Mantenidos hasta los 25: una reforma polémica al Código Civil Argentina

Hace seis años que Sebastián De Luca (24) estudia Derecho y le faltan no menos de otros tres para recibirse. A juzgar por el tiempo que le está llevando la carrera, cualquiera diría que tiene poca disciplina para el estudio, pero la realidad es más bien la opuesta. Obligado a trabajar para mantenerse, Sebastián anda siempre con sus apuntes encima y aprovecha cada minuto libre como remisero para preparar finales. Aún así le cuesta mucho avanzar y más de una vez, como él mismo reconoce, se ha planteado la posibilidad de dejar la facultad.
Su caso, lejos de una rareza, se ha convertido a lo largo de los últimos años en una situación tan frecuente que parece justificar un cambio normativo de fondo. Para evitar que un gran número de jóvenes con potencial terminen abandonando su formación profesional por falta de apoyo, el nuevo proyecto de reforma del Código Civil plantea extender la obligación de los padres de mantener a sus hijos estudiantes hasta los 25 años.

La propuesta -que se espera que llegue al Congreso antes de fin de año- se fundamenta en una situación familiar muy común de la que Sebastián, hijo de padres divorciados, prefiere no hablar. Como la obligación de manutención llega hoy hasta los 21 años, una vez que los hijos cumplen esa edad, muchos padres separados dejan de brindarles apoyo económico regular y deben abandonar los estudios para salir a trabajar.

Con ese trasfondo, el artículo 663 del proyecto de reforma del Código Civil plantea concretamente que “la obligación de los progenitores de proveer recursos al hijo” subsistirá “hasta que éste alcance la edad de 25 años, si la prosecución de estudios o preparación profesional de un arte u oficio le impide proveerse de medios necesarios para sostenerse independientemente”.

De ser aprobada por el Congreso, esta reforma vendría a convalidar un criterio que en la práctica ya se encuentra en vigencia. Y es que frente a los numerosos conflictos de este tipo que llegaron a la Justicia a lo largo de los últimos años, los jueces vienen fallando a favor de mantener a los hijos para que puedan completar su formación. Con todo, el hecho de que ese criterio se incorpore ahora al Código Civil despierta opiniones contrapuestas.

¿BENEFICIOSO O CONTRAPRODUCENTE?

Las primeras controversias en torno a los beneficios de extender la obligación de manutención sobre los hijos quedaron de manifiesto en una encuesta nacional realizada semanas atrás por la consultora D’Alessio IROL. Frente a la pregunta de si esta reforma aumentaría la capacitación de los jóvenes o sólo extendería su adolescencia, el 48% de los padres consultados consideró que retrasaría su madurez, contra un 22% que se mostró a favor de la medida, y un 30% que dijo que no tendrá mayor impacto.

“Muchos de nosotros completamos nuestras carreras mientras trabajábamos e incluso mientras criábamos hijos. No entiendo por qué esta generación no puede hacer lo mismo. No estoy para nada de acuerdo. Con este tipo de políticas vamos a seguir fomentando adolecentes de treinta años que no terminan nunca de irse de la casa de los padres y se sienten abrumados ante la mínima adversidad”, opina Víctor Mendoza (59), un ingeniero agrónomo padre de tres hijos.

“Me parece que una medida así puede ser muy buena en los casos de esos papás separados que se hacen los sonsos teniendo recursos. Pero la verdad es que no estoy segura de si es justo crearle una obligación legal a un matrimonio que tal vez hizo un gran esfuerzo durante años cuando sus hijos ya tienen edad suficiente para empezar a poner un poco el hombro”, dice Alicia Perrota (46), ama de casa y madre de dos adolescentes.

“Sé de varios chicos de la facultad que tuvieron que dejar de estudiar para bancarse por su cuenta. Estaría bueno que exista la obligación de que los padres los ayuden cuando pueden hacerlo. Pero también estaría bueno que la Universidad ofreciera becas especiales para los casos en que no se trata de un problema de mala voluntad”, entiende Ariel Bignoni (25), estudiante de Ingeniería.

Sin manifestarse a favor ni en contra, la psicóloga Fabiana Guerrero resalta un hecho que no puede ser pasado por alto en el contexto en que se plantea la reforma. “Nos encontramos en la actualidad con una tendencia a la extensión de la permanencia de los hijos en los hogares parentales, lo que pone de manifiesto la necesidad de un tiempo más extenso de sostén afectivo y económico para concretar el despegue”, dice.

ALCANCES

Lo cierto es que “la idea de aumentar hasta los 25 años la obligación alimentaria no es nueva. Ya en 1993 el Poder Ejecutivo había presentado un proyecto que proponía esta reforma en base a la jurisprudencia francesa. Pero no prosperó. Luego, en 2009, al discutirse la ley que bajó la mayoría de edad a los 18 años se decidió, como una forma de compensación, dejar la obligación alimentaria derivada de la patria potestad hasta los 21, que es la regla que nos rige a la fecha”.

Así lo explica el doctor Juan José De Oliveira, abogado y docente en Derecho Civil de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP, quien considera que la reforma sería positiva para que los padres les garanticen una formación profesional a sus hijos “siempre y cuando éstos no tengan los medios para sustentarse por su cuenta”.

“Porque ése -señala De Oliveira- es un punto que el proyecto de reforma del Código deja bien en claro. Después de los 21, la obligación alimentaria no puede estar solventada en la nada; sino que tiene que existir una `prosecución de estudios o preparación profesional de un arte u oficio´que impida al hijo mantenerse sin otra ayuda. Por lo cual, los padres quedarían eximidos de esa obligación si se comprobara que el hijo está concurriendo a la facultad solamente en forma ociosa”.

Otro aspecto a destacar de ese artículo del proyecto, menciona el especialista en Derecho Civil, es que “no sólo habilita al hijo a reclamar alimentos a uno o a ambos padres, sino que también podría hacerlo el progenitor con el cual convive, para que el otro colabore con la obligación alimentaria”.

Si bien el proyecto no detalla el alcance puntual de esa obligación, sino que habla simplemente de “proveer los recursos” para la “prosecución de estudios”, esto, entiende el doctor De Oliveira, “abarcaría la vivienda (si no convive con alguno de los padres), la comida, el transporte, los elementos de estudio, la cuota de la facultad si ésta fuera privada, y hasta el esparcimiento. Habrá que ver después cómo se lo instrumenta: si se establece un porcentaje del sueldo o una suma fija mensual acordada por ambas partes”. En cualquier caso,cuando no haya acuerdo para fijar la cuota, deberá ser el juez quién analice cada situación en particular.

Por ley, quieren que los hijos sean mantenidos hasta los 25

Es para los que estudian, y ya hay polémica. Lo establece un proyecto que impulsa el Gobierno. Ahora esa obligación vence a los 21. Según
un sondeo, la mayoría de los padres cree que la medida extenderá la adolescencia de los jóvenes.
15/04/12

Fue a mediados de la década del ‘70, cuando un grupo de chicos de ropas rotosas y pelos parados escandalizó al mundo y le devolvió un poco de sangre al rock and roll. El punk gritaba que no había futuro y mejor era morir antes de los 25. Cuarenta años después, la mayoría de ellos sigue vivo, se transformó en parte de aquello que odiaba y se preocupa porque a los 25 sus hijos todavía siguen en casa.

El Código Civil, el que rige la vida cotidiana de todos nosotros, fue escrito en 1869 cuando los muchachos de antes ni siquiera imaginaban la gomina. La reforma que impulsa el Gobierno nacional –que será enviada en las próximas semanas al Congreso– intenta ponerlo a tono con un mundo en el que los “indignados” ya no pelean por cambiarlo sino por no quedar afuera. El artículo 663 de este nuevo Código intentará establecer que mientras los hijos sigan estudiando los padres tendrán la obligación de mantenerlos hasta los 25 años (ahora es hasta los 21) .

La norma fue pensada para una Argentina en la que todas las edades se han retrasado: los viejos viven más, los embarazos llegan más tarde y los hijos retrasan su partida. Pero una Argentina en la que también los jóvenes son el blanco dilecto de la desocupación: Según datos del INDEC, mientras que el índice general de desempleo es del 6,7 %, entre las mujeres de menos de 29 años trepa al 16,7 %, y 11,9 % para los hombres. En Capital y GBA, llega casi al 20 %.

“Este artículo se basa en el principio de solidaridad familiar”, explica Nelly Minyersky, abogada de familia y una de las especialistas que participó de la redacción del anteproyecto. Y agrega: “Lo que se busca es continuar la responsabilidad con quien se ha compartido un proyecto de vida. Ese hijo que está estudiando seguramente ha sido impulsado por los padres”.

El espíritu de esta norma, explicaron los juristas que escribieron el texto, es que la ley refleje lo que ocurre con una clase media que suele financiar a sus hijos hasta que terminen los estudios. ¿Pero por qué hace falta una ley? Porque los antecedentes indican que los aportes se cortan cuando los padres están separados y entonces, en la mayoría de los casos, cuando los hijos cumplen 21 la madre es la que termina haciéndose cargo de todos los gastos . Para redactar este artículo, los juristas se basaron en una infinidad de casos en los que la Justicia ya dictaminó a favor de mantener a los hijos hasta los 25 .

El cambio ya genera polémicas. Para la psiquiatra y psicoanalista Graciela Onofrio, “cada vínculo filial va a definir los límites del amparo económico.

No necesitamos un padre más poderoso en épocas de paternidad tardía ; corremos el riesgo de obligar a un padre jubilado a sostener a un hijo adulto sólo por el efecto de una ley . Corremos el riesgo de fabricar hijos adultos “botines de guerra” de relaciones exconyugales disfuncionales”.

María Esther de Palma, de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar, coincide: “Yo no estoy de acuerdo. La intención puede ser buena pera la realidad es que la mayoría de los padres separados tiene dificultades para mantener dos casas”.

De acuerdo con un sondeo, de la consultora D’ Alessio IROL, para la mayor parte de los padres una medida así mantendrá a los hijos más tiempo en la etapa de adolescencia (Ver infografía) .

En el otro extremo, el doctor Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, es un firme defensor de esta norma: ” Es muy difícil desarrollarse sin el apoyo familiar en una sociedad tan competitiva.

Es una sociedad filicida, los jóvenes están desprotegidos, por eso me parece importante el cambio”.

La reforma establece como condición que los hijos vivan con sus padres, que no cuenten con recursos propios y que estén estudiando. Por eso, más allá de los puntos a favor y en contra, lo cierto es que es una norma para público reducido. Desde hace décadas, estudio y trabajo ya no vienen con garantía de inserción social.

Polémico proyecto para mantener a los hijos hasta los 25 años

De aprobarse la iniciativa impulsada por el Gobierno, el beneficio sería para aquellos que todavía estudien. En la actualidad esa obligación vence a los 21 años, y una encuesta revela que la mayoría de los padres cree que la medida extenderá la adolescencia de los jóvenes

La reforma que promueve el Poder Ejecutivo será enviada en las próximas semanas al Congreso. La norma fue pensada para una Argentina en la que todas las edades se han retrasado: las personas adultas viven más, los embarazos llegan más tarde y los hijos retrasan su ida de la casa paterna.

Pero como si todo eso no bastara, también es un país en el que los jóvenes son el principal blanco de la desocupación según datos del INDEC, mientras que el índice general de desempleo es del 6,7 %, entre las mujeres de menos de 29 años trepa al 16,7 %, y 11,9 % para los hombres. Y en la Capital Federal y el GBA, llega casi al 20 por ciento.

Nelly Minyersky, abogada de familia y una de las expertas que participó de la redacción del anteproyecto, explica que “este artículo se basa en el principio de solidaridad familiar. Lo que se busca es continuar la responsabilidad con quien se ha compartido un proyecto de vida, y ese hijo que está estudiando seguramente ha sido impulsado por los padres”.

El espíritu de esta iniciativa, según explicaron los juristas que escribieron el texto, es que la ley refleje lo que sucede con una clase media que suele financiar a sus hijos hasta que terminen los estudios. Aunque a pesar de esto es necesaria una norma porque los antecedentes indican que los aportes se cortan cuando los padres están separados y entonces, en la mayoría de los casos, cuando los hijos cumplen 21 la madre es la que termina haciéndose cargo de todos los gastos. Para redactar este artículo, los juristas se basaron en una infinidad de casos en los cuales la Justicia ya dictaminó a favor de mantener a los hijos hasta los 25 años.

Pero el cambio ya genera polémicas, y para la psiquiatra y psicoanalista Graciela Onofrio, “cada vínculo filial va a definir los límites del amparo económico”. En diálogo con el diario Clarín, agrega que “no necesitamos un padre más poderoso en épocas de paternidad tardía, porque corremos el riesgo de obligar a un padre jubilado a sostener a un hijo adulto sólo por el efecto de una ley. Así se corre el riesgo de fabricar hijos adultos “botines de guerra” de relaciones exconyugales disfuncionales”.

En la otra vereda el doctor Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, defiende con firmeza la aprobación de la iniciativa: “Es muy difícil desarrollarse sin el apoyo familiar en una sociedad tan competitiva. Porque ésta es una sociedad filicida donde los jóvenes están desprotegidos, y por eso me parece importante el cambio”.

De acuerdo con un sondeo de la consultora D’Alessio IROL, para la mayoría de los padres una medida así mantendrá a los hijos durante un lapso más prolongado en la etapa de adolescencia. La reforma establece como condición que los hijos vivan con sus padres, que no cuenten con recursos propios y que estén estudiando. Algo por lo cual queda claro que de recibir luz verde en el Congreso será un beneficio sólo para un segmento reducido de la población.

Por ley, los hijos serán mantenidos por sus padres hasta los 25 años

Eso ocurrirá si prospera un proyecto del Gobierno nacional. Será para los que estudian. Ahora esa obligación vence a los 21 años.

Fue a mediados de la década del ‘70, cuando un grupo de chicos de ropas rotosas y pelos parados escandalizó al mundo y le devolvió un poco de sangre al rock and roll.

El punk gritaba que no había futuro y mejor era morir antes de los 25. Cuarenta años después, la mayoría de ellos sigue vivo, se transformó en parte de aquello que odiaba y se preocupa porque a los 25 sus hijos todavía siguen en casa.

El Código Civil, el que rige la vida cotidiana de todos nosotros, fue escrito en 1869 cuando los muchachos de antes ni siquiera imaginaban la gomina.

La reforma que impulsa el Gobierno nacional –que será enviada en las próximas semanas al Congreso– intenta ponerlo a tono con un mundo en el que los “indignados” ya no pelean por cambiarlo sino por no quedar afuera.

El artículo 663 de este nuevo Código intentará establecer que mientras los hijos sigan estudiando los padres tendrán la obligación de mantenerlos hasta los 25 años (ahora es hasta los 21) .

La norma fue pensada para una Argentina en la que todas las edades se han retrasado: los viejos viven más, los embarazos llegan más tarde y los hijos retrasan su partida. Pero una Argentina en la que también los jóvenes son el blanco dilecto de la desocupación.

Según datos del INDEC, mientras que el índice general de desempleo es del 6,7 %, entre las mujeres de menos de 29 años trepa al 16,7 %, y 11,9 % para los hombres.

En Capital y GBA, llega casi al 20 %.

“Este artículo se basa en el principio de solidaridad familiar”, explica Nelly Minyersky, abogada de familia y una de las especialistas que participó de la redacción del anteproyecto. Y agrega: “Lo que se busca es continuar la responsabilidad con quien se ha compartido un proyecto de vida. Ese hijo que está estudiando seguramente ha sido impulsado por los padres”.

El espíritu de esta norma, explicaron los juristas que escribieron el texto, es que la ley refleje lo que ocurre con una clase media que suele financiar a sus hijos hasta que terminen los estudios. ¿Pero por qué hace falta una ley? Porque los antecedentes indican que los aportes se cortan cuando los padres están separados y entonces, en la mayoría de los casos, cuando los hijos cumplen 21 la madre es la que termina haciéndose cargo de todos los gastos . Para redactar este artículo, los juristas se basaron en una infinidad de casos en los que la Justicia ya dictaminó a favor de mantener a los hijos hasta los 25 .

El cambio ya genera polémicas. Para la psiquiatra y psicoanalista Graciela Onofrio, “cada vínculo filial va a definir los límites del amparo económico.

No necesitamos un padre más poderoso en épocas de paternidad tardía ; corremos el riesgo de obligar a un padre jubilado a sostener a un hijo adulto sólo por el efecto de una ley . Corremos el riesgo de fabricar hijos adultos “botines de guerra” de relaciones exconyugales disfuncionales”.

María Esther de Palma, de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar, coincide: “Yo no estoy de acuerdo. La intención puede ser buena pera la realidad es que la mayoría de los padres separados tiene dificultades para mantener dos casas”.

De acuerdo con un sondeo, de la consultora D’ Alessio IROL, para la mayor parte de los padres una medida así mantendrá a los hijos más tiempo en la etapa de adolescencia (Ver infografía) .

En el otro extremo, el doctor Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, es un firme defensor de esta norma: “ Es muy difícil desarrollarse sin el apoyo familiar en una sociedad tan competitiva.

Es una sociedad filicida, los jóvenes están desprotegidos, por eso me parece importante el cambio”.

La reforma establece como condición que los hijos vivan con sus padres, que no cuenten con recursos propios y que estén estudiando.

Por eso, más allá de los puntos a favor y en contra, lo cierto es que es una norma para público reducido. Desde hace décadas, estudio y trabajo ya no vienen con garantía de inserción social.

Una inversión mínima de $ 1.400

La pregunta del millón es: ¿Qué costo tiene para los padres mantener a sus hijos hasta los 25 años?

O puesto en otros términos: ¿Cuánto es lo que tienen que invertir? Martín Tetaz, economista, profesor e investigador en la Universidad Nacional de La Plata, lo explica: “En primer lugar hay que computar el costo de la canasta básica alimentaria para un joven de entre 21 y 25 años. De acuerdo a los informes metodológicos del INDEC, un varón de esa edad requiere 2.860 calorías diarias, mientras que una mujer necesita como mínimo 2.000. Para el INDEC, el costo de la canasta básica para un adulto era en febrero de $ 209,98 pero, como es sabido, esos números no son confiables. Por fortuna la Dirección de Estadísticas de la provincia de Santa Fe continúa publicando un índice de precios de alimentos, usando la misma metodología que tenía el INDEC antes de la intervención. Según esos datos, el costo es de $ 371,16”.

Y sigue: “Hay que contemplar también otros gastos, además de los alimentarios. Para arribar al costo de la Canasta Básica Total, el INDEC calcula que el 45% del gasto por adulto en el hogar es en alimentos, de modo que hay que agregar un 55% de otros gastos, lo que eleva la canasta total a los $823,97. Pero ese es el costo mínimo necesario para que un adulto no caiga debajo de la línea de la pobreza”.

En las clases medias, los gastos en comida -que son mayores- solo representan en promedio un 35% del gasto total del hogar.

Así, para los hogares con ingresos que van entre los $ 3.580 y $ 8.000 mensuales se necesitan $1.399,09 para mantener a un joven que tiene entre 21 y 25 años, concluyó Tetaz.

Fernando Blanco Muiño, de la Unión de Consumidores de Argentina, calcula un presupuesto mayor. “Entre la prepaga (500 pesos), la telefonía celular (150), los viáticos (150), el esparcimiento (600), la vestimenta (250) y los materiales didácticos (200) la cuenta sube a los 4.200 pesos mensuales, con alimentación y educación incluida”.

El cálculo del experto fue realizado en base a un hogar urbano, con ingresos superiores a los 12.000 pesos.

Hasta el momento, la obligación de los padres “comprende la satisfacción de las necesidades de los hijos en manutención, educación y esparcimiento, vestimenta, habitación, asistencia y gastos por enfermedad” hasta que cumplan los 21 años.

Según Tetaz, “la reforma propuesta viene a normar una conducta que resulta del propio interés de los padres dado que el artículo 367 del Código actual estipula una relación recíproca de mantenimiento por grado de consanguinidad entre padres e hijos. Así, como los hijos también tienen obligación de mantener a los padres en caso de imposibilidad de estos para generar sus propios medios (en la vejez, por ejemplo) y la cuantía del mantenimiento es proporcional a las posibilidades económicas de los hijos, pues resulta una excelente decisión invertir en la educación de los hijos para mejorar su posición económica”.

 

Por ley, quieren que los hijos sean mantenidos hasta los 25

Fue a mediados de la década del ‘70, cuando un grupo de chicos de ropas rotosas y pelos parados escandalizó al mundo y le devolvió un poco de sangre al rock and roll. El punk gritaba que no había futuro y mejor era morir antes de los 25. Cuarenta años después, la mayoría de ellos sigue vivo, se transformó en parte de aquello que odiaba y se preocupa porque a los 25 sus hijos todavía siguen en casa. El Código Civil, el que rige la vida cotidiana de todos nosotros, fue escrito en 1869 cuando los muchachos de antes ni siquiera imaginaban la gomina.

La reforma que impulsa el Gobierno nacional –que será enviada en las próximas semanas al Congreso– intenta ponerlo a tono con un mundo en el que los “indignados” ya no pelean por cambiarlo sino por no quedar afuera. El artículo 663 de este nuevo Código intentará establecer que mientras los hijos sigan estudiando los padres tendrán la obligación de mantenerlos hasta los 25 años (ahora es hasta los 21).

La norma fue pensada para una Argentina en la que todas las edades se han retrasado: los viejos viven más, los embarazos llegan más tarde y los hijos retrasan su partida.

Pero una Argentina en la que también los jóvenes son el blanco dilecto de la desocupación: Según datos del INDEC, mientras que el índice general de desempleo es del 6,7 %, entre las mujeres de menos de 29 años trepa al 16,7 %, y 11,9 % para los hombres. En Capital y GBA, llega casi al 20 %.

“Este artículo se basa en el principio de solidaridad familiar”, explica Nelly Minyersky, abogada de familia y una de las especialistas que participó de la redacción del anteproyecto. Y agrega: “Lo que se busca es continuar la responsabilidad con quien se ha compartido un proyecto de vida. Ese hijo que está estudiando seguramente ha sido impulsado por los padres”.

El espíritu de esta norma, explicaron los juristas que escribieron el texto, es que la ley refleje lo que ocurre con una clase media que suele financiar a sus hijos hasta que terminen los estudios. ¿Pero por qué hace falta una ley? Porque los antecedentes indican que los aportes se cortan cuando los padres están separados y entonces, en la mayoría de los casos, cuando los hijos cumplen 21 la madre es la que termina haciéndose cargo de todos los gastos.

Para redactar este artículo, los juristas se basaron en una infinidad de casos en los que la Justicia ya dictaminó a favor de mantener a los hijos hasta los 25 . El cambio ya genera polémicas.

Para la psiquiatra y psicoanalista Graciela Onofrio, “cada vínculo filial va a definir los límites del amparo económico. No necesitamos un padre más poderoso en épocas de paternidad tardía ; corremos el riesgo de obligar a un padre jubilado a sostener a un hijo adulto sólo por el efecto de una ley . Corremos el riesgo de fabricar hijos adultos “botines de guerra” de relaciones exconyugales disfuncionales”.

María Esther de Palma, de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar, coincide: “Yo no estoy de acuerdo. La intención puede ser buena pera la realidad es que la mayoría de los padres separados tiene dificultades para mantener dos casas”.

De acuerdo con un sondeo, de la consultora D’ Alessio IROL, para la mayor parte de los padres una medida así mantendrá a los hijos más tiempo en la etapa de adolescencia.

En el otro extremo, el doctor Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, es un firme defensor de esta norma: “ Es muy difícil desarrollarse sin el apoyo familiar en una sociedad tan competitiva. Es una sociedad filicida, los jóvenes están desprotegidos, por eso me parece importante el cambio”.

La reforma establece como condición que los hijos vivan con sus padres, que no cuenten con recursos propios y que estén estudiando. Por eso, más allá de los puntos a favor y en contra, lo cierto es que es una norma para público reducido. Desde hace décadas, estudio y trabajo ya no vienen con garantía de inserción social.

Fuente: Clarín

Argentina solteras ya no sueñan con casarse

Una encuesta de la consultora D’Alessio Irol, citada por el diario Clarín, reveló que el 50% de las solteras argentinas no tiene planes de casarse.

Cuestión de independencia, de igualdad de género, de protagonismo laboral; múltiples razones y explicaciones pueden encontrarse para comprender la debacle de “la institución matrimonio”. Según detalla el relevamiento “durante muchos años, la única opción que les ofrecía la sociedad a las mujeres era casarse, tener hijos y atender su hogar. Hoy el abanico de posibilidades se amplió y casarse ya no es el principal objetivo”.

Y explica que “el motivo más importante esgrimido es que no creen en el matrimonio como institución”. De hecho, la encuesta muestra que el 47% de las consultadas cree que puede ser feliz estando sola. Aunque el 40% reconoce que casarse está en los planes del futuro, y de este grupo, ocho de cada 10 no renunciaría a su trabajo al casarse para convertirse en un ama de casa tradicional.

“La mujer ya no depende de un casamiento para ser aceptada socialmente”, resume la filósofa Esther Díaz y siempre de acuerdo al reporte de Clarín. Y sigue: “Ha decidido que se puede tener una vida plena sin necesariamente estar atada a un hombre. De manera que si estuviera con un hombre sería un acto de libertad”.

Argentina solteras ya no sueñan con casarse

Una encuesta de la consultora D’Alessio Irol, citada por el diario Clarín, reveló que el 50% de las solteras argentinas no tiene planes de casarse.

Cuestión de independencia, de igualdad de género, de protagonismo laboral; múltiples razones y explicaciones pueden encontrarse para comprender la debacle de “la institución matrimonio”. Según detalla el relevamiento “durante muchos años, la única opción que les ofrecía la sociedad a las mujeres era casarse, tener hijos y atender su hogar. Hoy el abanico de posibilidades se amplió y casarse ya no es el principal objetivo”.

Y explica que “el motivo más importante esgrimido es que no creen en el matrimonio como institución”. De hecho, la encuesta muestra que el 47% de las consultadas cree que puede ser feliz estando sola. Aunque el 40% reconoce que casarse está en los planes del futuro, y de este grupo, ocho de cada 10 no renunciaría a su trabajo al casarse para convertirse en un ama de casa tradicional.

“La mujer ya no depende de un casamiento para ser aceptada socialmente”, resume la filósofa Esther Díaz y siempre de acuerdo al reporte de Clarín. Y sigue: “Ha decidido que se puede tener una vida plena sin necesariamente estar atada a un hombre. De manera que si estuviera con un hombre sería un acto de libertad”.

A la mitad de las solteras ya no les interesa casarse

Hoy privilegian la libertad y disfrutan la soledad. Una encuesta muestra que, en cambio, ahora los hombres están más pendientes que ellas de la boda. Especialistas dicen que la mujer cambió: es dueña de su cuerpo, pide lo que quiere y sabe decir que no.

El estereotipo “Susanita” agoniza. El entrañable personaje–espejo de Quino se está convirtiendo, con el devenir de los años, en un modelo anacrónico de mujer. Como consecuencia, lo que pierde adeptos es el evento social del casamiento. La mujer, presuntamente más cercana a la idea de casarse, de legalizar la unión “hasta que la muerte la separe” de su esposo, empieza a manifestarse independiente, alejada del mandato cultural tradicional. Lo dice una encuesta: el 50% de las solteras argentinas no tiene planes de casarse.
Cuestión de independencia, de igualdad de género, de protagonismo laboral; múltiples razones y explicaciones pueden encontrarse para comprender la debacle de “la institución matrimonio”.
Según detalla el relevamiento de la consultora D’Alessio Irol, “durante muchos años, la única opción que les ofrecía la sociedad a las mujeres era casarse, tener hijos y atender su hogar. Hoy el abanico de posibilidades se amplió y casarse ya no es el principal objetivo”. Y explica que “el motivo más importante esgrimido es que no creen en el matrimonio como institución”. De hecho, la encuesta muestra que el 47% de las consultadas cree que puede ser feliz estando sola. Aunque el 40% reconoce que casarse está en los planes del futuro, y de este grupo, ocho de cada 10 no renunciaría a su trabajo al casarse para convertirse en un ama de casa tradicional.
“La mujer ya no depende de un casamiento para ser aceptada socialmente”, resume la filósofa Esther Díaz. Y sigue: “Ha decidido que se puede tener una vida plena sin necesariamente estar atada a un hombre. De manera que si estuviera con un hombre sería un acto de libertad”.
La psicóloga y sexóloga clínica Diana Resnicoff piensa que las mujeres de hoy “eligen buscar lo que les pasa”: “El modelo tradicional ha fracasado. Todavía existen algunas ‘Susanitas’, pero cada vez menos. Esto es porque la mujer ahora es diferente : es dueña de su cuerpo, pide lo que quiere, sabe decir que no y que sí, acepta tener sexo sin amor”.
Atilio Alterini, profesor emérito de la UBA y ex decano de la Facultad de Derecho, explica: “El matrimonio implica la toma de un compromiso . Si es mantenido, lo es de por vida. Esto significa la existencia de una sociedad conyugal que fuera del matrimonio no existe”. No obstante, reconoce que con los cambios que se vienen en el Código Civil habrá pocas diferencias ante la ley . “Estoy absolutamente de acuerdo con el sistema de regímenes alternativos de la sociedad conyugal precisamente porque hay mucha gente que no se casa porque no quiere someterse a ese régimen”, dice. Y también aclara que “ para los hijos no implica ninguna ventaja que los padres estén casados . Se han eliminado las desventajas, como que eran discriminados en las escuelas. La sociedad ha madurado”.
La encuesta también revela que son menos los hombres, a diferencia de lo que se cree, que no tienen planes de casarse (38%) y más los que sí (52%), respecto de las mujeres. “El hombre se siente raro frente a esta mujer que necesita algo más que un hombre proveedor. Y el hombre sigue buscando esa mujer madre que lo cuide ”, reflexiona Resnicoff. “La mujer ya no depende de un casamiento para ser aceptada socialmente. Ante esto la necesidad del hombre es reforzar la institución matrimonial”, arriesga Díaz.
El escritor Sergio Sinay no concuerda: “El matrimonio es una asignatura femenina más que masculina”, afirma, aunque sí ve un cambio sustancial en el rol social de la mujer.
“Ya no se considera solterona o fracasada una mujer que no está casada o que no fue madre antes de los 30 y pico”.
Como piezas de Tetris, Díaz encaja estas nuevas conductas en el entorno social actual: “En la medida que la mujer ya no depende del dinero del hombre para sobrevivir se hace más realista. Y la realidad cambió y en función de eso vamos cambiando las costumbres”

La mitad de las mujeres solteras ya no están interesadas en casarse

Una encuesta revela que son mujeres que privilegian la libertad y disfrutan la soledad. Algo diferente a lo que sucede con los hombres, que están más pendientes que ellas de la boda.

Según detalla el relevamiento de la consultora D’Alessio Irol, “durante muchos años la única opción que les ofrecía la sociedad a las mujeres era casarse, tener hijos y atender su hogar. Pero en la actualidad el abanico de posibilidades se amplió, y casarse ya no es el principal objetivo. El motivo más importante esgrimido es que no creen en el matrimonio como institución”.

En este sentido, el informe muestra muestra que el 47% de las consultadas piensa que cree que puede ser feliz estando sola. Aunque el 40% reconoce que casarse está en los planes del futuro, y de este grupo, ocho de cada 10 no renunciaría a su trabajo al contraer matrimonio para convertirse en un ama de casa tradicional.

“La mujer ya no depende de un casamiento para ser aceptada socialmente”, resume la filósofa Esther Díaz. Y agrega que “ha decidido que se puede tener una vida plena sin necesariamente estar atada a un hombre, de manera que si estuviera con un hombre sería un acto de libertad”.

La encuesta también revela que a diferencia de lo que se cree, son menos los hombres que no tienen planes de casarse (38%) y más los que sí (52%), respecto de las mujeres. “El hombre se siente raro frente a esta mujer que necesita algo más que un hombre proveedor. Y el hombre sigue buscando esa mujer-madre que lo cuide”, reflexiona en diálogo con el diario Clarín la psicóloga y sexóloga clínica Diana Resnicoff.

Sin embargo, el escritor Sergio Sinay difiere de esa visión: “El matrimonio es una asignatura femenina más que masculina”, afirma. Aunque al mismo tiempo admite que observa un sustancial cambio en el rol social de la mujer. “Ya no se considera ‘solterona’ o ‘fracasada’ a una mujer que no está casada o que no fue madre antes de los 30 y pico”.

A la mitad de las solteras ya no les interesa casarse

Hoy privilegian la libertad y disfrutan la soledad. Una encuesta muestra que, en cambio, ahora los hombres están más pendientes que ellas de la boda. Especialistas dicen que la mujer cambió: es dueña de su cuerpo, pide lo que quiere y sabe decir que no.

El estereotipo “Susanita” agoniza . El entrañable personaje–espejo de Quino se está convirtiendo, con el devenir de los años, en un modelo anacrónico de mujer . Como consecuencia, lo que pierde adeptos es el evento social del casamiento. La mujer, presuntamente más cercana a la idea de casarse, de legalizar la unión “hasta que la muerte la separe” de su esposo, empieza a manifestarse independiente, alejada del mandato cultural tradicional . Lo dice una encuesta: el 50% de las solteras argentinas no tiene planes de casarse.

Cuestión de independencia, de igualdad de género, de protagonismo laboral; múltiples razones y explicaciones pueden encontrarse para comprender la debacle de “la institución matrimonio” .

Según detalla el relevamiento de la consultora D’Alessio Irol, “durante muchos años, la única opción que les ofrecía la sociedad a las mujeres era casarse, tener hijos y atender su hogar. Hoy el abanico de posibilidades se amplió y casarse ya no es el principal objetivo ”. Y explica que “el motivo más importante esgrimido es que no creen en el matrimonio como institución ”. De hecho, la encuesta muestra que el 47% de las consultadas cree que puede ser feliz estando sola. Aunque el 40% reconoce que casarse está en los planes del futuro, y de este grupo, ocho de cada 10 no renunciaría a su trabajo al casarse para convertirse en un ama de casa tradicional.

“La mujer ya no depende de un casamiento para ser aceptada socialmente”, resume la filósofa Esther Díaz. Y sigue: “Ha decidido que se puede tener una vida plena sin necesariamente estar atada a un hombre . De manera que si estuviera con un hombre sería un acto de libertad”.

La psicóloga y sexóloga clínica Diana Resnicoff piensa que las mujeres de hoy “eligen buscar lo que les pasa”: “El modelo tradicional ha fracasado. Todavía existen algunas ‘Susanitas’, pero cada vez menos. Esto es porque la mujer ahora es diferente : es dueña de su cuerpo, pide lo que quiere, sabe decir que no y que sí, acepta tener sexo sin amor”.

Atilio Alterini, profesor emérito de la UBA y ex decano de la Facultad de Derecho, explica: “El matrimonio implica la toma de un compromiso . Si es mantenido, lo es de por vida. Esto significa la existencia de una sociedad conyugal que fuera del matrimonio no existe”. No obstante, reconoce que con los cambios que se vienen en el Código Civil habrá pocas diferencias ante la ley . “Estoy absolutamente de acuerdo con el sistema de regímenes alternativos de la sociedad conyugal precisamente porque hay mucha gente que no se casa porque no quiere someterse a ese régimen”, dice. Y también aclara que “ para los hijos no implica ninguna ventaja que los padres estén casados . Se han eliminado las desventajas, como que eran discriminados en las escuelas. La sociedad ha madurado”.

La encuesta también revela que son menos los hombres, a diferencia de lo que se cree, que no tienen planes de casarse (38%) y más los que sí (52%), respecto de las mujeres. “El hombre se siente raro frente a esta mujer que necesita algo más que un hombre proveedor. Y el hombre sigue buscando esa mujer madre que lo cuide ”, reflexiona Resnicoff. “La mujer ya no depende de un casamiento para ser aceptada socialmente. Ante esto la necesidad del hombre es reforzar la institución matrimonial”, arriesga Díaz.

El escritor Sergio Sinay no concuerda: “El matrimonio es una asignatura femenina más que masculina”, afirma, aunque sí ve un cambio sustancial en el rol social de la mujer.

“Ya no se considera solterona o fracasada una mujer que no está casada o que no fue madre antes de los 30 y pico”.

Como piezas de Tetris , Díaz encaja estas nuevas conductas en el entorno social actual: “En la medida que la mujer ya no depende del dinero del hombre para sobrevivir se hace más realista . Y la realidad cambió y en función de eso vamos cambiando las costumbres”.