Persiste el malhumor social: para 8 de cada 10 argentinos la situación económica está peor que un año atrás

El 82% de los ciudadanos considera que el país está peor que en 2018, pero en diciembre ese porcentaje era aún más alto. Las principales preocupaciones entre los votantes de Macri y Cristina.

No se observan demasiados cambios en la última medición del Humor Social y Político, que efectuamos mensualmente junto a D’Alessio IROL, ya que la crítica hacia el presente económico continúa siendo contundente: el 82% de los argentinos opina que la economía está peor que en 2018, contra un 16% que opina lo contrario. Sin embargo, la visión sobre el presente económico podría estar mejorando ya que en diciembre el 88% señalaba que estaba peor que doce meses atrás, contra un 10% que consideraba que estaba mejor. Esta leve mejoría se da gracias a una postura más positiva entre los electores de Cambiemos en el balotaje: los que expresan que la economía está mejor que hace un año atrás alcanzan el 27%, mientras que, en diciembre este porcentaje solo llegaba al 16%. Entre los opositores el pesimismo reina: apenas un escueto 4% confiesa que está mejor que en 2018.

Consultados sobre las expectativas para el 2020, el optimismo se mantiene estable desde noviembre, aunque oscila dentro de un rango inferior al registrado en el primer semestre del 2018: el 38% considera que la situación económica del país mejorará el año próximo. Entre los votantes de la coalición gobernante en el balotaje en 2015, este porcentaje se acrecienta al 65% en tanto que los que optaron por el Frente para la Victoria (FPV) continúan con su pesimismo.

Haciendo zoom entre los partidarios de Cambiemos, se observa que luego de dos meses de recuperación, el optimismo hacia el futuro se estabiliza en un nivel similar al registrado a mediados de 2018, pero aún 10 puntos por debajo de los valores de hace un año atrás, cuando el 75% de los oficialistas consideraba que la situación económica del país mejoraría en 2019.

El principal factor de angustia de los argentinos sigue apuntando a las variables económicas y a la incertidumbre acerca de su evolución. La inflación se consagra como la principal preocupación desde hace un año. El primer mes del 2019 no fue la excepción: 9 de cada 10 encuestados la elige en primer lugar, esta preocupación desvela por igual a ambos lados de la grieta. Por detrás se encuentran otras variables económicas como la falta de certezas sobre la evolución de la situación económica del país (72%) y los aumentos de las tarifas de los servicios, en especial de la luz y el gas (70%), temas que se dan con mayor énfasis entre los votantes del FPV en el balotaje. Respecto del aumento de los impuestos y de la presión impositiva, con el 67% coinciden tanto oficialistas como opositores.

El reclamo por la inseguridad y la delincuencia no abandona el segundo foco de gran peso en la agenda de los ciudadanos, con el 60%, porcentaje que se eleva 13 puntos entre los oficialistas. Este tema, junto con la entrega indiscriminada de subsidios (66%) y los cortes de calles y piquetes (46%), son también importantes para el electorado de la coalición gobernante.

Por otro lado, la corrupción alcanza a 4 de cada 10 argentinos y produce indignación en ambos lados de la grieta, diferenciándose al momento de especificar quienes son los involucrados. En efecto, que queden sin castigar los actos de corrupción del gobierno anterior sigue siendo uno de los temas a resolver para el 68% de los partidarios de Macri en el 2015, mientras que la mitad de los que votaron a Scioli (45%) pone la lupa en la posible corrupción de la gestión actual.

Por último, el temor al perder el trabajo y la dificultad para pagar créditos y afrontar las tarjetas (ambos con 45%) parecen ser preocupaciones exclusivas de los opositores al gobierno de Cambiemos.

Al analizar los temas que más preocupan a los argentinos por edad, vemos que los temas económicos en general y la inflación en particular alcanza a todos por igual, sin distinción por tramo etario. Sin embargo, el temor por la inseguridad y la delincuencia se incentiva a medida que aumenta la edad del entrevistado. Los temas relacionados con la corrupción sólo preocupan a 2 de cada 10 jóvenes hasta 34 años y a 5 de cada 10 mayores de 55 años. Respecto del temor aperder el trabajo, el porcentaje es algo mayor en la franja etaria más joven, alcanzando al 39%.

Es indudable que la economía domina de forma muy clara la preferencia de los ciudadanos en torno a las problemáticas. Y si bien entre los electores o los ciudadanos favorables a Cambiemos las preocupaciones se extienden a otras cuestiones al margen de la economía, como la inseguridad y la corrupción del gobierno anterior, la conversación social está sesgada hacia temas como la inflación, la caída del ingreso, el aumento de las tarifas y el temor a perder el trabajo, y esto no pareciera cambiar, por lo menos en el corto plazo. Esto explicaría el énfasis que el equipo de campaña electoral de Cambiemos está poniendo en ejes discursivos no económicos, como una estrategia para minimizar el impacto negativo que tiene la cuestión económica. Aún tratando de entender esta lógica del planteo electoral del oficialismo y hasta pensando que podría llegar a tener éxito en el corto plazo, no hablar de economía tiene consecuencias bastante significativas. En primer lugar, porque el gobierno ganaría mucho en verosimilitud explicando en qué se equivocó y cómo llegamos a esta crisis. Pero, sobre todo, porque se pierde la oportunidad de dar un debate serio, que la sociedad necesita, para generar los consensos duraderos que son fundamentales para promover el desarrollo del país.

Publicado por Todo Noticias el 09/02/2019

Cae la imagen positiva de Macri, pero sigue cerca del 50%

Córdoba ha sido, desde 2015, uno de los bastiones de Mauricio Macri. Fue en esta provincia donde el ahora presidente consiguió una diferencia amplia para vencer al kirchnerista Daniel Scioli a nivel nacional y llegar a Casa Rosada. Es por eso que lo que piensen o sientan los cordobeses es una obsesión para el macrismo. En especial, como ahora, cuando aquel apoyo parece desinflarse.

Las consultoras Berensztein y D´Alessio IROL realizan, mensualmente, un estudio de opinión pública a nivel nacional en el que hay un capítulo destinado aCórdoba, realizado para La Voz.

El último informe, de enero, mostró que la imagen positiva de Macri está en su punto más bajo y marca 47 por ciento. Y la negativa, en el punto más alto: 46 por ciento.

En diciembre, el Presidente se había recuperado. Macri había cerrado 2018 con una imagen positiva mejor que la de meses anteriores (52 por ciento). Pero eso duró poco, y volvió a caer.

 Sin embargo, este ha sido el piso del Presidente en Córdoba. Nunca, ni siquiera en los momentos más críticos de la crisis financiera del año pasado, la valoración positiva cayó por debajo del 47 por ciento.

Es cierto que está lejos del 70 por ciento del que gozó en septiembre de 2017 (mes de euforia electoral por las legislativas); pero también lo es que podría estar mucho peor por la mala gestión económica.

¿Y Cristina Fernández de Kirchner? ¿Cómo evalúan hoy los cordobeses a la expresidenta de la Nación? Mal. Su imagen positiva no llega al 20 por ciento (18 por ciento), mientras que la negativa es del 78 por ciento. Altibajos

`La imagen positiva del Presidente presenta altibajos poco significativos desde agosto del año pasado, en tanto que la de CFK se mantiene con un fuerte rechazo`, explica Nora D´Alessio, una de las responsables de la encuesta.

¿Qué pudo impactar en la imagen de Macri en enero para volver a caer? `Aun cuando los distintos indicadores de percepción de la situación económica están en ascenso, los votantes de Córdoba se sienten vulnerables ante la inflación y la inseguridad`, responde D´Alessio, y explica que existe angustia por la situación del país: `Los cordobeses no encuentran que el Gobierno nacional tenga un plan cierto de mejora en estos temas`.

Lo afirma porque desde junio del año pasado la inflación se ha convertido en el tema que más preocupa a los cordobeses.

Luego, aparecen el aumento de los impuestos y la presión impositiva; y en tercer lugar, la incertidumbre sobre la situación del país.

D´Alessio hace hincapié en el sentir de los votantes de Cambiemos. ¿Qué pasa con los cordobeses que apoyaron a Macri en las últimas elecciones? `La situación impactaría en la mitad, el 46 por ciento, de los votantes de Cambiemos. Es el porcentaje que critica la gestión. Aun así, la mayor parte, el 62 por ciento, le asigna una valoración positiva`, afirma.

`Macri sigue integrando el grupo de los tres dirigentes, junto con María Eugenia Vidal y Roberto Lavagna, que no presentan números en rojo`, cierra D´Alessio. Optimismo

Hay un dato que los macristas destacan: los cordobeses son más optimistas cuando miran al futuro. Mientras en el resto del país el 58 por ciento dice que la situación económica de Argentina será peor dentro de un año, en Córdoba ese porcentaje baja al 45 por ciento.

Publicado por La Voz del Interior el 06/02/2019

Vidal, la mejor valorada por los cordobese

María Eugenia Vidal es, según la encuesta de Berensztein y D´Alessio IROL para La Voz, la política argentina mejor valorada en Córdoba.

Según datos de enero, la gobernadora de Buenos Aires tiene una imagen positiva del 61 por ciento (contra una negativa del 33 por ciento). Llegó a su pico en noviembre de 2017 (71 por ciento), pero luego nunca bajó del 57 por ciento.

La sigue Mauricio Macri, con una valoración positiva en caída, pero siempre cerca del 50 por ciento.

Desde la oposición, sobresale la figura del exministro de Economía Roberto Lavagna. Su nombre tiene buena aceptación entre los opositores al gobierno de Macri, y no es rechazado por el votante de Cambiemos.

 En enero, su imagen positiva en Córdoba llegó al 47 por ciento (y una negativa del 36 por ciento). Gobernadora. Cuenta con una alta imagen positiva en Córdoba.

Publicado por La Voz del Interior el 06/02/2019

Monitor de Humor Social y Político – Enero

“A partir de la estabilidad económica, se mantiene la imagen del gobierno”
“Relativo acercamiento de Cristina Fernández de Kirchner a Mauricio Macri”
Humor Social y Político  D’Alessio IROL / Berensztein
Enero 2019
  • La visión sobre el presente económico podría estar mejorando gracias a una postura más positiva entre los electores de Cambiemos. Sin embargo, la crítica sigue siendo mayoritaria.
  • El optimismo hacia el futuro se mantiene estable. Sin embargo, oscila dentro de un rango inferior al registrado en el primer semestre del 2018.
  • Las opiniones sobre la gestión del Gobierno continúan divididas entre sus electores. Persisten los cuestionamientos entre opositores.
  • Las variables económicas y la incertidumbre sobre su evolución conservan la primacía entre las preocupaciones de los argentinos. El segundo lugar es ocupado por la inseguridad. Luego se destacan temas como las entrega de subsidios y la corrupción del pasado y del presente.
  • Perciben que el Gobierno tiene diversos asuntos pendientes a solucionar. Los más relevantes girarían en torno a la pobreza, la situación económica, las partidas presupuestarias y la distribución de subsidios. Además, se observan algunos avances mesurados en materia de seguridad, derechos de la mujer y lucha contra la corrupción.
  • Sigue recuperándose la mención de proyectos personales que implican un gasto de dinero, alcanzando a más de la mitad de los ciudadanos.
  • Los dirigentes oficialistas se mantienen en los primeros lugares de imagen positiva, encabezados por Vidal y Patricia Bullrich, a las que le siguen Carrió y Macri. Cristina se aproxima a la imagen del presidente gracias a la valoración de quienes votaron al FPV en 2015. Lavagna sostiene una imagen positiva, recibiendo apoyo de ambos lados de la grieta. Otras figuras del peronismo no kirchnerista (como Pichetto, Massa y Urtubey) se encuentran por debajo del promedio.

Informe completo: MONITOR DE HUMOR SOCIAL Y POLÍTICO – ENERO 2019

Berensztein: “Los partidos políticos están en crisis”

En Cada Mañana, Pablo Rossi conversó con el analista político Sergio Berensztein acerca del Monitor de Humor Social que elabora la consultora D’Alessio Irol/Berensztein.

El estudio, realizado el mes pasado a 1132 adultos en todo el país, muestra que mientras casi la totalidad de quienes optaron por el kirchnerismo en el ballottage presidencial de 2015 reprueban la gestión de Cambiemos, solo uno de cada dos de los que votaron por Macri en aquella ocasión le dan el visto bueno.

“No hay demasiados cambios, la gente está muy preocupada por la inflación, las tarifas, la situación socioeconómica. Si bien es cierto hay una base importante que tiene el gobierno que lo apoya, similar a la que tiene Cristina, el tema de este año en la sociedad son los temas económicos”, comentó el analista político.

Las frases más destacadas:

“El Gobierno apuesta a mostrar estabilidad, sobre todo en tipo de cambio, inflación alta pero bajando de a poquito. Dujovne decía que la inflación va a ser más baja que el año pasado. La apuesta es mostrar una mejora relativa en un contexto de normalización de las variables más importantes sobre todo del tipo de cambio”.

“Argentina festejó como si fuera un mundial la primera exportación de cerezas, lo cual está muy bien. Pero en un momento en el cual el crecimiento en el mundo está basado en tecnología, en capital humano, en informática, nosotros festejamos la primera exportación de cerezas”.

“Complicó mucho la decisión en particular en la provincia de Buenos Aires. Ambos candidatos que dominan hoy el terreno electoral, Mauricio Macri y Cristina Kirchner tienen pisos sólidos y pisos bajos. Esto sugiere que hay espacio para algo distinto. Este es un espacio muy heterogéneo”.

“Hay la posibilidad de construir algo que capitalice a los sectores desalentados con la oferta existente. Hoy tenés un cúmulo largo de gobernadores detrás de esta construcción. Massa nunca tuvo un apoyo con excepción de De la Sota un apoyo tan contundente. La ancha avenida del medio se construyó antes de la crisis cambiaria. Todavía Cambiemos tenía atributos muy sólidos fundamentalmente en términos económicos. Hoy esto es distinto”.

“Ambas cosas en conjunto generan un entorno diferente. Hay un sector de la sociedad que está a la búsqueda de alternativas y no las encuentra en las ofertas que están instaladas”.

“Los partidos políticos hoy en occidente están en crisis. Al mismo tiempo hay cuestiones de la vieja idea del movimientismo que nos guste o no siguen teniendo vigencia. La Argentina tiene matices, hay múltiples sectores que tienen cosas que aportar. La Argentina tiene que construir utilizando las diferencias como riqueza. La grieta es un gran negocio para los que la dominan”.

Publicado por Radio Mitre el 04/02/2019

Encuesta llamativa: Venezuela rompe la grieta entre los votantes K y los de Cambiemos

Una consultora midió la opinión de los argentinos según sus preferencias políticas. El sistema democrático, el régimen de Maduro y la intervención del Gobierno.

 Un tamiz internacional parece haber logrado lo (casi) imposible: que se rompa al menos parte de la grieta entre los votantes de Cambiemos y del kirchnerismo. El milagro político lo logró Venezuela, el país con las reservas de petróleo más importantes del mundo y una crisis humanitaria sin precedentes. Con matices en los porcentajes y en los modos, tanto los seguidores de Mauricio Macri como los de Cristina Kirchner se muestran lejanos al régimen de Nicolás Maduro.

La conclusión sale de un trabajo de la consultora D’Alessio-IROL / Berensztein, que viene midiendo sistemáticamente la gestión del Gobierno nacional, a las principales figuras oficialistas y de la oposición, y que suele intercalar trabajos por temas de coyuntura como el venezolano. En esta oportunidad, a fines de enero hizo un relevamiento de 800 casos a nivel nacional.

La encuesta partió de una consulta básica y de final previsible: el 93% de los argentinos (encuestados) consideró que la “democracia es mejor que el autoritarismo”. Pero con el 7% restante, el que optó por un modelo totalitario, la consultora hizo un segundo recorte y preguntó si prefería un gobierno “como el de Cuba o Venezuela”. Allí, sólo un 7% eligió esta opción: ninguno entre los votantes de Cambiemos y 17% entre los K. Es decir, ni siquiera los kirchneristas que prefieren un régimen autoritario ven como buena opción la variante venezolana. Maduro lo hizo.

Otro punto que parece ahondar las diferencias entre el discurso político de los dirigentes kirchneristas y sus seguidores se vincula a la actitud que debe adoptar la Argentina. “Cree que la posición del Gobierno de Macri frente a la crisis de Venezuela debe ser…”, es el disparador y pone las opciones “intervenir” / “no intervenir”. Los resultados revelan pocas diferencias entre los votantes de ambos polos de la grieta: un 71% de los macristas pide intervención, contra un 60% de los K.

Los matices aparecen, claro, en el tipo de intervención que sugiere cada grupo. Hay cuatro variantes con resultados diversos:

– “Reclamar por vías diplomáticas el respeto por los derechos humanos”, la eligen el 68% de los votantes de Cambiemos y el 19% de los K.

– “Promover un efectivo diálogo político entre chavistas y la oposición”: 33% votantes Cambiemos, 50% votantes K.

– “Requerir de forma activa a Maduro que libere a los presos políticos”: 57% votantes de Cambiemos, 8% votantes K.

– “Activar las acciones de la OEA que finalmente separen a Venezuela de esta Organización de Estados Americanos”: 41% votantes de Cambiemos, 5% votantes K.

Sobre el final, volviendo a la Argentina, también se ven coincidencias generales sobre el “logro más importante de ese período de democracia” en el país. Las principales opciones elegidas por ambos votantes es “erradicación de los golpes militares” (46% entre los macristas, 61% los K) y “libertad de expresión” (35% los macristas y 20% los K)

Publicado por Clarín el 04/02/2019

El Gobierno apunta a la corrupción pero a la sociedad le preocupa más la economía

Inflación, dudas sobre el futuro, aumento de tarifas y presión fiscal alimentan el malhumor social. La oposición no lo capitaliza pero la imagen de Macri baja al nivel de la de Cristina

El persistente malhumor social por la realidad económica que atraviesa el país abre un gran interrogante sobre el resultado de las próximas elecciones generales. Mientras el Gobierno centra su discurso en la agenda de la corrupción y la seguridad, las mayores preocupaciones de los argentinos giran en torno a la inflación, el incremento de las tarifas y la incertidumbre por un presente que observan negativo y un futuro que, para la mayoría, no se presenta venturoso.

Así lo revela la última entrega del Monitor del Humor Social, que elabora D’Alessio Irol/Berensztein en exclusiva para El Cronista. El estudio, realizado el mes pasado a 1132 adultos en todo el país, muestra que mientras casi la totalidad de quienes optaron por el kirchnerismo en el ballottage presidencial de 2015 reprueban la gestión de Cambiemos, solo uno de cada dos de los que votaron por Macri en aquella ocasión le dan el visto bueno.

Así, si bien los dirigentes oficialistas siguen exhibiendo la mejor imagen, la adhesión al jefe de Estado se redujo a tal punto que se acercó al nivel de la senadora Cristina Kirchner. Hoy posee 37% de imagen positiva y 58% de negativa (el máximo de la serie que se inició en septiembre de 2016), contra 35% y 61%, respectivamente, de la ex mandataria.

“Cristina continúa achicando su diferencia histórica con Macri en cuestión de imagen”, señala el consultor Eduardo D’Alessio, aunque refleja que “los referentes de Cambiemos mantienen prácticamente sin cambios los valores de los últimos meses” y advierte que “Roberto Lavagna sigue representando cierto imaginario de aceptación más allá de la grieta”.

Según fue publicado hoy en el Boletín Oficial, ahora también se hará a través de plataformas de pago digitales con el fin de complementar la red de pagos actual por sistema bancario. Cómo funciona.

El trabajo revela que mientras dos de cada tres electores kirchneristas mantiene su adhesión a la ex jefa de Estado casi sin alteraciones, el electorado oficialista no es ajeno a las preocupaciones que dominan la agenda y, si bien no alimenta alternativas a la administración actual, adhiere en que las cuentas pendientes de la gestión radican, fundamentalmente, en cuestiones económicas. Así, unos y otros creen que bajar la pobreza y mejorar la situación económica del país, entre otros, son temas que el debía haber modificado y no lo hizo.

“Indudablemente la economía sigue siendo un tema muy dominante en las preferencias de los ciudadanos”, dice el analista Sergio Berensztein, quien remarca que “esto, al comienzo del año electoral, evidentemente genera un obstáculo para el Gobierno que está tratando de imponer otras cuestiones en la discusión, fundamentalmente temas vinculados a la corrupción, a la inseguridad y cuestiones que lo muestran activo en áreas no económicas”.

En esa línea, D’Alessio agrega que “seguridad y corrupción, lo que parecen ser los ejes de campaña de Cambiemos, está en las preocupaciones de la población bastante por debajo de inflación y tarifas, posición tácita de la oposición”.

“Esto no quiere decir que Cambiemos no logre consolidar su base de electores, donde efectivamente todavía tiene bastante influencia”, aclara Berensztein, pero añade que “la gran incógnita es qué pasa en un eventual ballottage si Macri no logra el umbral que requiere la Constitución para resolver la cuestión de la sucesión presidencial en primera vuelta (40% de sufragios con 10% de diferencia sobre el segundo o 45% de votos)”.

“No obstante, es evidente que la oposición sigue sin poder capitalizar el desgaste del Gobierno, donde todavía aparece, sobre todo en la constelación del peronismo moderado, la ausencia de dirigentes con competitividad electoral y efectivamente capacidad de liderar ese espacio. Esta es una tendencia que si, entrado el año electoral no cambia, puede indicar que esta elección va a terminar también muy polarizada”, concluye.

Publicado en El Cronista el 04/02/2019

La corrupción, otra vez como uno de los ejes de campaña de Cambiemos

El Decreto de Necesidad y Urgencia que habilita la extinción de dominio fue el puntapié inicial de la estrategia del oficialismo. Qué piensan los argentinos sobre el trabajo de Macri.

En diciembre de 2015, en su primer y breve discurso de apenas 29 minutos ante la Asamblea Legislativa, el flamante presidente Mauricio Macri prometió la unión de los argentinos, “sacar el enfrentamiento del centro de la escena” y uno de los tramos más aplaudidos fue cuando se refirió a la lucha contra la corrupción: “Voy a ser implacable con aquellos que, de cualquier partido, sean propios o ajenos, dejen de cumplir lo que señala la ley. No habrá tolerancia con esas prácticas abusivas, no hay principio ideológico que pueda justificarlas. Los bienes de la Argentina son para todos los argentinos y no para el uso incorrecto de los funcionarios”.

En enero de 2019, el gobierno de Cambiemos se encuentra en “modo electoral” y se pone nuevamente a la ofensiva en cuestiones vinculadas a la corrupción, reinstalando el tema en la agenda pública. En efecto, junto con el miedo al retorno de CFK y la lucha contra la inseguridad, la corrupción es el tercer issue o eje discursivo del oficialismo. Esto explica la polémica sanción del DNU sobre la extinción de dominio, pero más allá del debate acerca de la utilización correcta o incorrecta de los DNU, lo que se pone de manifiesto es la intención de que la campaña gire sobre temas no económicos, talón de Aquiles de la coalición gobernante.

 ¿Dónde se encuentra Argentina en el mapa de la corrupción mundial?

El Índice de Percepción de la Corrupción 2017 (IPC), de Transparency International, mide la percepción de la corrupción en el sector público, empleando una escala de cero a 100, en la cual cero equivale a muy corrupto y 100 a muy transparente. En un ránking de 180 países, este año los primeros puestos fueron para Nueva Zelanda (89 puntos) y Dinamarca (88). En los últimos puestos se ubicaron Siria, Sudán del Sur y Somalia con puntuaciones de 14, 12 y 9 respectivamente.

El IPC concluyó que más de dos tercios de los países obtienen una puntuación inferior a 50, y que la puntuación media es de 43. La región con mejor desempeño es Europa Occidental, con una puntuación media de 66; las regiones peor posicionadas son África Subsahariana (promedio de 32) y Europa del Este y Asia Central (promedio de 34). El promedio de América es de 44,19.

La Argentina, con 39 puntos, se ubica en el puesto 85 del mundo y en el puesto 16 entre los 31 países de América del Sur y del Caribe. Y si bien escaló 10 puestos respecto de la medición anterior, sigue estando en el grupo de los países corruptos a altamente corruptos y por debajo del promedio global y regional.

En realidad, todos los países que integran la región pertenecen a este grupo, se encuentran en rojo, a excepción de Uruguay, Chile y Costa Rica, que son percibidos como altamente transparentes. Uruguay se ubica primero en la región en términos de transparencia, en el puesto 23 del ranking global, con 70 puntos. En contraposición, Venezuela con apenas 18 puntos en la escala de transparencia, se ubica en el puesto 169 de 180.

En cuanto a la evolución del IPC para Argentina, se observa una mejora durante el gobierno de Cambiemos, puesto que en las mediciones entre 2012 y 2014 el país obtuvo alrededor de 35 puntos; en 2015 consiguió su peor puntaje, 32 y en cambio, en 2016 mejoró 4 puntos (36) y continúa haciéndolo en 2017, alcanzando los 39 puntos.

Pero, ¿cuál es la importancia que le otorgan los ciudadanos a la corrupción como principal problema del país? ¿La consideran una prioridad? A nivel nacional, según los datos del último Humor Social y Político que realizamos mensualmente junto con DAlessio-Irol, la corrupción preocupa a 4 de cada 10 argentinos. Se ubica, así, en el octavo puesto en el ránking de problemas a resolver prioritariamente.

Más precisamente, la corrupción alcanza al 38% y produce indignación en ambos lados de la grieta, diferenciándose al momento de especificar quiénes son los involucrados. En efecto, que queden sin castigar los actos de corrupción del gobierno anterior sigue siendo uno de los temas a resolver para el 65% de los partidarios de Macri en 2015, mientras que la mitad de los que votaron a Scioli pone la lupa en la posible corrupción del gobierno actual. (Datos correspondientes a la medición de diciembre realizada en forma online a 1.355 encuestados mayores de 18 años de todo el país.)

A nivel regional, según la última medición del Latinobarómetro, realizado entre el 15 de junio y el 2 de agosto de 2018, los encuestados de 18 países de América Latina mencionan a la corrupción, junto con la situación política, como el tercer principal problema a resolver en la región, con del 9% de las menciones; después de la economía, con el 35% y la delincuencia, con el 19%.

Al analizar el problema país por país, en los tres primeros puestos se encuentran: Colombia con 20%; Perú, 19%; y Brasil, 16%. Sin embargo, ni en Uruguay ni en Venezuela la corrupción representa un problema ya que sólo la mencionan el 1% de los consultados. Argentina aparece con el 3%, junto con El Salvador. “La Argentina es un país que ha tenido una larga historia de corrupción en sus instituciones públicas como ha quedado consignado en informes anteriores de Latinobarómetro. Sin embargo, en el año 2018, este problema país no aparece como relevante, ya que está opacado por la crisis económica actual”, se expresa en esta nueva edición.

Sin embargo, independientemente del lugar que ocupe la corrupción como principal problema a resolver, la percepción de su aumento persiste: mientras que en la medición anterior un 62% de los latinoamericanos decían que la corrupción había aumentado, en 2018 este porcentaje crece a 65%. Es más, en sólo en uno de los 18 países que participan de la medición, Honduras, el porcentaje está por debajo del 50%. En cuanto a Argentina, el 56% de los consultados considera que la corrupción aumentó respecto del año pasado.

Se preguntó por el grado de acuerdo/desacuerdo con la siguiente frase: “Se puede pagar el precio de cierto grado de corrupción, siempre que se solucionen los problemas del país” y como respuesta obtuvimos que 5 de cada 10 latinoamericanos estarían dispuestos a pagar ese precio. Entre los menos dispuestos, estarían Chile, Uruguay y Brasil, con 33,9%, 39,2% y 40,6%, respectivamente; y entre los más dispuestos, República Dominicana y Honduras, con 73,9% y 69,8%. En cuanto a la Argentina, la tolerancia a la corrupción fue creciendo: en 2012, sólo 2 de cada 10 argentinos estaba dispuesto a pagar este precio, pasando a 3 de cada 10 en 2016 y terminando en 5 de cada diez argentinos en esta última medición.

En cuanto al desempeño de los gobiernos latinoamericanos en la lucha contra la corrupción pública, el promedio regional demuestra la insatisfacción de la ciudadanía en la materia, ya que casi el 53% afirma que la actuación es mala (muy mala 18,45 y mala 34,2%), contra un tercio que opina lo contrario (muy buena 5,9% y buena 26,5). El 15,2 % restante no tiene la suficiente información como para opinar acerca de este tema. Entre gobiernos mejor evaluados se encuentran Ecuador, Nicaragua y Honduras, todos con balance positivo, 29,5%, 26,5% y 22,9% respectivamente. Entre los peores, aparece Brasil en primer lugar con balance negativo de casi 71%, seguido por Chile, con -47,8% y Venezuela, con -43,6%.

Respecto de la actuación del gobierno de Mauricio Macri en la lucha contra la corrupción pública, el 15,9% la evalúa como muy mala; el 29,3% mala; en tanto que para un 29% está actuando bien y, para un 8,3%, muy bien en la materia. Al igual que el promedio regional, también es alto el porcentaje de quienes no pueden calificar su desempeño por no contar con los datos suficientes: 17,5%.

Acerca de la percepción de quiénes son los actores políticos y sociales involucrados en actos de corrupción, para el 51% de los latinoamericanos “todos o casi todos” los parlamentarios están involucrados; el 50% cree que lo están los presidentes y el 47%, los concejales y el gobierno local. Entre los actores sociales considerados como no involucrados por la mayoría de los encuestados de la región se encuentran los líderes religiosos, con el 57%, los empresarios, con 53% y los empleados públicos, con 51%.

Haciendo foco en los presidentes y sus funcionarios, sólo en tres países su población cree que están minoritariamente involucrados en actos de corrupción: Uruguay (26%), Costa Rica (29%) y Chile (32%). En el resto de los países de la región la mitad o más de la mitad cree lo contrario y Argentina no escapa a esta percepción, con el 53%.

Para concluir, el tema de la corrupción no pasa desapercibido para los argentinos, según el Latinobarómetro, el 56% considera que ha aumentado, pero queda evidentemente relegado como problema prioritario a resolver en el país. Es preocupante la percepción que tiene el 53% de los ciudadanos acerca de que el presidente Macri y sus funcionarios estarían involucrados en actos de corrupción y que el 45% considere malo el desempeño del gobierno de Cambiemos en la lucha contra la corrupción pública.

¿Estará bien encaminada la estrategia electoral de Cambiemos al poner a este tema como eje de campaña? ¿Alcanzará, sumada al miedo al retorno populista y la inseguridad, para compensar las penurias económicas que experimentan la enorme mayoría de los argentinos, incluyendo a los que votaron por Cambiemos? Al menos reconocer su existencia y su importancia es sin duda el primer paso y la incorporación de propuestas anticorrupción en las plataformas electorales deberían tener como objetivo cambios estructurales, demostrando que existe un compromiso a largo plazo para combatirla.

Publicado por TN el 27/01/2019

El kirchnerismo, en el espejo venezolano

El kirchnerismo cometió una excepción: fue coherente. El apoyo al régimen dictatorial de Nicolás Maduro forma parte de la biografía de los Kirchner y de su insalvable destino. En el chavismo se refugió Néstor Kirchner cuando se fue de la presidencia. Promovió entonces un diálogo con la guerrilla colombiana que fracasó. Por mediación de Hugo Chávez , Cristina Kirchner llegó mucho después al gobierno iraní y a la firma del tratado sobre el criminal atentado contra la AMIA. La historia posterior es conocida: la denuncia de ese pacto le costó la vida al fiscal Alberto Nisman y el tratado fue declarado inconstitucional por la Justicia argentina. Maduro es una secuela caricaturesca de Chávez, como de alguna manera Cristina Kirchner lo fue de su marido muerto.

 Cuando Chávez llegó al poder, en febrero de 1999, el precio del barril de petróleo era de 10 dólares. Cuatro años después, en 2003, el precio del barril superaba los 100 dólares. El ingreso a Venezuela de una cantidad diez veces mayor de petrodólares explica en gran medida el éxito del chavismo.

 El monumental despilfarro de ese dinero (y la consiguiente corrupción) revelan las razones de la crisis terminal que se abatió ahora sobre Maduro. Venezuela tiene la mayor reserva de petróleo del mundo, por encima de Arabia Saudita, de los Emiratos Árabes o de Rusia. Pero los venezolanos se mueren de hambre o por falta de medicamentos esenciales. Un país potencialmente rico puede terminar arrastrándose en el fracaso. El populismo no es solo una forma de enfrentar a la sociedad con sus instituciones, que también lo es, sino una receta extremadamente ineficaz para gobernar. Maduro no se está cayendo por autoritario, sino por inepto. China, por ejemplo, es gobernada por uno de los sistemas más autoritarios del mundo, pero su eficacia está fuera de discusión.

 Cuando los Kirchner gobernaban la Argentina, el precio de la soja trepó hasta los 630 dólares la tonelada. Ahora cuesta menos de la mitad. Sin embargo, Cristina Kirchner dejó un déficit fiscal de más del 7 por ciento del PBI, una inflación escondida de casi el 30 por ciento y una pobreza superior al 30 por ciento. El Banco Central se quedó sin dólares al extremo de que la expresidenta le impuso un cepo a la compra de moneda norteamericana. Los Kirchner recibieron el país en default y lo entregaron en default. ¿Cómo pedirle al kirchnerismo que cuestione al chavismo si son casi lo mismo? La única diferencia, y no menor, es que el kirchnerismo no llegó a los niveles criminales de persecución política (aunque la hubo a opositores y periodistas), a la colonización absoluta del Poder Judicial (aunque la intentó sin suerte) ni al descarado fraude electoral. El camino del kirchnerismo, guste o no, terminaba en una crisis política y económica parecida a la que padece ahora Venezuela. Ese camino giró dramáticamente en 2015, y salvó al país del destino venezolano, cuando cambió el gobierno argentino. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con Macri , pero no se le puede negar esa conversión decisiva de la política local.

 El gobierno de Maduro es un régimen militar. Todo el mundo está pendiente de qué hacen o qué dicen los militares venezolanos. El poder de la nomenclatura civil del chavismo casi ha desaparecido. Cristina Kirchner hizo un intento similar cuando le dio el poder militar y los servicios de inteligencia al general César Milani (ahora preso por delitos de lesa humanidad después de haber puesto el Ejército al servicio del “movimiento nacional y popular”), pero la sociedad argentina no es la venezolana. Una clase media más numerosa y más sofisticada significa aquí un reparo a los excesos políticos. La sociedad argentina, además, vivió el militarismo durante varias décadas en el siglo pasado como para repetir esa lamentable historia, que ahora ya es un anacronismo en cualquier lugar.

 Con el apoyo de los militares, Maduro convocó a elecciones a todas luces fraudulentas. Adelantó los comicios presidenciales con el beneplácito de la autoridad electoral (CNE), cooptada por el chavismo; inhabilitó para participar de las elecciones a los principales partidos y dirigentes de la oposición, y obligó a los votantes a presentarse en los centros de votación con el “carnet patriótico”, que obviamente lo concede el gobierno de Maduro. Tampoco convocó a elecciones de legisladores para la Asamblea Nacional, según lo estipula la Constitución. La abstención fue altísima; solo el 46 por ciento de los inscriptos se presentó a votar.

Venezuela tiene dos presidentes. Uno, Juan Guaidó , con más reconocimiento entre los países occidentales y con el apoyo de la mayoría inmensa de América, desde Canadá hasta la Argentina y Chile. El otro, Maduro, es solo reconocido por gobiernos autoritarios (Rusia, China, Turquía).

 La diarquía no puede ser eterna. Los intentos de negociación fracasaron uno tras otro, porque Maduro los convalidó solo para ganar tiempo, incumplirlos y fraccionar a sus opositores. Fracasaron las gestiones del papa Francisco, de una comisión de expresidentes liderada por el español José Luis Rodríguez Zapatero y hasta una gestión embrionaria de la OEA. La propia Unión Europea apoya ahora a Guaidó, pero no lo reconoce porque aspira a mediar en una negociación. Maduro les dice que sí a todas la iniciativas de diálogo después de una treintena de muertos. Luego las dinamitará. Guaidó y la oposición unánime no quieren saber nada de negociaciones porque saben que será tiempo ganado por Maduro. En la Argentina, Macri denunció al chavismo desde la campaña electoral y lo sigue haciendo, ahora con la ejecución convencida de esa política por parte del canciller Jorge Faurie. El de Macri fue uno de los primeros gobiernos en reconocer a Guaidó como presidente interino de Venezuela. La Cámpora, el bloque de diputados kirchneristas, Luis D’Elía y Hebe de Bonafini (es decir, Cristina) apoyan al régimen militar de Maduro, aun contra la opinión de gran parte de sus propios votantes. Según una encuesta de D’Alessio/Berensztein, solo el 20 por ciento de los votantes del Frente para la Victoria apoya a los gobiernos de Venezuela y Cuba. En esa medición, la frase “la democracia tiene errores económicos, pero es el mejor sistema de gobierno que existe” recibió el 90 por ciento de aprobación. El 65 por ciento de la sociedad cree que Macri debe intervenir en la crisis de Venezuela. Macri interviene, ni lerdo ni perezoso.

 El gobierno de Estados Unidos podría darle un golpe mortal al régimen de Maduro solo con no comprarle más petróleo. De ahí proviene casi la única caja recaudadora de dólares. Un historiador venezolano, que prefiere que no se diga su nombre, suele afirmar que “si Estados Unidos dejara de comprarnos petróleo, Venezuela volvería en horas a la Edad Media”. La otrora poderosa petrolera venezolana PDVSA tiene tres refinerías cruciales en territorio norteamericano. La más importante, en Luisiana, puede refinar casi todo el petróleo que Estados Unidos le compra a Venezuela, unos 500 mil barriles diarios, casi la mitad de lo que produce. Le vendía más, pero la producción de PDVSA también se cae. Las refinerías en Venezuela ya no sirven por falta de repuestos. De hecho, Caracas debe importar derivados del petróleo. Pero ni Donald Trump ni Maduro hablan de petróleo; solo intercambian insultos políticos. También hay negocios con el oro y los diamantes, pero estos están en manos de grupos libaneses.

Fuentes diplomáticas extranjeras (y organismos internacionales) esperan en los próximos días un hecho decisivo que volcaría definitivamente la situación. ¿La prisión de Juan Guaidó? ¿Un asedio militar a la embajada norteamericana o a las de otros países? Suponen que una fracción de los militares podría presentar entonces una propuesta de mediación para la convocatoria de elecciones transparentes y libres. La maniobra no será nunca fácil, porque gran parte de la cúpula militar, si no toda, está manchada por las corrupción del narcotráfico y el contrabando. Guaidó ya les ofreció una amnistía a todos los militares que reconozcan a su gobierno. También hay gestiones para que el propio Maduro se beneficie de una amnistía y de un exilio en Sudáfrica. La foto de la caída del chavismo sería una pésima novedad electoral para el kirchnerismo. La coherencia de los seguidores de Cristina (y la de ella misma) se finca en razones más prácticas que las de una romántica revolución.

Publicado por La Nación el 27/01/2019