Gran parte de los cordobeses que votaron a Macri aseguran que están peor que el año pasado

Una encuesta que releva la opinión de los cordobeses destaca que el 47% de los encuestados califica como mala o muy mala la gestión de Mauricio Macri mientras el 70% asegura que la situación económica hasta peor que hace un año. El mayo negro del mercado cambiario impactó duramente en el humor social.

La consultora D’Alessio Irol y Berensztein realizó un relevamiento en la provincia de Córdoba donde se arrojó un fuerte descontento con la gestión del Gobierno de Mauricio Macri y en especial con el rumbo económico en relación al último año. El mayo negro de los mercados y la suba del dólar fueron los que provocaron el mayor impacto.

La pregunta que genera una mayor visibilidad al descontento de los cordobeses se da sobre como considera su actualidad económica en relación al último año. Si se tiene en cuenta que en el mes de abril un 48% aseguraba estar peor, a la hora de ver los indicadores de mayo se desprende que un 70% de los cordobeses consideran que hoy están peor que hace un año atrás.

“Es fuerte el impacto negativo de los sucesos de mayo en la evaluación sobre el presente económico, especialmente entre votantes de Cambiemos. Pese a eso, conservan el optimismo hacia el futuro”, explica el estudio. Ahí se desprende que los que consideran estar peor que el año pasado son más entre los que votaron por Macri (el 52%) que entre los que lo hicieron por el Frente para la Victoria (42%).

De todos modos los cordobeses que votaron por Macri son los más optimistas acerca del futuro del país (40%). No obstante son los más jovenes -menores de 34 años- los menos optimistas contra apenas el 29% de los mayores de 55 que creen que la cosa no mejorará.

En cuanto a la percepcion sobre la gestión de Gobierno, los cordobeses siguen siendo optimistas aunque la calificación positiva cayó de un 56 a un 50%. De esta forma se observa que la curva de la evaluación negativa (la gestión es “mala” o “muy mala”) subió del 41% al 47% y se acerca a la positiva.

Pero un dato a tener en cuenta es la caída en la aprobación por parte de la base electoral de Cambiemos en Córdoba. Si se tienen en cuenta los indicadores de octubre de 2017, la evaluación positiva de gestión cayó un 29% pasando del 92% al 63 en este mayo. En forma lineal la desaprobación paso del 8% en el mencionado mes del año anterior a ser del 35 en el quinto mes del 2018.

Publicado en Política Argentina el 19/06/2018

Sobre los paraguas que hacen llover y el FMI

Memorias. Néstor Kirchner firmó el último acuerdo con el FMI. Mitos y verdades de los ajustes

El 11 de septiembre del 2003, en pleno gobierno de Nestor Kirchner, la Argentina cerró su ultimo acuerdo con el FMI. No eran tiempos tranquilos; aunque la economía ya se había empezado a recuperar, los indicadores sociales resultaban calamitosos y el financiamiento internacional estaba cerrado porque habíamos entrado en default en la corta presidencia de Rodriguez Saa. En la memoria popular, sin embargo, ese acuerdo nunca existió: la mayoría de la gente piensa que la ultima vez que arreglamos con el Fondo fue en el 2001 y que ello profundizó el derrumbe de la economía.

Tan es así, que una encuesta reciente de D’Alessio IROL muestra que el 75% de los argentinos considera inadecuado pedir ayuda al Fondo y que 57% piensa que la economía empeorará por esa decisión.

La memoria, se sabe a partir de las investigaciones de Elizabeth Loftus y Daniel Schacter, dista de ser una grabadora fiel, sino que mas bien edita los recuerdos y los acomoda para que sean compatibles con las reconstrucciones que cada tanto hacemos del pasado. El 15 de diciembre del 2005 el entonces presidente anunció el pago anticipado de la deuda con el organismo multilateral planteando la medida como un paso trascendental en la recuperación de la soberanía económica. Esa ultima versión, que había sido mas el resultado pragmático de una coyuntura internacional favorable, que una convicción ideológica, reemplazó en la memoria el recuerdo de la gestión que personalmente hizo Nestor el 6 de septiembre del 2003, para destrabar el acuerdo que se firmaría una semana después con el FMI. Es lógico entonces que exista una aversión masiva al Fondo, porque todos pensamos que la ultima vez que tocamos las puertas de su sede de Washinghton terminamos mal, cuando en realidad la ultima vez que lo hicimos nos fue tan bien que pudimos pagar por anticipado.

Sesgo de correlación Pero las fallas de la memoria no son el único defecto de nuestro sistema cognitivo; además somos bastante malos para distinguir entre correlaciones y causalidades. Lo cierto es que, si el fenómeno A y el B ocurren simultáneamente, es tan posible que sea A el que genera a B, como que suceda exactamente al revés, o incluso que se trate de una merca coincidencia. En las clases de econometría los profesores suelen usar el ejemplo de la educación y los ingresos para ilustrar este punto. Todos sabemos que hay correlación y que, en términos generales, la gente con mas formación gana mejor que los que estudian menos, pero no se puede descartar que la causalidad no vaya en el sentido opuesto y que en realidad lo que esté ocurriendo es que los que tienen una mejor posición económica familiar tengan mas posibilidades de estudiar y luego tengan ingresos mas altos por su herencia o sus relaciones y no por sus estudios.

Me gusta pensar al Fondo Monetario Internacional como una ambulancia. Es cierto que en general las personas que son transportadas en esas unidades médicas móviles están enfermas, pero nadie en su sano juicio pensaría que es la ambulancia la que causó el paro cardíaco, o indispuso al paciente, del mismo modo que anadie se le ocurriría pensar que los paraguas hacen llover, por más que nadie puede negar que es mucho más probable que llueva los días que la gente sale de casa con paraguas.

Del mismo modo que nadie llama una ambulancia por diversión, ningún país con una macroeconomía saludable pide asistencia del FMI. Si Argentina llama otra vez la ambulancia es porque el gradualismo fracasó; simplemente el mercado, que hasta noviembre pasado creía y financiaba la transición a la estabilidad, dejó de hacerlo. En este caso está claro que es la crisis la que causó la aparición del Fondo y no viceversa.

Así y todo, es legítimo cuestionar si la firma del acuerdo y las medidas de política económica que se desprenden de ese compromiso, resuelven o agravan la crisis.

¿Que dice la ciencia?

La Academia está dividida respecto del efecto que finalmente causa el FMI, porque metodológicamente no es fácil separar los efectos e identificar las verdaderas causas de la performance de los países que firman con el organismo. Por ejemplo, sabemos que la última experiencia argentina fue positiva a partir del acuerdo del 2003, pero no es fácil determinar hasta que punto la fuerte recuperación de la economía en 2004 y 2005 se debió al FMI y hasta que punto es atribuible a la suba internacional de la soja o a la fuerte devaluación previa. Sabemos también que la experiencia griega fue dolorosa, pero no es posible establecer claramente si lo fue por culpa de este organismo o es atribuible a las medidas dispuestas por la troika. Tampoco sabemos que hubiera pasado si, alternativamente, los helenos hubieran abandonado el Euro y devaluado luego de la crisis del 2009.

El politólogo Nathan Jensen estudió 68 países y llegó a la conclusión de que los países que firman con el Fondo reciben luego, en promedio, un 25% menos de inversiones. Sin embargo, el economista Axel Dreher concluyó, luego de un riguroso estudio econométrico, que acordar con el organismo reduce significativamente las chances de tener una nueva crisis, una vez que se controla por el hecho de que en general los países que acuden al fondo son mas propensos a las crisis, que los que tienen una macro mas sana. Finalmente, una investigación de Muhammet Bas, de la Universidad de Harvard y Randall Stone, de Rochester, sobre la base de 104 países, que fueron estudiados entre 1970 y 2008, confirma que efectivamente los países con economías mas inestables son mas propensos a acudir al Fondo y que, en promedio, los que lo hacen crecen luego más que los que, con una misma macro, no lo hacen. No obstante, descubrieron que los efectos sobre el crecimiento ulterior dependían inversamente de la severidad de la crisis previa, lo que nos hace pensar que, en el caso de Argentina, con altas reservas internacionales y relativamente baja deuda, podríamos esperar efectos positivos de mayor magnitud.

Dicho esto, también es cierto que independientemente de cual haya sido el impacto en la historia, si la opinión mayoritaria de la gente es que ir al Fondo resulta pernicioso, una suerte de profecía autocumplida podría profundizar la crisis, si el temor al Fondo se traduce en una menor predisposición al consumo de las familias y una mayor retracción a hundir capital por parte de las empresas.

Publicado en Clarín el 18/06/2018

Lo que los chicos piden de educación sexual no es lo que más se les enseña

Surge de una encuesta oficial. Quieren más información sobre el aborto y el embarazo no deseado.

La presión de los adolescentes y el debate sobre la legalización del aborto volvieron a poner en agenda a la educación sexual en las escuelas, un derecho que debería estar garantizado para todos los chicos argentinos desde 2006, pero que aún no se cumple cabalmente. Pasaron 12 años desde que fue sancionada la ley la Educación Sexual Integral (ESI) -que ubica a la sexualidad no solo en su aspecto biológico, sino también psicológico, social, afectivo y ético- , y la implementación avanza a ritmo lento en el país. Ahora, cuando la ESI efectivamente entra en la escuela, ¿resulta efectiva? ¿Existe algún vínculo entre lo que trabajan los docentes en el aula y aquello que los chicos quisieran aprender?

Un relevamiento del gobierno porteño muestra que en buena parte no: mientras los profesores, en su mayoría, planifican temas como discriminación, violencia y prejuicios, los estudiantes prefieren que les hablen sobre el aborto y los embarazos no planificados. Y que muchas veces se dan clases relacionados con la ESI, pero los estudiantes no las perciben como tales.

El contenido de la educación sexual integral en el distrito está fijado en las guías que elaboraron los ministerios de educación nacional y el de la Ciudad, e incluye aspectos como distintas identidades sexuales y de género, conocimiento del cuerpo, ejercicio saludable y placentero de la sexualidad, maternidad forzada o voluntaria, entre otros.

El relevamiento del gobierno porteño al que accedió Clarín consistió en una encuesta a profesores y estudiantes de segundo a quinto año de escuelas secundarias porteñas, realizada entre el 10 de marzo y el 26 de abril. Contestaron 44.123 estudiantes un cuestionario en papel. Los profesores respondieron online: fueron 850 de 130 colegios. `Por la cantidad de estudiantes que respondieron, la muestra es representativa, en el caso de los docentes faltarían más. Sin embargo, los datos son suficientes como para empezar a pensar qué es lo que está pasando dentro de las escuelas con la educación sexual integral`, le dijo a Clarín Tamara Vinakur, directora de la Unidad de Evaluación del Ministerio de Educación porteño.

En todos los casos, las preguntas giraron en torno a la presencia de la ESI en la escuela, así como las temáticas tratadas y preferidas por docentes y estudiantes. Alos profesores, por ejemplo, se les preguntó qué temáticas vinculadas a la ESI planificaron para 2018, mientras que a los estudiantes cuáles les gustaría trabajar. Allí aparecen diferencias significativas.

Mientras que la mayoría de los docentes planifican trabajar sobre `no discriminación` (67%), `violencia y maltrato en los vínculos` (61%), `formación de prejuicios y estereotipos` (58%) y `equidad de género` (56%), los chicos prefieren que les hablen sobre todo sobre `perspectivas sobre el aborto` (59%), y `embarazos no planificados` (46%). Los temas ya estaban prefijados en la encuesta: eran 17.

Además, también hay diferencias en las formas en que se da este contenido. Mientras que la mayoría de los docentes utiliza clases explicativas así como láminas y afiches, los estudiantes prefieren radio abierta, debate sobre una película y preparación de una obra. Lo más significativo es que lo que más usan los docentes es lo que menos les gusta a los chicos: apenas un 21% de los estudiantes dijo preferir la explicación de un profesor y el 22%, el diseño de láminas y afiches.

Si bien los contenidos de la ESI deben darse en forma transversal, el relevamiento mostró que hoy en los colegios se la trata principalmente en forma tradicional, en las clases de Biología. Así fue mencionado por el 58% de los estudiantes.

Para Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), las jornadas en las que se trata contenido exclusivo de ESI vienen demoradas en la Ciudad. `Hay un grupo de ONGs que tenemos convenio con el Ministerio de Educación para hacer talleres en escuelas para alumnos y también capacitar docentes. La firma de los convenios se demoró en 2016 y casi no pudimos hacerlos en 2017. Este año aún no pudimos empezar`, le dijo a Clarín.

Con respecto a la capacitación en ESI de los profesores, la encuesta muestra que solo una cuarta parte dice haberlo hecho durante el último año. Los temas sobre los que más quieren capacitación los docentes son violencia y el maltrato en los vínculos, así como la seguridad y el uso responsable de las redes.

Nueve de cada diez alumnos mencionaron haber trabajado sobre algún tema relacionado con la ESI en 2017 la Ciudad. Los profesores fueron ocho de cada diez. Una investigación de la consultora D’Alessio Irol de marzo había dado que sólo dos de cada diez alumnos reciben en el aula educación sexual de manera habitual. En las prueba Aprender 2017, el 80% de los chicos porteños dijo que la educación sexual es un tema que la escuela no aborda.

Publicado en Clarín el 11/06/2018

Encuesta sobre créditos: “Sigue la aspiración de mejorar o comprar la vivienda”

La consultora Nora D’Alessio habla del resultado del último sondeo sobre la visión de la economía y la expectativa de las familias de financiar sus proyectos.

“La mitad de la población, y eso no es poco, sigue optimista con respecto al futuro económico, pese a los avatares recientes”, aclara Nora D’Alessio, vicepresidenta de la consultora D’Alessio-Irol, al presentar los resultados de su último sondeo.

Luego de una charla ante el auditorio del Congreso Nacional de Crédito, organizado hoy por CMS en el hotel Scala, D’Alessio habló con El Cronista para analizar los resultados de la encuesta, orientada a conocer cuáles son las expetativas de las familias en cuanto a los proyectos personales de gasto y por lo tanto de financiamiento.

Según la analista, pese a la incertidumbre de los últimos dos meses y a la opinión negativa sobre el rumbo económico, el optimismo a futuro se mantiene en un nivel de 50% de la población, y se mantiene la expectativa de refaccionar la vivienda e incluso acceder a la compra de un inmueble. También, aunque en menor medida, la compra del auto.

En cambio, se reduce la predisposición a financiarse por vía de la tarjeta de crédito.

Publicado en El Cronista el 08/06/2018

Aseguran que se terminó la “luna de miel” con las tarjetas de crédito

Un análisis realizado por D’Alessio Irol reveló que hoy se lo considera “un instrumento que es necesario, pero no deseable”.

Los argentinos terminaron su “luna de miel” con las tarjetas de crédito, según revela un informe realizado por la consultora D’Alessio Irol.

“Hay una relación amor odio con la tarjeta de crédito. Te necesito, pero no te quiero”, remarcó Nora D’Alessio vicepresidenta de la compañía que lleva su apellido.

En el marco del ‘16 Congreso Nacional de Crédito, organizado por CMS’,  D’Alessio precisó que hoy “la gente tiene bien en claro que usar las tarjetas y endeudarse através de ellas es necesario pero no deseable”.

“Hoy la gente sabe que la situación está mal, pero a diferencia de otras crisis, piensa que puede estar mejor, es optimista. La realidad me aprieta pero soy optimista, me aprietan pero soy optimista”, explicó.

D’Alessio señaló que tras la corrida financiera que se produjo en mayo, “la casa se mantiene como aspiración y refugio de valor” y explicó que la mayoría de la gente prefiere “no usar créditos financieros”.

Destacó además que a la hora de buscar fondeo  los argentinos usan Internet para buscar y comparar productos, pero sobre el final sienten todavía la necesidad de ser atendido en una sucursal para cerrar una decisión.

“La gente tiene bien en claro que usar las tarjetas y endeudarse a través de ellas es necesario pero no deseable”.

“Hoy hay limitantes racionales a la hora de endeudarse, hay miedo a que la inflación y la inestabilidad laboral impidan pagar la cuota, pero también hay un impulsor emocional que es la necesidad de sentir que se puede seguir creciendo”, analizó.

Precisó que la mayor parte de la clase media está endeudada. En un relevamiento, el 68% dijo estar endeudado y un 32% no.

Por su parte, Marcos Bazan socio de Deloitte, destacó que pese a la volatilidad financiera, los depósitos se mantuvieron. Planteó la necesidad de “ampliar el acceso de la población a los servicios financieros, para lograr un sistema más profundo y equitativo”.

“Nos falta mejorar los costos de fondeo, lograr una matriz diversificada de productos y servicios, recuperar los plazos y retornar a los precios de mercado”, enumeró.

Publicado en El Cronista el 08/06/2018

La crisis financiera puso en duda la receta de Durán Barba: ¿conviene recurrir a Maquiavelo?

Nicolás Maquiavelo recomendaba en “El Príncipe” hace más de 500 años que el mal había que hacerlo todo de golpe y después ir haciendo el bien de a poco. Un seguidor de los principios del diplomático y analista florentino le podría haber recomendado al presidente Mauricio Macri mostrar con mucha más crudeza la herencia que recibió del kirchnerismo para poder aplicar un programa económico menos gradual y con más reformas estructurales.

A esta altura en Cambiemos deben estar arrepentidos de no haber seguido los consejos de Maquiavelo.

Los principios rectores de los días de diciembre de 2015, cuando asumió el presidente Macri, no fueron los de Maquiavelo, sino los del gurú electoral Jaime Durán Barba. En una entrevista a poco de asumir Macri, el asesor ecuatoriano me dijo que el gobierno de Cambiemos no debía perder “ni un día” con el pasado porque excepto un 4 por ciento del “círculo rojo”, a nadie le interesaba que le refrieguen cómo era la herencia que dejó Cristina Kirchner.

Un año más tarde pude volver a hacerle una pregunta similar cuando ya se empezaba a debatir más sonoramente si un poco menos de gradualismo no sería mejor idea, a la luz de una economía con “brotes verdes” que crecían muy lentamente. Su respuesta: “No se puede hacer un ajuste, a nadie le puedes demostrar que es bueno quitarle sus cosas”.

No hace falta seguir explicando que el gradualismo terminó en mayo de 2018 con la marcha al FMI y una importante devaluación del peso.

Hacer un análisis contrafáctico de qué pasaría hoy si Macri aplicaba en 2016 un plan económico con reformas estructurales (y culturales) más ambiciosas puede parecer un ejercicio masoquista. Pero es imprescindible para que el gobierno de Cambiemos entienda si los fundamentos que guiaron su toma de decisiones eran los correctos o si el diagnóstico estaba errado. Y no hay terapia que funcione con un diagnóstico equivocado.

Síntesis del principio duranbarbiano: no hacía falta explicar nada, porque a la gente no le interesa escuchar planes políticos, y es imposible proponer ajustes o cambios drásticos, porque nadie acepta que le toquen nada.

¿Es realmente así? Una encuesta de D’Alessio IROL de fines de 2016 mostraba que en la mesa de fin de año el 60 por ciento de los argentinos habían discutido sobre política desde ambos lados de la grieta. No se incluyen a las familias que hablaron de política desde el mismo lado de la grieta (muchas).

A la encuestadora Taquión en un trabajo de principios de año para la Universidad Abierta Interamericana le dio que más del 70 por ciento discutió de política con familiares o amigos en los anteriores 12 meses. El 20 por ciento en esa encuesta nacional dijo que se dejó de ver con familiares o amigos por discusiones políticas, y el 12 por ciento dijo haber llegado “a las manos” por temas vinculados con peleas políticas.

La última encuesta mensual de GOP (Grupo de Opinión Pública) indica que el 60 por ciento mira noticieros de TV con regularidad. El 22 por ciento ve incluso programas políticos.

Los ratings lo confirman: la suma de los programas políticos del domingo le ganan a cualquier partido de fútbol. Quizás la excepción sea un superclásico. Los noticieros suman a la noche entre 20 y 30 puntos de rating. Jorge Lanata arrancó este año con 15 puntos.

Por eso el supuesto de que “a nadie le interesa” que le expliquen los planes de gobierno y las herencias no se verifica en la realidad, por lo menos en la politizada Argentina.

El otro supuesto que entró en crisis con las turbulencias financieras de abril y mayo es que la clave para gobernar bien es hacer lo mismo que en campaña, por lo tanto no se le puede ofrecer a la gente algo que no le guste.

De eso se trataron siempre los rotundos éxitos electorales de Durán Barba: leer las encuestas como nadie para entender qué ofrecerle al electorado.

Un ejemplo brillante de cómo Jaime Durán Barba supo leer magistralmente las opinión pública fue cuando Mauricio Macri, en medio de un salvaje paro de Aerolíneas en las vacaciones de invierno de 2015 -plena campaña electoral-, dijo ante cientos de militantes atónitos del PRO: “No vamos a privatizar YPF ni Aerolíneas, las vamos a administrar mejor”.

Y está cumpliendo. Esa inesperada vocación de estatismo fue clave para ganar el ballotage: la opinión pública argentina es la más estatista de América latina.

Pero el problema se plantea a la hora de gobernar: leer las encuestas en clave de campaña electoral puede llevar a no hacer los cambios necesarios para evitar que el ajuste, al final, lo termine haciendo el mercado y desordenadamente, como sucedió en mayo.

Otro análisis para completar el diagnóstico era si alcanzaba con negociar lo mejor posible con este Congreso y los gobernadores lo que éstos estuviesen dispuestos a aceptar. La conclusión a la que llegó el gobierno de Macri es que no se podía esperar demasiado de este Parlamento: este es el primer gobierno de la democracia en minoría en ambas cámaras. Se hizo lo que se pudo, que no fue poco.

Pero como se interpretó que la gente está desentendida de la política o que no se la puede convencer de nada que no quiera, Cambiemos no apostó a una alianza fuerte con la opinión pública que presionara sobre el Congreso y los sindicatos para lograr imponer un programa económico un tanto más ambicioso. Era lo recomendable: trabajar fuertemente sobre la opinión pública para “cambiar las encuestas”, no seguirlas.

Y aquí es donde la crisis de confianza de los mercados en la economía argentina puso en jaque otro principio esgrimido por muchos expertos en comunicación política: no puede haber buena comunicación allí donde no hay buena gestión. ¿Es así?

El mejor ejemplo es la reforma laboral, de la que probablemente este año se apruebe una tenue sombra de lo que el ministro Jorge Triaca le propuso a fin de año ala CGT. Sin una reforma profunda, el Estado jamás dejará de ser el sustituto del mercado laboral que es desde hace décadas y terminó quebrando a la Argentina. Solo si se alienta a las Pymes a tomar empleo se puede resolver a largo plazo la alta dependencia de la Argentina del empleo público y los planes sociales que generaron el infinanciable déficit fiscal.

La comunicación debe funcionar como lubricante para facilitar el funcionamiento de los engranajes de la gestión, especialmente cuando un gobierno es políticamente débil: la comunicación y la gestión deben ir juntas.

Para vencer la feroz resistencia que opone el peronismo en el Congreso y el sindicalismo, era necesaria una estrategia de comunicación para que la opinión pública -ya las encuestas muestran que hay cierta comprensión de la necesidad de una flexibilización laboral- estuviera tan convencida que el peronismo y el sindicalismo acaben aceptando esa reforma y otras transformaciones que hoy parecen tabúes.

Y si la opinión pública no lo reclama, el peronismo jamás le entregaría a Macri la llave de la solución al problema económico de fondo de la Argentina: el desempleo encubierto con planes y empleo público.

Cambiemos necesita cambiar -y no seguir- a la opinión pública y entender que un gobierno en minoría con una economía inviable debe apelar a mucha comunicación de sus planes y de la necesidad de transformar la economía y la cultura del país.

Siguiendo los principios de Durán Barba (a nadie le interesa escuchar y no se puede hacer nada que la gente no quiera) solo quedaba esta apuesta de alto riesgo aun gradualismo que en cualquier momento podía terminar mal.

Cambiemos podría poner en práctica estos nuevos principios para la ardua negociación del Presupuesto 2019 que le espera con un Congreso y un sindicalismo muy entusiasmados con ponerle palos en la rueda para cortarle el sueño de la reelección en 2019.

Las encuestas están mostrando que los argentinos le tienen pánico al FMI, que va a reclamar austeridad. El escenario cambió. Y ese nuevo escenario requiere una nueva estrategia de comunicación.

Quizás sirva de ejemplo el ex ministro de Economía Ricardo López Murphy, que en 2001 propuso un recorte de sueldos estatales y jubilaciones de 13 por ciento. El gobierno del presidente Fernando De la Rúa no supo o no quiso convencer a la opinión pública que la alternativa era mucho peor. A los 15 días López Murphy renunció.

La caída de la convertibilidad triplicó en un mes los índices de pobreza e indigencia.

Publicado en Infobae el 06/06/2018

La crisis no impacta de lleno en los referentes de Cambiemos

Así se desprende del reciente Monitor de Humor Social y Político de D’Alessio IROL y Berensztein. El principal factor es que esta coalición fue votada por factores políticos e ideológicos antes que económicos. De todos modos, es creciente el descontento con la gestión.

Los acontecimientos de mayo impactaron negativamente en la visión sobre el presente económico, lo que deparó en más críticas entre votantes del actual Gobierno, quienes siguen esperando más de la gestión.

La preocupación por la actualidad no se traslada por completo a las expectativas, pues predomina un pesimismo sobre la situación general, pero dentro de valores equilibrados; y conservan proyectos personales solventados principalmente por ingresos propios.

An Digital

De acuerdo al Monitoreo de Humor Social y Político elaborado por D’Alessio IROL y Berensztein, inflación e inseguridad siguen siendo los temas que más preocupan en ambos lados de la grieta.

Además, necesitan percibir acciones concretas ante los vaivenes económicos, y los cambios en el Gabinete serían una buena señal. En este marco, valoran la ampliación de la “mesa chica” de Mauricio Macri.

Como dato saliente del informe de mayo, vale resaltar que la incertidumbre coyuntural no impacta de lleno en la imagen de los principales dirigentes de Cambiemos (Macri, María Eugenia Vidal y Elisa Carrió).

Esta coalición fue votada por factores políticos e ideológicos antes que económicos y su panorama electoral sería favorable.

Finalmente, la gobernadora Vidal continúa siendo la dirigente opositora más reconocida por quienes votaron al FpV, con un 28 % de calificaciones positivas en este segmento.

Publicado en AN Digital el 04/06/2018

La corrida del dólar y los precios generan un pico de pesimismo en la sociedad.

El 60% de los votantes de Macri tiene una visión negativa, según el monitor de D’Alessio IROL/Berensztein. El desborde inflacionario genera un pico de pesimismo en la sociedad Tres de cada cuatro personas evalúa que la situación económica es peor a la de hace un año y la mayoría le pone nota negativa al Gobierno. Piden cambios en el Gabinete

Como corolario de una corrida cambiaria que desbordó los niveles de inflación esperada para el mes pasado, la sociedad exhibe signos de desgaste en la relación con el Gobierno que se reflejan en un alto pesimismo sobre el andar de la economía. Hoy, tres de cada cuatro personas considera que la situación actual es peor que la de hace un año y la mayoría estima que es tiempo de hacer correcciones en el gabinete ministerial.

Así lo muestra la última entrega del Monitor del Humor Social, que elabora D’Alessio Irol/Berensztein en exclusiva para El Cronista. El resultado de la encuesta, realizada el mes pasado a 1510 adultos en todo el país, arroja un pico de 75% en la visión negativa sobre la actualidad económica, que supera las diferencias de la grieta política. Y es que mientras casi un 89% de quienes votaron al Frente para la Victoria en la última elección presidencial sostiene en el tiempo que la situación es peor o mucho peor que la de hace un año atrás, también un 60% de los que optaron por Mauricio Macri se manifiestan de esa forma, 20 puntos más que la cifra registrada para el mismo grupo en abril pasado.

`Buena parte del crecimiento de la disconformidad proviene de Cambiemos. Hoy la discusión con quienes no lo votaron gira en torno a tarifas y el FMI, aunque en otro momento pueden ser los despidos u otro tema… Haga lo que haga el Gobierno, la relación con la oposición no cambia. Sin embargo, hay deterioro de la relación con los votantes propios`, señala el consultor Eduardo D´Alessio quien, no obstante resalta que `no hay dirigentes que puedan capitalizar ese descontento y los votantes de Macri no piensan en saltar a otro lado`.

La tendencia negativa comenzó a escalar en octubre pasado y fue acompañada, en menor escala, por una mirada cada vez menos optimista sobre el futuro. Si bien en mayo esa medición no registró variables, aún un 52% de los entrevistados, el valor más elevado de la serie; supone que la situación económica del país estará peor dentro de un año, frente a un 43% que proyecta que será mejor.

Esta visión tiene su correlato en la calificación que se le otorga a la gestión de Gobierno, que de la misma manera exhibe un máximo de 56% en las notas malas, contra un mínimo de 40% en las buenas. Lejos de los valores del clima de victoria electoral de 2017, hoy uno de cada tres de los votantes oficialistas considera que la gestión es mala o muy mala. Más aún, un 62% de quienes eligieron a Macri piensa que es necesario que el jefe de Estado realice cambios en el Gabinete.

Al respecto, también un 62% de los encuestados consideró positiva la ampliación de la `mesa chica` de decisiones en la que el Presidente apoya su administración, con la inclsuión del ministro del Interior, Rogelio Frigerio; el titular de la Cámara Baja, Emilio Monzó, y el radical Ernesto Sanz. La principal razón del enojo se puede encontrar en la falta de una solución al principal temor que arrastra la sociedad, sea cual sea la preferencia política del consultado. Con una inflación que, según estiman las consultoras privadas, alcanzó al menos el 2,7% en mayo y acumula ya más de 12% en cinco meses, la suba de precios continúa al tope de los temas que más preocupan para nueve de cada diez encuestados, seguida por la inseguridad (72%), el aumento de las tarifas de luz y el gas (64%) y la presión impositiva (58%).

Pese a todo, un 71% de los votantes de Cambiemos (42% del FpV) cree que en el próximo año podrá concretar proyectos personales como comprar o reparar la vivienda, adquirir un vehículo, salir de vacaciones o saldar deudas, entre otros. Quizá porque, según el sondeo, solo 16% de los que pusieron la boleta de Macri en la urna lo hicieron `para estar mejor económicamente`, un 34% tomó esa decisión `para que no gane el kirchnerismo`, mientras que un 45% la eligió para `volver alas instituciones republicanas`. Es este último grupo el que mantiene la visión más positiva sobre el devenir económico del país y personal. Pero los que optaron por Macri para derrotar al kirchnerismo o estar mejor económicamente, esperan más de la actual gestión y remarcan la necesidad de cambios en el Gabinete.

Publicado en El Cronista el 04/06/2018

Aprender a gobernar desde la debilidad.

Vivimos en un país caracterizado por una endémica fragilidad institucional que explica recurrentes crisis de gobernabilidad. Nada hace suponer que estemos, al menos por ahora, próximos a un nuevo episodio, pero el entorno político ha cambiado de forma súbita y profunda. Sin embargo, algunos actores políticos, sobre todo dentro del Gobierno, no se han adaptado aún al nuevo escenario. Por el contrario, continúan comportándose como si la reciente crisis cambiaria no hubiese implicado un punto de inflexión en la historia de la administración Macri.

Parecen esos boxeadores que luego de sufrir un duro golpe bailotean en el ring buscando oxígeno como si nada hubiera pasado. Pero el impacto se ha sentido, queda aún un largo round cambiario por delante y es imperiosa una estrategia adecuada para recuperar la iniciativa, pues la pelea por la reducción del déficit fiscal recién está comenzando. Ni hablar del proceso electoral 2019, que parecía resuelto hasta hace unas semanas y hoy está caracterizado por niveles de incertidumbre muy considerables.

La pelea por las tarifas, la votación del Senado y el posterior veto son tres fotos con un mismo origen: remiten a la renuencia por parte del Gobierno a concretar un acuerdo macro de gobernabilidad que incluya pautas concretas en materia de políticas de estabilización y reformas estructurales. La tentación hiperpresidencialista de Cambiemos, o al menos del macrismo puro, derivó en una errónea lectura de las victorias de 2015 y 2017: era posible gobernar con acuerdos contingentes, minimalistas y de limitada importancia. Por no querer aparecer débil y buscar el consenso con la legitimidad y el prestigio intactos, ahora el Gobierno no tiene más opción que lograr un compromiso, pero lo hace desde una posición de fragilidad.

El Gobierno necesita los apoyos necesarios para aprobar el presupuesto 2019 con fuertes recortes: esto implica en la práctica el fin (el fracaso) del gradualismo. En estos días se está negociando con el FMI la profundidad de las medidas de austeridad, pero todo hace suponer que si este año el déficit rondará los 2,5% del PBI, el año próximo debería reducirse al menos a la mitad. Semejante recorte implica un esfuerzo muy superior a las medidas que en su momento propuso Ricardo López Murphy en su breve paso como ministro de Economía de Fernando de la Rúa. Por eso Macri está rápidamente buscando el diálogo con los gobernadores: aunque la mayoría tenga un presupuesto relativamente equilibrado, la Argentina necesita gastar mucho menos, tanto en la administración central como en las provincias y los municipios. Además, es imperioso bajar la carga tributaria para estimular el crecimiento: tenemos múltiples desafíos en materia de competitividad, pero uno de los obstáculos más evidentes es la presión fiscal. Nada de eso puede lograrse sin un consenso que incluya a los gobernadores. Aunque debería involucrar a otros actores económicos, políticos y sociales.

¿Está trabajando el Gobierno en esa dirección? Hasta ahora no parecen haberse dado los pasos necesarios. La reincorporación de los exiliados (Monzó, Frigerio) a la mesa política constituyó un giro más cosmético que real. Y si bien es cierto que Nicolás Dujovne tiene asignada la agria tarea de “ajustador oficial”, no hubo una modificación efectiva en los principales procesos de toma de decisiones. El concepto que impulsaron los gurúes comunicacionales del oficialismo durante la reunión de gabinete ampliado la semana pasada fue “convicción”. Nada indica que exista en Cambiemos algo parecido a un espíritu autocrítico. Como si la tormenta cambiaria hubiese constituido un hecho discreto sin repercusiones relevantes en el equilibrio político real.

Esto puede generar entonces un problema reputacional. ¿Tiene el Gobierno las credenciales adecuadas para buscar un acuerdo? Tantas idas y venidas, tantos amagues nunca concretados pueden generar dudas en los potenciales involucrados. De hecho, los intentos para que el Senado aborte la cuestión tarifaria fueron hechos a destiempo y sin la sutileza necesaria. “Es tarde”, sentenció Miguel Ángel Pichetto cuando la Casa Rosada pretendió forzar la negociación para evitar el costo político del veto presidencial. Cambiemos debe reforzar mucho su músculo político si en efecto pretende concretar un plan de austeridad sustentable y convencer a los mercados de que tiene una política económica seria.

Sin embargo, la debilidad política del Gobierno debe ser puesta en contexto: el presidente aún conserva el apoyo de al menos un tercio de la población, algo de lo que no pueden jactarse muchos de sus colegas de la región. El desgaste limó su imagen, pero aún sigue siendo competitivo en la medida en que los líderes opositores sigan siendo incapaces de capitalizar los cambios de humor social. Más aún, tanto Elisa Carrió como, sobre todo, María Eugenia Vidal siguen teniendo umbrales de imagen positiva muy significativos. Lo mismo ocurre con Rodríguez Larreta en el AMBA. Es notable el caso de la gobernadora de Buenos Aires, que de hecho experimentó una leve mejora en el contexto de la crisis, de acuerdo con un sondeo recientemente realizado por D’Alessio Irol/Berensztein. Matices interesantes de un gobierno que pensaba llegar al proceso electoral de 2019 con una gestión consolidada y reconocida como eficiente. Sobre todo en materia económica, la gestión podrá mostrar muchos menos logros de los esperados.

La ausencia de candidatos competitivos por parte de la oposición es generalmente evaluada como una debilidad. Pero pueden contemplarse otras visiones alternativas. Si en efecto el peronismo ya tuviera una figura instalada, estaría sometido al desgaste de tener que dar respuesta a múltiples cuestiones de coyuntura. Como ocurrió con Sergio Massa desde las elecciones de 2013, picar en punta demasiado pronto puede ser contraproducente. Por el contrario, mantener la incertidumbre y aparecer sobre el final del proceso electoral aprovechando el factor sorpresa puede constituir una estrategia más adecuada, sobre todo dadas las restricciones presupuestarias que imperan en esta etapa en que el sector privado está mayoritariamente apoyando a Cambiemos.

Deben descartarse sin embargo sprints finales como los de Raúl Alfonsín en 1983 o el del mismo Néstor Kirchner dos décadas más tarde. En efecto, el nuevo régimen electoral, incluyendo las PASO, obliga a todos los participantes a mostrar su juego con mucha anticipación. Esto siempre beneficia al “incumbente”, el que está en el ejercicio del poder, pues cuenta con más recursos políticos, institucionales e incluso económicos para torcer al menos en el margen voluntades electorales, como ocurrió la primavera pasada con los “préstamos Argenta”, focalizados en jubilados con prestaciones mínimas y beneficiarios de programas sociales. Esto explicó al menos en parte la mejora de la imagen del Gobierno justo antes de las elecciones, así como su declive cuando esos préstamos implicaron descuentos en los ingresos en un contexto de más inflación de la esperada.

Las prácticas demagógicas cruzan a todo el sistema político, incluyendo al Gobierno. Y las “magias” de corto plazo siempre se desmoronan ante el peso de una realidad atrapada en viejos problemas estructurales.

Por: Sergio Berensztein

Publicado en La Nación el 01/06/2018

El FMI puede ser la última carta para salvar el gradualismo en la economía

Volver al FMI: ¿última carta de Macri para salvar el gradualismo? El gobierno busca una garantía del Fondo Monetario para evitar un ajuste profundo. Pero se desconocen las condiciones que impondrá el organismo. Las claves.

Por Sebastián Aulicino

Curiosamente, más allá de los pronósticos más catastróficos y resquemores por los condicionamientos que el FMI pueda imponer, hay consenso de diagnóstico en el mundo económico: en Washington, el gobierno se juega la última carta para sostener el `gradualismo`. Las diferencias surgen cuando se evalúa si el Ejecutivo se adelantó al pedir un crédito al Fondo y quemó esa carta anticipadamente, o si no le quedaba otra salida. Pero el mismo oficialismo ubica al FMI abiertamente como `garante` para mantener el plan económico y evitar el ajuste salvaje. La negociación sigue mañana entre los equipos técnicos, una discusión que a pesar de la decisión del Fondo de hacerlo de manera expeditiva, demoraría varias semanas.

No hay certezas por ahora. Según el Ministerio de Hacienda, que encabeza Nicolás Dujovne, y el FMI, el gobierno negocia un crédito `stand-by` de `alto acceso`, un préstamo de duración flexible entre 1 y 3 años, sujeto al cumplimiento de `las políticas del FMI`. La cifra oscila, dependiendo de las fuentes, entre los u$s 20.000 y 30.000 millones, pero no hubo aún confirmación oficial, tampoco sobre la tasa, aunque se habla del4%.

Mientras negocia, el gobierno busca calmar las aguas en el frente interno. Aunque no logra controlar la suba del dólar -que el viernes se fue a 23,70-, el Ejecutivo recibió respaldo político, aunque tibio, de los gobernadores del PJ dialoguista: San Juan, Entre Ríos, Chaco, Tucumán y Córdoba. En el plano internacional, sí ha recibido el apoyo que buscaba. En los últimos días confirmaron su respaldo Estados Unidos, China, Japón, Brasil y Chile. El Tesoro de EE. UU. -miembro más importante del Fondo- transmitió su `fuerte apoyo al programa de reformas` del gobierno y `le dio la bienvenida` a las conversaciones de la Argentina con el FMI. Japón también está entre los socios de mayor peso del organismo. La misma directora del FMI, Christine Lagarde, expresó la intención del organismo de arribar a un acuerdo de forma `expeditiva` y reiteró, también, el `firme apoyo a las reformas`.

Las dudas pasan sobretodo por cuáles serán las condiciones. Un pronóstico puede hacerse revisando la relación del FMI con la gestión Macri. En noviembre del 2016, luego de tres años, el Fondo levantó la moción de censura sobre Indec por manipulación de datos durante el gobierno kirchnerista. Al año siguiente, llegó la primera misión FMI desde el 2006, para realizar la auditoríayel informe económico al que se someten todos los miembros. El resultado fúe elogioso: `regreso a los mercados`, `desequilibrios macroeconómicos corregidos`, `recuperación sostenida de la recesión`.

Pero no faltaron advertencias, que se convirtieron ahora en profecías cumplidas. El Fondo consideró que el plan fiscal estaba bien orientado, pero una aceleración de las reformas mitigaría vulnerabilidades, entre las que se consideró un posible `endurecimiento de las condiciones de financiamiento externas`, tal como sucedió. También observaban una caída de la inflación más lenta de lo previsto y el tipo de cambio real presionado. Celebró la reforma tributaria, pero planteó la necesidad de una reforma laboral. El gobierno trabaja una en el Congreso. No mencionó la necesidad de una reforma del sistema previsional, tremendamente deficitario, pero es una discusión pendiente. Hasta ahora sólo ha modificado el cálculo de reajuste jubilatorio.

El Ejecutivo considera que la única manera de sostener el gradualismo es, hoy, el financiamiento externo. Nohay otro ajuste posible sin desmadre social: el 70% del Presupuesto nacional lo consumen jubilaciones, planes sociales y sueldos. La obra pública, que ya sufrirá un recorte de $ 30.000 millones, no incide tanto. Pero la suba de tasas en EE. UU. oscureció el panorama para la colocación de bonos. El crédito del FMI -más barato económicamente, pero mucho más caro políticamente- se perfila como la última carta del gobierno. Qué pidió la misión que vino en septiembre

Un equipo de técnicos del FMI visitó el país en septiembre de 2017 para una consulta periódica, por primera vez desde el 2006. Esto pidió: Se precisan esfuerzos adicionales. Un menor déficit fiscal reduciría las vulnerabilidades externas, generaría credibilidad y ayudaría a anclar las expectativas de inflación y mitigaría las vulnerabilidades de generaría un endurecimiento de las condiciones de financiamiento. Es esencial reducir el gasto público, sobre todo en los ámbitos en que ha aumentado en los últimos años, en particular salarios, pensiones y transferencias sociales. La reforma de las instituciones del mercado laboral contribuiría a reducir la informalidad.

1958. Argentina solicita el primer acuerdo `stand-by` durante el gobierno de Arturo Frondizzi, por u$s 75 millones. 76/82. Al inicio de la dictadura, con ajuste ortodoxo, el FMI dio asistencia. La deuda externa llegó a u$s 42,000 millones. Un pasado de desencuentros

83/89. Alfonsín logró 2 líneas de crédito, pero los planes de estabilización fracasaron y terminó con hiperinflación. 89/99. Hasta el 88, el FMI acompañó la Convertibilidad con cinco créditos. Pero el entró en crisis y creció la deuda. 00/01. Recesión. De la Rúa sostiene la convertibilidad. FMI presta u$s 20.000 millones. Corralito y cese de pagos. Una palabra maldita en la historia económica argentina

La decisión de volver al FMI es muy reciente y hay pocas encuestas aún para medir cuál es el efecto concreto sobre la evaluación del gobierno. Las consultoras D´Alessio y Berensztein se adelantaron al anuncio que el martes realizó Macri y midieron, días antes, la popularidad que tendría la medida de ser tomada. El rechazo fue alto: el 75% consideró que la medida sería inadecuada; el 18% lave como `adecuada pero resistida`; sólo el 2% la calificó de `adecuada`. La mitad de los votantes de Cambiemos está en contra. `Río Negro` consultó a Jorge Giacobbe y Enrique Zuleta Puceiro, dos de los consultores que previeron con mayor certeza los resultados de la última elección nacional. `ElFMIesuna palabra que despierta todos los temores de los argentinos, bien no va a caer. Este último mes, a aquellos que creen que el ajuste de tarifas lo tiene que pagar el Estado y no los ciudadanos le preguntamos cómo lo tiene que pagar el Estado. Tomando deuda lo dice el 2%. O sea, la política que implementa el gobierno es popular para el 2%. El 18% emitiendo dinero, que termina en inflación. Y el 76% dice que lo debería recortar de otro presupuesto`, cuenta Giacobbe. La pregunta es de dónde recortar: `Nadie sabe. ¿Obra pública, jubilados, empleados públicos, educación, salud? No, no y no. Saben lo que no quieren, pero no saben cómo hacerlo de otra manera`, dice Giacobbe. Para Zuleta, director de OPSM, el FMI dejó de ser una buena opción incluso en lo que podría considerarse su propio público: `No es un lugar que tenga prestigio ni siquiera como receta ortodoxa, no se cree que de allí puedan venir recetas innovadoras o ingresos de inversión que hoy no existen, ya no es esa especie de fuerza representativa de un capitalismo potente de la globalización, como garantía tranquilizadora. Es notable, porque en los años 90 parecía lo contrario`, sostiene.

 

Publicado en Río Negro el 17/05/2018