En plena cuenta regresiva para el cierre de listas, una vieja práctica vuelve a escena: las candidaturas testimoniales, ese recurso de campaña en el que se promete representar… pero sin intención real de asumir.
¿Estrategia política o subestimación del votante? En 2025, la respuesta muestra un cambio de época institucional. La política ya no flota sola en el aire: se mide, se contrasta y —sobre todo— se desconfía. Lo que antes pasaba sin ruido, hoy puede generar rechazo
El dato es contundente: de acuerdo al Monitor D’Alessio IROL/Berensztein® 79% de los argentinos considera engañosa a una candidatura testimonial. Entre los votantes de Javier Milei, el rechazo escala al 93%. Pero lo más revelador es que incluso el 62% de quienes votaron por Unión por la Patria también la consideran engañosa.
El 39% de ese electorado hoy declara que no volvería a votarlos. No se sienten representados.
Y no es un tema “de la política”: nueve de cada diez argentinos ya tenía idea antes que lo explicáramos lo que es una candidatura testimonial, y sólo el 13% le encuentra alguna justificación como apoyo simbólico a una causa o proyecto.
¿Por qué importa esto ahora? Porque el 88% de los votantes libertarios no elegiría a un candidato que no vaya a asumir, y casi la mitad del electorado de UxP tampoco lo haría. Es decir: la maniobra puede tener costo, y es alto.
En tiempos donde la inseguridad y la inflación están en el centro de la agenda ciudadana, este tipo de maniobras no solo parecen ajenas: parecen burlas.
Nota para los estrategas electorales:
El electorado cambió. Está mirando, evaluando y, sobre todo, castigando lo que percibe como simulación.
Las candidaturas testimoniales ya no son “jugadas tácticas”: son símbolos de una política que no escucha.
Y la sociedad, cada vez más, exige coherencia antes que relato.
Este material puede ser citado o reproducido con la mención expresa de su autor: Dr. Eduardo D’Alessio – D’Alessio IROL.