo que podría llevarlo a construir una alternativa opositora de la mano de Lavagna en la provincia de Buenos Aires, el talón de Aquiles del espacio.

Aunque no se trata de intención de voto sino de imagen del potencial candidato, Sergio Berensztein -titular de la consultora que lleva su nombre- afirma que ambas variables están relacionadas.

“Lavagna tiene tres cosas a favor que son bastante inusuales: arrastra votos de otras fuerzas políticas, algo que pocos líderes de la oposición logran. Lo votan peronistas, radicales y votantes de Cambiemos que están decepcionados. Es, además, uno de los pocos políticos que entiende de economía. Y el tercer atributo, muy tentador, es que sería un presidente para un solo mandato, debido a su edad. Eso lo vuelve muy atractivo como solución contingente”, analiza Berensztein.

En síntesis, al peronismo le cierra que el economista de 76 años sea un candidato de transición, una suerte de bombero que apague el incendio y se vaya a su casa. Les daría tiempo así a los caciques peronistas -que en octubre perdieron en las elecciones legislativas locales- a concentrarse en el armado electoral en sus propios terruños, de cara al 2023.

Menos Cristina, la opositora con mejor intención de voto, que no supera el 25% promedio en las encuestas, y con techo muy definido, todos los candidatos peronistas tienen chances de crecer y construir una candidatura.

Para Lavagna, que siempre tuvo ambiciones presidenciales, llevarse el bronce al final de su carrera política no sería nada despreciable. Incluso Pichetto podría ser el compañero de fórmula que selle el acuerdo, según una versión echada a rodar en base a los buenos números que arroja esa dupla en una encuesta.

La gran incógnita por estas horas es que hará Margarita Stolbizer, socia en la última elección de Sergio Massa. ¿Estaría la titular del GEN dispuesta a apoyar la candidatura del economista? Fue precisamente la postulación presidencial de Lavagna con el sello de la UCR, y en una fórmula con Gerardo Morales, el principal motivo por el que la dirigente pegó el portazo en 2007 y se fue del centenario partido. Pero ya se sabe: en la Argentina, todo es posible.

Publicado en Tres Líneas el 29/06/2018

Por qué Lavagna puede ser un cisne negro para Cambiemos

Su equipo de confianza, encabezado por Miguel Peirano y su hijo Marco, avanza en el armado de una eventual postulación presidencial, que se materializaría si Macri no logra estabilizar la economía y se concreta un acuerdo con el peronismo.

Cada vez que le preguntan si en 2019 volverá a ponerse el traje de candidato presidencial, Roberto Lavagna responde con buenas frases: “Hay que dejarle lugar a los jóvenes”, repite por estos días sin negar ni aclarar nada. Hasta ahora, el economista siempre se mostró desinteresado en volver al ruedo. Pese a mantener su gran ego intacto, creía que su tiempo ya había pasado y que había que apostar a las nuevas generaciones. Pero las cosas cambiaron y esa posibilidad tomó fuerza entre propios y extraños por la caída en la confianza que sufre el Gobierno y la ineficacia de la oposición -en especial del peronismo- para capitalizar ese desgaste. Según pudo saber 3Días de fuentes de su entorno, Lavagna ya dio el visto bueno para que su equipo de confianza -encabezado por Miguel Peirano y su hijo Marco- comience a trabajar en su candidatura, que podría materializarse si Mauricio Macri no logra estabilizar la crisis y avanzan las negociaciones de sus delfines con el peronismo.

Son varios los sectores del justicialismo que vienen fogoneando la postulación de Lavagna. Con hocico de lebrel, el primero en considerar que el ex ministro de Economía es “el hombre para ser candidato y restaurar al peronismo en el poder en 2019” fue el ex presidente Eduardo Duhalde. “La Argentina necesita un Gobierno de transición de cuatro años para ordenar las cosas. Y Lavagna es un hombre muy experimentado”, propuso el bonaerense en declaraciones a varios programas de radio la semana pasada.

Otro sector del peronismo -cuya cara visible es Miguel Pichetto- también se ilusiona con que la figura del ex funcionario de Duhalde, Raúl Alfonsín y nestor kirchner logre superar las viejas antinomias y aglutine a la fuerza detrás de su postulación. Las negociaciones con el Frente Renovador de Sergio Massa -en el que está enrolado el ex ministro- están a la orden del día y se suceden bajo el más absoluto hermetismo. Pero la condición del equipo de Lavagna es clara: trabajar para que su jefe no aparezca como el candidato del peronismo sino como la cabeza de una coalición más amplia en la no estaría incluido el kirchnerismo. “No hace falta que sea el candidato del peronismo, sino de una construcción entre parte del PJ y otras fuerzas. Desde hace rato, en el país ganan frentes electorales, no candidatos puros”, dice un hombre de su equipo.

El razonamiento es simple: creen que en el electorado crece el rechazo por igual hacia Mauricio Macri y Cristina Kirchner, y que la mayoría ya no es ni macrista ni kirchnerista puro.

Los últimos resultados del monitor de credibilidad que realizan mensualmente las firmas Taquión y Trespuntozero confirma esta tendencia, así como la baja credibilidad que tienen en general las figuras públicas e institucionales. El 70% cree que el país no es confiable. Cuando hablan, solo el 33,4% le cree al Presidente y el 33,1% a Cristina Kirchner. Con todo, a la oposición le va peor que al oficialismo. “Quizá lo que más explica la falta de crecimiento de la oposición ante los problemas del Gobierno es que cuando el Gobierno dice que trabaja para mejorar el futuro de todos los argentinos, el 33,5% le cree. Ahora, cuando se le pregunta lo mismo respecto de cuando lo dice la oposición sólo lo hace el 21,4%. La oposición está enmarcada frente a la sociedad como un conjunto de gente que sólo está trabajando para recuperar el poder, no está pensando en mejorar la realidad del pueblo”, explica Sergio Doval, director de Taquión. Pero cree que Lavagna podría ser “un cisne negro” para el Gobierno.

Pues bien, no sorprende que el peronismo busque colgarse de la buena estrella del ex ministro. Es que el ex funcionario es uno de los pocos candidatos de la oposición que tiene una alta imagen positiva y podría obtener votos de distintas fuentes. Según el Monitor de Humor Social y Político realizado por las consultoras D’Alessio IROL y Berensztein, Lavagna se ubica tercero en el ránking de posicionamiento de dirigentes, con un 49% de imagen positiva y 35% negativa, detrás de María Eugenia Vidal (57% positiva y 37% negativa) y Elisa Carrió (51% positiva y 43% negativa). En el cuarto puesto aparece Macri con el 45% de imagen positiva y el 48% negativa. Cómo se ve, la crisis impacta negativamente en la imagen de gestión, no así en los referentes de Cambiemos. Por caso, José Manuel Urtubey registra un 32% de imagen favorable y un 48% en contra, mientras Sergio Massa va a la cola de la fila, con tan sólo 10% de imagen positiva y un 80% de negativa. Algo que podría llevarlo a construir una alternativa opositora de la mano de Lavagna en la provincia de Buenos Aires, el talón de Aquiles del espacio.

Aunque no se trata de intención de voto sino de imagen del potencial candidato, Sergio Berensztein -titular de la consultora que lleva su nombre- afirma que ambas variables están relacionadas.

“Lavagna tiene tres cosas a favor que son bastante inusuales: arrastra votos de otras fuerzas políticas, algo que pocos líderes de la oposición logran. Lo votan peronistas, radicales y votantes de Cambiemos que están decepcionados. Es, además, uno de los pocos políticos que entiende de economía. Y el tercer atributo, muy tentador, es que sería un presidente para un solo mandato, debido a su edad. Eso lo vuelve muy atractivo como solución contingente”, analiza Berensztein.

En síntesis, al peronismo le cierra que el economista de 76 años sea un candidato de transición, una suerte de bombero que apague el incendio y se vaya a su casa. Les daría tiempo así a los caciques peronistas -que en octubre perdieron en las elecciones legislativas locales- a concentrarse en el armado electoral en sus propios terruños, de cara al 2023.

Menos Cristina, la opositora con mejor intención de voto, que no supera el 25% promedio en las encuestas, y con techo muy definido, todos los candidatos peronistas tienen chances de crecer y construir una candidatura.

Para Lavagna, que siempre tuvo ambiciones presidenciales, llevarse el bronce al final de su carrera política no sería nada despreciable. Incluso Pichetto podría ser el compañero de fórmula que selle el acuerdo, según una versión echada a rodar en base a los buenos números que arroja esa dupla en una encuesta.

La gran incógnita por estas horas es que hará Margarita Stolbizer, socia en la última elección de Sergio Massa. ¿Estaría la titular del GEN dispuesta a apoyar la candidatura del economista? Fue precisamente la postulación presidencial de Lavagna con el sello de la UCR, y en una fórmula con Gerardo Morales, el principal motivo por el que la dirigente pegó el portazo en 2007 y se fue del centenario partido. Pero ya se sabe: en la Argentina, todo es posible.

Publicado en El Cronista el 28/06/2018

Monitor de Humor Social y Político – Junio

-Los sucesos económicos recientes acentuaron la crítica del presente y el pesimismo hacia el futuro.

-Los votantes del actual Gobierno sienten que aún no recibieron lo que esperaban, pero mantienen su confianza en la gestión.

-Pese a la leve caída en junio, siguen vigentes los proyectos personales que implican dinero y la intención de afrontarlos con ingresos propios y el apoyo de las tarjetas.

-Inflación e inseguridad continúan siendo los temas preocupantes más recurrentes. Muestran interés por la corrupción, con foco en el pasado o el presente según posicionamiento político. Electores de Cambiemos: sostienen reclamos por movilizaciones/piquetes y subsidios indiscriminados; Votantes del FPV hacen mayor hincapié en la economía cotidiana: tarifas, desempleo y deudas.

-El acuerdo con el FMI no sería un motivo de celebración. Se trataría de una mala decisión a rechazar (según opositores) o de un mal necesario para evitar una crisis, por lo cual todo el arco político debería acompañar (según oficialistas).

-Cae la imagen de las principales figuras políticas en el último mes. De todas maneras, los dirigentes de Cambiemos (encabezados por Vidal, Carrió y Macri) conservan una distancia significativa sobre los opositores.

Informe completo: Monitor de Humor Social y Político – Junio

Los dilemas de la oposición le dan aire a Cambiemos para 2019

Tres hipótesis de por qué al peronismo se le hace difícil capitalizar el desgaste del gobierno.

Hasta ahora, durante los 31 meses que lleva Cambiemos en la gestión, los partidos y líderes de oposición fueron incapaces de capitalizar en términos políticos y electorales el natural desgaste experimentado por el gobierno. Esto incluye, ciertamente, los denominados “errores no forzados” que todas las administraciones padecen y que suelen acelerar la pérdida de imagen. ¿A qué se debe este fenómeno? ¿Cambiará acaso con la reciente crisis cambiaria y la previsible recesión que tendremos al menos por los próximos dos trimestres? Se trata de dos interrogantes cruciales para entender la dinámica del proceso electoral de cara al 2019. Sobre todo por el hecho de que, si no aprovechamos el próximo martes la gran oportunidad que nos han dado nuestros hermanos nigerianos, los potenciales competidores, que estaban preparados para comenzar sus respectivas campañas ni bien termine el Campeonato Mundial de Rusia, se verán obligados a acelerar sus planes originales. Ojalá que esto no ocurra y que nuestra querida Selección se reponga rápidamente del papelón del jueves pasado. En un país tan futbolizado como el nuestro, a nadie le puede sorprender que el calendario de la política esté concebido en función de un torneo de semejante envergadura.

La primera

No hay uno o varios partidos de oposición con la organización y los recursos necesarios como para justamente aprovechar oportunidades como estas. En efecto, el sistema de partidos está enormemente desgastado en la Argentina. Se trata de maquinarias electorales vetustas, muy oxidadas, que se ponen cada dos años en valor gracias a que aún tenemos un sistema de votación absurdo y arcaico en el que los punteros y los fiscales tienen vital importancia. A propósito, esto explica la escasa (o nula) voluntad para introducir modificaciones sencillas como la boleta única, como ocurre actualmente en las elecciones provinciales en Santa Fe y Córdoba, habida cuenta de las dudas que generan otras alternativas tecnológicamente más sofisticadas como la boleta electrónica utilizadas en Salta o en la Ciudad de Buenos Aires. Lo cierto es que, con partidos tan débiles, no hay quien esté en la práctica en condiciones de coordinar los esfuerzos necesarios para aprovechar política o, al menos comunicacionalmente, los errores forzados y no forzados del gobierno.

La segunda

Tampoco hay líderes o candidatos individuales que puedan sacar ventajas, reemplazando el vacío que dejan los partidos. En muchos casos de crisis de sistemas de partidos, aparecen líderes “extra-sistémicos” u otra clase de organizaciones políticas o de la sociedad civil que ocupan el espacio dejado justamente por el fracaso de las organizaciones partidarias. Este no es el caso de la Argentina, a pesar de la histórica importancia que tienen por ejemplo los sindicatos y otras organizaciones sociales (incluso religiosas).

La tercera

Comunicacionalmente el gobierno ha sido muy eficaz en el uso de la famosa grieta, aprovechando la imagen negativa que sigue teniendo Cristina Fernández de Kirchner. Tiende entonces a victimizarse, atribuyendo las eventuales críticas a intentos de desestabilización o bloqueo a la gestión del gobierno. Esto tiene un efecto disuasivo en líderes opositores que necesitan diferenciarse del kirchnerismo para recuperar apoyo entre los votantes independientes, sobre todo en los grandes centros urbanos, que es donde se concentran los segmentos sociales que más rechazo experimentan por el gobierno anterior.

Como puede observarse en la siguiente tabla, que corresponde a un sondeo reciente que realicé junto a D’Alessio IROL, el único dirigente peronista que tiene mayor imagen positiva que negativa es Roberto Lavagna. Recordemos que en el año 2007, el exministro de economía de Duhalde y Néstor Kirchner compitió como candidato presidencial contra Cristina, que tiene una imagen negativa realmente muy elevada, de 75%.

Vale la pena entonces preguntarnos si estamos frente a un fenómeno transitorio, que puede modificarse como consecuencia de la reciente crisis cambiaria y la erosión adicional que experimentará el gobierno como resultado de la recesión, o si por el contrario se trata de un hecho de características permanentes, que no habrá de modificarse en el marco del proceso electoral 2019. A partir de la experiencia histórica, puede especularse con que la fuerte devaluación del peso y la consecuente caída en los ingresos impactarán negativamente en la imagen del gobierno y sus principales líderes. Recordemos que la mayoría de la población ya considera que está económicamente peor que hace un año, y que su situación no mejorará en el futuro cercano. Como admitió el propio Nicolás Dujovne, es muy probable que la situación económica se deteriore aún más al menos durante el próximo trimestre. La mayoría de los analistas económicos independientes considera que el impacto de la reciente corrida cambiaria se puede extender bastante más. El siguiente gráfico, extraído del mismo sondeo, permite comprender la situación actual en materia de expectativas económicas.

Esto nos hace entonces suponer que para el gobierno, en materia de desgaste lo peor aún no pasó. Sin embargo, dentro de la Casa Rosada no abandonan su optimismo respecto del año próximo. Por un lado, consideran que el sector agroindustrial traerá nuevamente buenas noticias. Esta campaña de trigo será excepcional y, clima mediante, la terrible sequía de este año dará lugar a una fuerte recuperación en los volúmenes de soja y maíz. Esto ayudará no solo en términos de recuperación de la actividad económica, sino también para despejar los interrogantes que produce el deterioro de la balanza comercial. Siempre, claro está, que la guerra comercial entre Estados Unidos, Europa, China y también India no nos perjudique en materia de precios. Por otro lado, el nuevo nivel de tipo de cambio, que el Banco Central buscará mantener para favorecer la competitividad, en la práctica protege a un importante número de sectores industriales que sufrían por las importaciones. Esto contribuirá a sostener fuentes de trabajo, sobre todo en grandes centros urbanos, menos impactados por la esperada recuperación del sector agroindustrial. En tercer lugar, si bien este año se espera una caída en el salario real, es evidente que el mismo gobierno impulsará su recuperación en el 2019 para favorecer sus chances en el proceso electoral. Esto también debería impactar positivamente en el consumo doméstico, lo mismo que la esperada reducción de la tasa de interés (que sigue muy alta para desalentar la compra de divisas). Finalmente, el gobierno espera poder implementar, como ocurrió en el ciclo electoral 2017, con algunas oportunidades para incentivar el consumo de los sectores populares, por ejemplo con programas como los créditos Argenta, que favorecieron a los jubilados con prestaciones mínimas y a quienes reciben planes sociales.

Si bien es cierto que el esfuerzo para reducir el déficit fiscal implicará acotar la inversión esperada en obra pública, que solo parcialmente podrá compensarse vía los famosos PPP (Proyectos de infraestructura público-privados), en Cambiemos esperan llegar al 2019 con un clima económico muy distinto al actual.

La crisis cambiaria y haber tenido que recurrir al FMI obligó a modificar los planes de Macri y sus estrategas, pero tal vez el timing no fue tan malo: queda tiempo para intentar una recuperación.

Como Argentina frente a Nigeria, el gobierno depende de sí mismo. Pero para seguir adelante, necesita mejorar y mucho. Tiene una nueva oportunidad. La gran pregunta es si habrá de aprovecharla.

Publicado en TN el 23/06/2018

Sobre los paraguas que hacen llover y el FMI

Memorias. Néstor Kirchner firmó el último acuerdo con el FMI. Mitos y verdades de los ajustes

El 11 de septiembre del 2003, en pleno gobierno de Nestor Kirchner, la Argentina cerró su ultimo acuerdo con el FMI. No eran tiempos tranquilos; aunque la economía ya se había empezado a recuperar, los indicadores sociales resultaban calamitosos y el financiamiento internacional estaba cerrado porque habíamos entrado en default en la corta presidencia de Rodriguez Saa. En la memoria popular, sin embargo, ese acuerdo nunca existió: la mayoría de la gente piensa que la ultima vez que arreglamos con el Fondo fue en el 2001 y que ello profundizó el derrumbe de la economía.

Tan es así, que una encuesta reciente de D’Alessio IROL muestra que el 75% de los argentinos considera inadecuado pedir ayuda al Fondo y que 57% piensa que la economía empeorará por esa decisión.

La memoria, se sabe a partir de las investigaciones de Elizabeth Loftus y Daniel Schacter, dista de ser una grabadora fiel, sino que mas bien edita los recuerdos y los acomoda para que sean compatibles con las reconstrucciones que cada tanto hacemos del pasado. El 15 de diciembre del 2005 el entonces presidente anunció el pago anticipado de la deuda con el organismo multilateral planteando la medida como un paso trascendental en la recuperación de la soberanía económica. Esa ultima versión, que había sido mas el resultado pragmático de una coyuntura internacional favorable, que una convicción ideológica, reemplazó en la memoria el recuerdo de la gestión que personalmente hizo Nestor el 6 de septiembre del 2003, para destrabar el acuerdo que se firmaría una semana después con el FMI. Es lógico entonces que exista una aversión masiva al Fondo, porque todos pensamos que la ultima vez que tocamos las puertas de su sede de Washinghton terminamos mal, cuando en realidad la ultima vez que lo hicimos nos fue tan bien que pudimos pagar por anticipado.

Sesgo de correlación Pero las fallas de la memoria no son el único defecto de nuestro sistema cognitivo; además somos bastante malos para distinguir entre correlaciones y causalidades. Lo cierto es que, si el fenómeno A y el B ocurren simultáneamente, es tan posible que sea A el que genera a B, como que suceda exactamente al revés, o incluso que se trate de una merca coincidencia. En las clases de econometría los profesores suelen usar el ejemplo de la educación y los ingresos para ilustrar este punto. Todos sabemos que hay correlación y que, en términos generales, la gente con mas formación gana mejor que los que estudian menos, pero no se puede descartar que la causalidad no vaya en el sentido opuesto y que en realidad lo que esté ocurriendo es que los que tienen una mejor posición económica familiar tengan mas posibilidades de estudiar y luego tengan ingresos mas altos por su herencia o sus relaciones y no por sus estudios.

Me gusta pensar al Fondo Monetario Internacional como una ambulancia. Es cierto que en general las personas que son transportadas en esas unidades médicas móviles están enfermas, pero nadie en su sano juicio pensaría que es la ambulancia la que causó el paro cardíaco, o indispuso al paciente, del mismo modo que anadie se le ocurriría pensar que los paraguas hacen llover, por más que nadie puede negar que es mucho más probable que llueva los días que la gente sale de casa con paraguas.

Del mismo modo que nadie llama una ambulancia por diversión, ningún país con una macroeconomía saludable pide asistencia del FMI. Si Argentina llama otra vez la ambulancia es porque el gradualismo fracasó; simplemente el mercado, que hasta noviembre pasado creía y financiaba la transición a la estabilidad, dejó de hacerlo. En este caso está claro que es la crisis la que causó la aparición del Fondo y no viceversa.

Así y todo, es legítimo cuestionar si la firma del acuerdo y las medidas de política económica que se desprenden de ese compromiso, resuelven o agravan la crisis.

¿Que dice la ciencia?

La Academia está dividida respecto del efecto que finalmente causa el FMI, porque metodológicamente no es fácil separar los efectos e identificar las verdaderas causas de la performance de los países que firman con el organismo. Por ejemplo, sabemos que la última experiencia argentina fue positiva a partir del acuerdo del 2003, pero no es fácil determinar hasta que punto la fuerte recuperación de la economía en 2004 y 2005 se debió al FMI y hasta que punto es atribuible a la suba internacional de la soja o a la fuerte devaluación previa. Sabemos también que la experiencia griega fue dolorosa, pero no es posible establecer claramente si lo fue por culpa de este organismo o es atribuible a las medidas dispuestas por la troika. Tampoco sabemos que hubiera pasado si, alternativamente, los helenos hubieran abandonado el Euro y devaluado luego de la crisis del 2009.

El politólogo Nathan Jensen estudió 68 países y llegó a la conclusión de que los países que firman con el Fondo reciben luego, en promedio, un 25% menos de inversiones. Sin embargo, el economista Axel Dreher concluyó, luego de un riguroso estudio econométrico, que acordar con el organismo reduce significativamente las chances de tener una nueva crisis, una vez que se controla por el hecho de que en general los países que acuden al fondo son mas propensos a las crisis, que los que tienen una macro mas sana. Finalmente, una investigación de Muhammet Bas, de la Universidad de Harvard y Randall Stone, de Rochester, sobre la base de 104 países, que fueron estudiados entre 1970 y 2008, confirma que efectivamente los países con economías mas inestables son mas propensos a acudir al Fondo y que, en promedio, los que lo hacen crecen luego más que los que, con una misma macro, no lo hacen. No obstante, descubrieron que los efectos sobre el crecimiento ulterior dependían inversamente de la severidad de la crisis previa, lo que nos hace pensar que, en el caso de Argentina, con altas reservas internacionales y relativamente baja deuda, podríamos esperar efectos positivos de mayor magnitud.

Dicho esto, también es cierto que independientemente de cual haya sido el impacto en la historia, si la opinión mayoritaria de la gente es que ir al Fondo resulta pernicioso, una suerte de profecía autocumplida podría profundizar la crisis, si el temor al Fondo se traduce en una menor predisposición al consumo de las familias y una mayor retracción a hundir capital por parte de las empresas.

Publicado en Clarín el 18/06/2018

Detrás del plan V

En plena turbulencia económica, alientan incluir a Vidal en la fórmula para 2019.

La reasignación de funciones en el equipo técnico y político del oficialismo es parte de la estrategia electoral de 2019, donde otras dos iniciativas tienen un papel importante: la despenalización del aborto que discute el Congreso y lo que es, por ahora, una hipótesis para la reelección de Mauricio Macri en la presidencia. Incorporar a María Eugenia Vidal en la fórmula. Recuperar la confianza de los mercados y rectificar el manejo del cambiario luego de que el dólar superase los 28 pesos está detrás de la designación de Luis Caputo en el Banco Central y de fortalecer a Nicolás Dujovne con un Ministerio de Economía que unifica Finanzas y Hacienda.

En esta crisis y en la de mayo, a Federico Sturzenegger se le reprochó impericia para intervenir en la cotización a través de la mesa de pases de esa entidad, con pérdida de reservas por 9 mil millones. Pero no todos los efectos de la devaluación serían tan gravosos. Chance. A la Tesorería ingresarán más pesos cuando el Central licite los 7.500 millones por el primer tramo del préstamo con el FMI. Pero además, por el impacto de inflación y reajuste tarifario podría darse que los consumidores fijen el precio de los productos, como insiste el especialista Guillermo Olivetto. Con una economía de ajuste, se invertiría la lógica del mercado: se pasaría de uno de demanda a otro de oferta, dominado por lo que los usuarios elijan comprar. Si ese fuese el contexto, inhibiría el traslado automático de inflación a precios. Lo que no despeja un horizonte complejo.

Los estudios de opinión pública de junio coinciden en destacar la inflación como la prioridad entre las preocupaciones de la ciudadanía. Explica el paro de actividades dispuesto por la CGT para el 25 y la interrupción del diálogo con el Gobierno, a quien le exigió la reapertura de paritarias, el congelamiento de despidos por seis meses, la eliminación de Ganancias en el medio aguinaldo y fondos frescos para las obras sociales sindicales. Está claro que terminar de controlarla es la expectativa más difícil de cumplir. Lo confirman las proyecciones de las autoridades económicas para 2018: entre un 27% y un 34%.

El anuncio de la salida de Sturzenegger el mismo día que la ley de despenalización del aborto tuvo media sanción en Diputados no parece casual. Tampoco que Miguel Angel Pichetto se atreviese a adelantar que lo propio podría ocurrir en el Senado. Predicciones. En la poco conocida faceta predictiva de Pichetto incide la presencia de Cristina Fernández de Kirchner en esa Cámara.

La ex presidenta pasó de su declarado antiabortismo a adelantar que votará afavor de la ley. Cristina sigue siendo un tema convocante para acercar posiciones con el Gobierno. Con mandato hasta 2019, Pichetto está convencido de la necesidad de dar una vuelta de página al kirchnerismo, del que también intenta diferenciarse la CGT conducida por el triunvirato de Juan Carlos Schmid, Carlos Acuña y Héctor Daer. Con ellos se reunió antes de verse con Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, la semana pasada, para discutir el traspaso de Aysa al gobierno porteño y al bonaerense, con el que insisten los gobernadores peronistas para negociar con Macri el ajuste incluido en el acuerdo con el Fondo Monetario. Es un tema que todavía no está resuelto, como confió Vidal al gabinete ampliado que reunió en La Plata el jueves y donde el tema de la ley de despenalización del aborto no fue analizado. O no, al menos, con el nivel de detalle que lo hicieron en la mesa chica del PRO y otras figuras de la oposición. Un caso es el de Felipe Solá, que cambió y votó a favor. En la reunión con intendentes en su domicilio de General Rodríguez del 2 de junio sinceró la disyuntiva de su eventual candidatura presidencial. No lo conocen los menores de 45 años, que en 2019 serán el 40% de los electores. En la franja de entre 15 y 29 años, más del 70% está a favor de la despenalización. Es comprensible que esa morfología del padrón inquiete también al kirchnerismo.

Los millennials serán los que definan las elecciones en las que Macri y Cristina representan situaciones asimétricas. La ex presidenta es la preferida del kirchnerismo para 2019 con un 84% de adhesiones, seguida muy lejos por Axel Kicillof (11%) y Agustín Rossi (4%), según la medición de junio de la consultora Agora. Si la elección se definiese solo en esa minoríaintensa, CFK arrasaría a Macri por más de 25 puntos en la lectura propuesta por Synopsis. Macri se impone en los escenarios donde la política no es un valor significativo en la vida cotidiana.

Hasta antes de la última corrida, la imagen positiva del Presidente se situaba en torno a los 45 puntos. Es decir, los mismos valores de mayo de 2017, de acuerdo con D’Alessio IROL. Ella. Mientras, Vidal vuelve a rondar los 60 puntos. La gobernadora evitó embanderarse con la ley de despenalización del aborto que por segunda vez enfrentó al kirchnerismo y a la Iglesia. La primera fue en 2015, cuando el clero promovió el voto a favor de Vidal y en contra de Aníbal Fernández.  Mérito de Cambiemos, tildado de naif cuando Macri anunció el envío de la iniciativa al Congreso durante la Asamblea Legislativa.

Apropósito, ¿le habrá adelantado Vidal al Papa su estrategia en su visita al Vaticano? Quienes alientan la candidatura de Vidal a vicepresidenta insisten, precisamente, en el fenómeno de dos años atrás, cuando una perfecta desconocida le ganó a un peronismo en descomposición. Eso, para desbaratar el argumento de los que creen imprescindible a Vidal para retener la provincia de Buenos Aires. Las especulaciones son muchas. Otros sacan cuentas desmedidas. Si acompañase a Macri en la fórmula, la gobernadora quedaría limitada a una sola reelección como candidata a presidente en 2023. Parece un exceso de cálculo y de optimismo. Dos factores que empujaron la crisis que se intenta remediar.

Publicado en Perfil el 16/06/2018

Encuesta sobre créditos: “Sigue la aspiración de mejorar o comprar la vivienda”

La consultora Nora D’Alessio habla del resultado del último sondeo sobre la visión de la economía y la expectativa de las familias de financiar sus proyectos.

“La mitad de la población, y eso no es poco, sigue optimista con respecto al futuro económico, pese a los avatares recientes”, aclara Nora D’Alessio, vicepresidenta de la consultora D’Alessio-Irol, al presentar los resultados de su último sondeo.

Luego de una charla ante el auditorio del Congreso Nacional de Crédito, organizado hoy por CMS en el hotel Scala, D’Alessio habló con El Cronista para analizar los resultados de la encuesta, orientada a conocer cuáles son las expetativas de las familias en cuanto a los proyectos personales de gasto y por lo tanto de financiamiento.

Según la analista, pese a la incertidumbre de los últimos dos meses y a la opinión negativa sobre el rumbo económico, el optimismo a futuro se mantiene en un nivel de 50% de la población, y se mantiene la expectativa de refaccionar la vivienda e incluso acceder a la compra de un inmueble. También, aunque en menor medida, la compra del auto.

En cambio, se reduce la predisposición a financiarse por vía de la tarjeta de crédito.

Publicado en El Cronista el 08/06/2018

Aseguran que se terminó la “luna de miel” con las tarjetas de crédito

Un análisis realizado por D’Alessio Irol reveló que hoy se lo considera “un instrumento que es necesario, pero no deseable”.

Los argentinos terminaron su “luna de miel” con las tarjetas de crédito, según revela un informe realizado por la consultora D’Alessio Irol.

“Hay una relación amor odio con la tarjeta de crédito. Te necesito, pero no te quiero”, remarcó Nora D’Alessio vicepresidenta de la compañía que lleva su apellido.

En el marco del ‘16 Congreso Nacional de Crédito, organizado por CMS’,  D’Alessio precisó que hoy “la gente tiene bien en claro que usar las tarjetas y endeudarse através de ellas es necesario pero no deseable”.

“Hoy la gente sabe que la situación está mal, pero a diferencia de otras crisis, piensa que puede estar mejor, es optimista. La realidad me aprieta pero soy optimista, me aprietan pero soy optimista”, explicó.

D’Alessio señaló que tras la corrida financiera que se produjo en mayo, “la casa se mantiene como aspiración y refugio de valor” y explicó que la mayoría de la gente prefiere “no usar créditos financieros”.

Destacó además que a la hora de buscar fondeo  los argentinos usan Internet para buscar y comparar productos, pero sobre el final sienten todavía la necesidad de ser atendido en una sucursal para cerrar una decisión.

“La gente tiene bien en claro que usar las tarjetas y endeudarse a través de ellas es necesario pero no deseable”.

“Hoy hay limitantes racionales a la hora de endeudarse, hay miedo a que la inflación y la inestabilidad laboral impidan pagar la cuota, pero también hay un impulsor emocional que es la necesidad de sentir que se puede seguir creciendo”, analizó.

Precisó que la mayor parte de la clase media está endeudada. En un relevamiento, el 68% dijo estar endeudado y un 32% no.

Por su parte, Marcos Bazan socio de Deloitte, destacó que pese a la volatilidad financiera, los depósitos se mantuvieron. Planteó la necesidad de “ampliar el acceso de la población a los servicios financieros, para lograr un sistema más profundo y equitativo”.

“Nos falta mejorar los costos de fondeo, lograr una matriz diversificada de productos y servicios, recuperar los plazos y retornar a los precios de mercado”, enumeró.

Publicado en El Cronista el 08/06/2018

La crisis financiera puso en duda la receta de Durán Barba: ¿conviene recurrir a Maquiavelo?

Nicolás Maquiavelo recomendaba en “El Príncipe” hace más de 500 años que el mal había que hacerlo todo de golpe y después ir haciendo el bien de a poco. Un seguidor de los principios del diplomático y analista florentino le podría haber recomendado al presidente Mauricio Macri mostrar con mucha más crudeza la herencia que recibió del kirchnerismo para poder aplicar un programa económico menos gradual y con más reformas estructurales.

A esta altura en Cambiemos deben estar arrepentidos de no haber seguido los consejos de Maquiavelo.

Los principios rectores de los días de diciembre de 2015, cuando asumió el presidente Macri, no fueron los de Maquiavelo, sino los del gurú electoral Jaime Durán Barba. En una entrevista a poco de asumir Macri, el asesor ecuatoriano me dijo que el gobierno de Cambiemos no debía perder “ni un día” con el pasado porque excepto un 4 por ciento del “círculo rojo”, a nadie le interesaba que le refrieguen cómo era la herencia que dejó Cristina Kirchner.

Un año más tarde pude volver a hacerle una pregunta similar cuando ya se empezaba a debatir más sonoramente si un poco menos de gradualismo no sería mejor idea, a la luz de una economía con “brotes verdes” que crecían muy lentamente. Su respuesta: “No se puede hacer un ajuste, a nadie le puedes demostrar que es bueno quitarle sus cosas”.

No hace falta seguir explicando que el gradualismo terminó en mayo de 2018 con la marcha al FMI y una importante devaluación del peso.

Hacer un análisis contrafáctico de qué pasaría hoy si Macri aplicaba en 2016 un plan económico con reformas estructurales (y culturales) más ambiciosas puede parecer un ejercicio masoquista. Pero es imprescindible para que el gobierno de Cambiemos entienda si los fundamentos que guiaron su toma de decisiones eran los correctos o si el diagnóstico estaba errado. Y no hay terapia que funcione con un diagnóstico equivocado.

Síntesis del principio duranbarbiano: no hacía falta explicar nada, porque a la gente no le interesa escuchar planes políticos, y es imposible proponer ajustes o cambios drásticos, porque nadie acepta que le toquen nada.

¿Es realmente así? Una encuesta de D’Alessio IROL de fines de 2016 mostraba que en la mesa de fin de año el 60 por ciento de los argentinos habían discutido sobre política desde ambos lados de la grieta. No se incluyen a las familias que hablaron de política desde el mismo lado de la grieta (muchas).

A la encuestadora Taquión en un trabajo de principios de año para la Universidad Abierta Interamericana le dio que más del 70 por ciento discutió de política con familiares o amigos en los anteriores 12 meses. El 20 por ciento en esa encuesta nacional dijo que se dejó de ver con familiares o amigos por discusiones políticas, y el 12 por ciento dijo haber llegado “a las manos” por temas vinculados con peleas políticas.

La última encuesta mensual de GOP (Grupo de Opinión Pública) indica que el 60 por ciento mira noticieros de TV con regularidad. El 22 por ciento ve incluso programas políticos.

Los ratings lo confirman: la suma de los programas políticos del domingo le ganan a cualquier partido de fútbol. Quizás la excepción sea un superclásico. Los noticieros suman a la noche entre 20 y 30 puntos de rating. Jorge Lanata arrancó este año con 15 puntos.

Por eso el supuesto de que “a nadie le interesa” que le expliquen los planes de gobierno y las herencias no se verifica en la realidad, por lo menos en la politizada Argentina.

El otro supuesto que entró en crisis con las turbulencias financieras de abril y mayo es que la clave para gobernar bien es hacer lo mismo que en campaña, por lo tanto no se le puede ofrecer a la gente algo que no le guste.

De eso se trataron siempre los rotundos éxitos electorales de Durán Barba: leer las encuestas como nadie para entender qué ofrecerle al electorado.

Un ejemplo brillante de cómo Jaime Durán Barba supo leer magistralmente las opinión pública fue cuando Mauricio Macri, en medio de un salvaje paro de Aerolíneas en las vacaciones de invierno de 2015 -plena campaña electoral-, dijo ante cientos de militantes atónitos del PRO: “No vamos a privatizar YPF ni Aerolíneas, las vamos a administrar mejor”.

Y está cumpliendo. Esa inesperada vocación de estatismo fue clave para ganar el ballotage: la opinión pública argentina es la más estatista de América latina.

Pero el problema se plantea a la hora de gobernar: leer las encuestas en clave de campaña electoral puede llevar a no hacer los cambios necesarios para evitar que el ajuste, al final, lo termine haciendo el mercado y desordenadamente, como sucedió en mayo.

Otro análisis para completar el diagnóstico era si alcanzaba con negociar lo mejor posible con este Congreso y los gobernadores lo que éstos estuviesen dispuestos a aceptar. La conclusión a la que llegó el gobierno de Macri es que no se podía esperar demasiado de este Parlamento: este es el primer gobierno de la democracia en minoría en ambas cámaras. Se hizo lo que se pudo, que no fue poco.

Pero como se interpretó que la gente está desentendida de la política o que no se la puede convencer de nada que no quiera, Cambiemos no apostó a una alianza fuerte con la opinión pública que presionara sobre el Congreso y los sindicatos para lograr imponer un programa económico un tanto más ambicioso. Era lo recomendable: trabajar fuertemente sobre la opinión pública para “cambiar las encuestas”, no seguirlas.

Y aquí es donde la crisis de confianza de los mercados en la economía argentina puso en jaque otro principio esgrimido por muchos expertos en comunicación política: no puede haber buena comunicación allí donde no hay buena gestión. ¿Es así?

El mejor ejemplo es la reforma laboral, de la que probablemente este año se apruebe una tenue sombra de lo que el ministro Jorge Triaca le propuso a fin de año ala CGT. Sin una reforma profunda, el Estado jamás dejará de ser el sustituto del mercado laboral que es desde hace décadas y terminó quebrando a la Argentina. Solo si se alienta a las Pymes a tomar empleo se puede resolver a largo plazo la alta dependencia de la Argentina del empleo público y los planes sociales que generaron el infinanciable déficit fiscal.

La comunicación debe funcionar como lubricante para facilitar el funcionamiento de los engranajes de la gestión, especialmente cuando un gobierno es políticamente débil: la comunicación y la gestión deben ir juntas.

Para vencer la feroz resistencia que opone el peronismo en el Congreso y el sindicalismo, era necesaria una estrategia de comunicación para que la opinión pública -ya las encuestas muestran que hay cierta comprensión de la necesidad de una flexibilización laboral- estuviera tan convencida que el peronismo y el sindicalismo acaben aceptando esa reforma y otras transformaciones que hoy parecen tabúes.

Y si la opinión pública no lo reclama, el peronismo jamás le entregaría a Macri la llave de la solución al problema económico de fondo de la Argentina: el desempleo encubierto con planes y empleo público.

Cambiemos necesita cambiar -y no seguir- a la opinión pública y entender que un gobierno en minoría con una economía inviable debe apelar a mucha comunicación de sus planes y de la necesidad de transformar la economía y la cultura del país.

Siguiendo los principios de Durán Barba (a nadie le interesa escuchar y no se puede hacer nada que la gente no quiera) solo quedaba esta apuesta de alto riesgo aun gradualismo que en cualquier momento podía terminar mal.

Cambiemos podría poner en práctica estos nuevos principios para la ardua negociación del Presupuesto 2019 que le espera con un Congreso y un sindicalismo muy entusiasmados con ponerle palos en la rueda para cortarle el sueño de la reelección en 2019.

Las encuestas están mostrando que los argentinos le tienen pánico al FMI, que va a reclamar austeridad. El escenario cambió. Y ese nuevo escenario requiere una nueva estrategia de comunicación.

Quizás sirva de ejemplo el ex ministro de Economía Ricardo López Murphy, que en 2001 propuso un recorte de sueldos estatales y jubilaciones de 13 por ciento. El gobierno del presidente Fernando De la Rúa no supo o no quiso convencer a la opinión pública que la alternativa era mucho peor. A los 15 días López Murphy renunció.

La caída de la convertibilidad triplicó en un mes los índices de pobreza e indigencia.

Publicado en Infobae el 06/06/2018