Monitor de Humor Social y Político – Enero

EL GOBIERNO NO LOGRA REMONTAR AÚN LA CAÍDA DE DICIEMBRE

-El 2018 comienza con cierto grado de incertidumbre, asociado a los rezagos del convulsionado mes de diciembre. Los ciudadanos están alertas a cómo evolucionarán temas sensibles como la inflación, el empleo y el tipo de cambio.

-Los dirigentes del oficialismo siguen liderando el ranking de imagen positiva, pese a que todavía no retornaron a los valores de noviembre cuando predominaba el optimismo post-electoral.

-La oposición no consigue apoyarse en figuras fuertes de amplia aceptación.

Puede descargar el informe acá: EL GOBIERNO NO LOGRA REMONTAR AÚN LA CAÍDA DE DICIEMBRE

Un nuevo enfoque para resolver el problema de los piquetes

En sintonía con el proceso de reformas y acuerdos que ha puesto en marcha el Gobierno de Mauricio Macri, fundamentalmente en el plano económico, inicia la segunda etapa de su mandato con la necesidad de comenzar a resolver la situación de conflictividad persistente que se padece en las calles y las rutas del país. Este fenómeno de los cortes sistemáticos en la vía pública constituye una singularidad negativa de nuestro país, al dejar en evidencia de manera palmaria el fracaso del Estado en una de sus prerrogativas esenciales, como lo es garantizar el orden público y la libre circulación de sus ciudadanos. Y pone en entredicho la declamada intención gubernamental de mostrar que el país va hacia la normalidad.

Es cierto que, como ocurre con otras cuestiones estructurales que obstaculizan las posibilidades de desarrollo de nuestro país, la pretensión de que se puede resolver de manera simple y expeditiva un problema del nivel de complejidad de los piquetes no sería realista. La apuesta al gradualismo también aquí podría ser acertada. Pero es un hecho que, sobre todo a partir del claro triunfo electoral de medio término, ya no subsisten los principales condicionantes que pudieron haber desalentado una acción firme al respecto, fundamentalmente las dudas de gobernabilidad que pesaban sobre un gobierno no peronista.

Por el contrario, para un oficialismo que parece tener allanado el camino hacia un ciclo de varios años de gobierno, constituye un mandato dar señales convincentes de que puede llevar adelante una política razonable de orden público, aun pagando costos en el corto plazo ante una opinión pública tan proclive a fluctuar en sus posiciones. Justamente, la relevancia pública del problema en la actualidad se ve en parte reflejada desde la percepción ciudadana, como revela una encuesta reciente de D’Alessio y Berensztein que sostiene que una mayor firmeza ante los piquetes está entre los principales reclamos que se le hacen al Gobierno.

Pero son sobre todo las cifras las que acercan a una real dimensión de la magnitud de la problemática. El último informe de Diagnóstico Político muestra que si bien hubo una disminución en la cantidad total de cortes registrados en 2017 (5.221 casos) en relación con los cinco años precedentes, el que pasó fue el sexto año consecutivo en que se superó el número de cinco mil piquetes en la Argentina. Si se consideran los últimos 9 años, la cantidad total de cortes llega a la inconcebible cifra de casi 45 mil casos.

A su vez, los dos factores que en 2017 caracterizaron la dinámica de los piquetes fueron una mayor politización y un aumento de la violencia, lo que constituye un agravante por cuanto exterioriza síntomas claros de degradación institucional. La creciente politización es un proceso que se viene registrando desde el inicio del Gobierno de Cambiemos, y se explica en buena medida a partir de la actitud de organizaciones afines al kirchnerismo que, por razones obvias, hasta 2015 no fomentaban la protesta callejera. En este sentido, la realización de cortes de calle llevados a cabo por gremios estatales, organizaciones sociales y agrupaciones político-partidarias ha ganado participación y representa en torno al 70% del total, al tiempo que se redujo la cantidad de cortes espontáneos (mayormente vecinos autoconvocados, que representaron el 15% en 2017).

En lo referente a la violencia en las calles, esta se puso de manifiesto fuertemente en la segunda parte del año, sobre todo a partir de los casos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, que dieron lugar a múltiples manifestaciones, cortes y destrozos tanto en las provincias patagónicas como en Buenos Aires. Recientemente, ante el tratamiento de la reforma previsional en el Congreso, donde grupos radicalizados en connivencia con algunos sectores políticos llevaron a cabo incidentes de una gravedad inusitada.

Dos lógicas temporales para resolver la problemática

Ante este cuadro de situación, resulta claro que los piquetes representan desde hace tiempo una práctica extendida y naturalizada por distintos sectores de la población, e incluso por actores políticos que la promueven. Un reclamo sindical de empleados con altos salarios, una interna partidaria a dirimir, una protesta estudiantil o bien un corte de luz en barrios de clase media alta, se constituyeron todas en razones legítimas para cortar y transformar en caos las calles, lo que perjudica a otros ciudadanos. Se ha consolidado lo que puede denominarse una “cultura del piquete”, que evidentemente no es un fenómeno aislado, sino una manifestación más de la anomia argentina y de la ausencia del Estado.

Por lo tanto, resulta imprescindible abordar el problema desde esa complejidad, con una mirada integral. Esto, por un lado, implica atender las cuestiones y las falencias estructurales que resultan en factores detonantes de la conflictividad en las calles (pobreza, exclusión), para lo que son indispensables políticas de mediano y largo plazo, sobre todo en materia de educación y desarrollo económico, que paulatinamente vayan recomponiendo el tejido social. Es decir, reducir las condiciones objetivas que explican una parte del fenómeno.

En simultáneo, pero en lo inmediato, debe sistematizarse una política de acción preventiva y ordenadora de los conflictos en la vía pública. Esto supone la intervención de los gobiernos en sus distintos niveles según corresponda (nacional, provinciales) para dar la respuesta adecuada ante las disímiles situaciones y variadas formas que adoptan los cortes, bajo la premisa de que debe primar ante todo el respeto a la ley y el derecho de todo ciudadano a transitar libremente. Para ello será condición necesaria que las fuerzas de seguridad se desempeñen con criterio en el marco de sus protocolos de actuación, y que el Poder Judicial empiece a tener una participación responsable.

Un enfoque que armonice estas dos lógicas, del corto y del largo plazo, permitirá disminuir la conflictividad en las calles y comenzar a desarraigar la cultura piquetera. Y constituirá un paso ineludible para restaurar el Estado de derecho y reinsertar a la Argentina en las vías de un desarrollo posible.

El autor es politólogo, analista jefe en Diagnóstico Político.

 

Publicado en Infobae el 9/01/2018

El 56% de la gente cree que el PJ tratará de poner frenos y distanciarse del Gobierno

La imagen del PJ ¿Cómo imagina que será la dinámica del peronismo dentro del Congreso en los próximos dos años?

Las elecciones legislativas evidenciaron una crisis dentro del peronismo. Así lo refleja un sondeo de la consultora D Alessio IROL, que señala que el 56% de la población piensa que el PJ `tratará de frenar u obstaculizar` los proyectos que proponga el Gobierno.

El 30% sostiene que si bien avalará los proyectos del oficialismo, el peronismo marcará las diferencias en los puntos en que no coincida y apenas el 2% cree que `tratará de apoyar` las propuestas del macrismo en el Congreso.

El sondeo revela, además, que a pesar de las dificultades afrontadas por el Gobierno en el último mes, el movimiento que engloba al Partido Justicialista y al Frente para la Victoria (FPV) aún no logra reacomodarse y su fragmentación es evidente.

Los resultados señalan también que el PJ es un partido `carente de poder de fuego`, aunque sí lo suficientemente combativo para obstaculizar los proyectos del Gobierno en los próximos dos años de gestión.

La encuesta, realizada entre el 19 y 20 del mes pasado de forma oriline a 1278 personas, indica que las tensiones provocadas durante diciembre durante el debate por la reforma previsional, los despidos y las políticas del Gobierno incidieron en contra de la imagen de todo el espectro político.

Los más afectados fueron las figuras de Cambiemos. Pero si bien muchos de los máximos exponentes del peronismo mejoraron sus niveles de adhesión, aún se ubican en los puestos del fondo de la lista. En esta misma línea, el 65% de los consultados cree que el peronismo se encuentra debilitado. Sin embargo, más de la mitad coincide en que adoptará una postura más dura y combativa.

En cuanto a las elecciones presidenciales de 2019, el panorama aún no es muy preciso. Las respuestas fueron bastante diversas. El 40% considera que el Partido Justicialista se presentará de forma fragmentada y el 19% sostiene que lo hará absorbiendo a Unidad Ciudadana. Al ser consultados sobre los dirigentes capaces de liderar la eventual reorganización del PJ, el 24% mencionó a Cristina Kirchner, seguida de Juan Manuel Urtubey (17%), Miguel Pichetto (7%), Florencio Randazzo (5%), Sergio Massa (4%) y el 13% eligió `algún otro dirigente`. En tanto, el 30% sostuvo que no hay ningún político que sea capaz de rearticular el partido.

Al respecto, los votantes de Cambiemos en las elecciones de 2015 consideraron en primer lugar la figura de Urtubey (30%), mientras que el núcleo de electores del FPV destacó básicamente aCristina Kirchner (45%).

Las conclusiones del sondeo presentan a un peronismo inmerso en su `propia grieta`, en un contexto de crisis de representatividad política, con una oposición dividida y falta de líderes políticos. La mayoría de los entrevistados adherentes al FPV sostuvieron que en los próximos años les gustaría ver a un peronismo combativo, mientras que los allegados a Cambiemos esperan encontrar una oposición más dialoguista.

Publicado en La Nación el 8/01/2018.

Finalmente, el gobierno de Macri terminó enamorado de su gradualismo

El pulso político por Fernando Laborda.

Muchos esperaban que este 2018 sin elecciones a la vista pudiera ser el año del ajuste. Probablemente aún lo sea para quienes analizan la realidad desde una óptica populista y piensan que cesantear a un solo empleado estatal es poco menos que un sacrilegio. Pero las más recientes señales del gobierno de Mauricio Macri, empezando por la `recalibración` de las metas de inflación, indican que el combate al populismo se dará al compás de la canción que hizo célebre el puertorriqueño Luis Fonsi. Esto es, despacito.

¿Qué ocurrió para que, de pronto, el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, quedara reducido a la altura de un ministro del Poder Ejecutivo y por debajo del jefe de Gabinete, Marcos Peña? ¿Qué obró para que todos olvidaran que, al inicio de su gestión presidencial, Macri se jactaba de que una de las principales contribuciones que podía hacerle a la economía era respetar la autonomía del Banco Central?

Dos factores explican el triunfo de la postura encabezada por Peña y el enamoramiento del gradualismo. El primero fue que imperó cierto temor a que una excesiva concentración en la lucha contra la inflación terminara impidiendo un mayor crecimiento económico. El segundo, la caída en la imagen presidencial y en las expectativas económicas de la opinión pública durante el último mes.

Distintas encuestas reflejan que los sectores medios de la sociedad, en particular, quienes mayoritariamente votaron a Cambiemos, han comenzado a exhibir malestar ante el devenir económico. El estudio de D´Alessio Irol y Berensztein, concluido el 20 de diciembre entre 1278 encuestados, da cuenta de que, por primera vez en la presidencia de Macri, es negativa la percepción social sobre el futuro económico. La gestión del Gobierno, que en noviembre era calificada como buena por el 53% y mala por el 42%, pasó a fines de 2017 a ser calificada como mala por el 54% y buena por el 45%.

El consuelo para el oficialismo es que no solo cayó la imagen positiva de Macri (del 53 al 44% en un mes). También se derrumbó la imagen de prácticamente toda la dirigencia. La oposición no logra rearmarse y el peronismo es percibido como una fuerza fragmentada, carente de liderazgo y sin poder de fuego.

Solo Cristina Fernández de Kirchner surge con un claro perfil en la oposición. Ella misma lo dejó trascender en sus últimas exposiciones, tanto en el Senado como ante dirigentes de su sector: hay que oponerse a todo lo que proponga el gobierno de Macri. `Para eso nos ha votado la gente`, aclara la expresidenta. Su objetivo de mínima es debilitar a Macri de cara a su posible reelección en 2019; su objetivo de máxima, bastante improbable, es forzar su retiro anticipado del poder, como ocurrió con De la Rúa.

Mientras los dirigentes peronistas debaten qué perfil adoptar y el Gobierno intenta aislar al kirchnerismo, la mencionada encuesta ofrece otro dato interesante: el 40% dice que le gustaría ver un peronismo dialoguista en los próximos años; solo el 22% prefiere un peronismo combativo.

 

Publicado en La Nación 5/01/2018.

Consejos de los expertos a Macri para comunicar medidas antipáticas

LA OTRA MIRADA. Consejos de los expertos a Macri para comunicar medidas antipáticas. Más allá de algunos logros recientes, como la comunicación del anuncio de subas en el transporte -mitigada por el boleto multimodal- lo cierto es que el Gobierno tiene problemas para comunicar la crisis. Frente al panorama de reformas que se vienen, 3 Días consultó a varios expertos para saber cómo debería transmitirlo el Gobierno.

Por Giselle Rumeau.

Hay quienes creen que al no comunicar bien los cambios en las jubilaciones, el Gobierno malgastó el capital político que acumuló en las urnas. Pero la especialista en medios Adriana Amado plantea lo contrario: usó esa fuerza para realizar las medidas impopulares de golpe. Es una de esas tantas cosas que suceden inevitablemente en cualquier mandato de gestión política: ejercer el poder produce desgaste y los presidentes y sus gobiernos suelen sufrir caídas estrepitosas en la percepción de su imagen positiva por parte de la opinión pública. En el inicio de su tercer año al frente de la Casa Rosada, Mauricio Macri no es la excepción. Los cambios en el cálculo de la movilidad jubilatoria y la reforma previsional enturbiaron la visión optimista que creció tras los comicios de octubre. Basta un dato para corroborarlo: la imagen positiva del Presidente cayó a 44% en diciembre, 9 puntos desde el 53% registrado en octubre y noviembre, según el Monitor del Humor Social realizado el mes pasado por la firma D´Alessio IROL/ Berensztein y publicado el miércoles por El Cronista.

En el Gobierno prefieren mirar el lado lleno del vaso. Afirman que Macri aún mantienen una alta imagen positiva en relación al resto de los presidentes de Latinoamérica y destacan como algo normal que se produzca esa baja ante medidas antipáticas. Así, minimizan la medición como algo del momento, un mal humor de corto plazo, alentados por la experiencia: lo mismo -dicen- le sucedió hace un año, tras los tarifazos energéticos y finalmente ganó las elecciones.

Es verdad. Pero no menos cierto es que en los primeros meses del 2018 seguirán las malas noticias por la continuidad del plan de cambios estructurales. Habrá más medidas impopulares, como la reforma laboral o la extensión de la edad jubilatoria. Y la clave será la forma en que se comunique y se administre la crítica y el rechazo.

Mucho se ha dicho sobre las debilidades de la comunicación macrista para explicar y sostener medidas dramáticas. Hay quienes creen que el error fundamental fue no haber trnasmitido de entrada y sin reservas la hecatombe heredada del kirchnerismo, que minó el camino hacia adelante.

Otros identifican el problema en la falta de un relato M. Para evitar cualquier debate oseoso, vale aclarar que no se trata de pensar al relato político como una ficción. O peor aún, como una explicación desmesurada de lo absoluto, que no deje lugar a la disidencia y pida adhesiones incondicionales, tal como desplegó el Gobierno anterior. Lo que se le pide al macrismo es comunicar su visión de país de largo y mediano plazo, un plan que especifique el rumbo, con la dosis de mística que eso conlleva.

Para muchos, al no explica bien los cambios en las jubilaciones, Macri malgastó el capital político que acumuló con el triunfo de octubre. Pero la doctora en Ciencias Sociales por FLACSO y licenciada en Letras por la UBA, Adriana Amado, cree que sucedió exactamente al revés: el Gobierno usó esa fuerza para realizar todas las medidas antipáticas en un santiamén, sin dejar que los ciudadanos se recuperen del primero golpe. `Estratégicamente le sirvió para legitimar lo que viene ahora que es el recorte del gasto público. Paradójicamente, muchos de los críticos de la reforma previsional pedían a Cambiemos que saquen el dinero de otro lado. Y con el rechazo, estaban habilitando de alguna manera lo que vendrá, como el recorte de subsidios o el achicamiento de la planta pública`, asegura.

Más allá de algunos logros recientes, como la comunicación del anuncio de la suba de tarifas -mitigada por el boleto multimodal que incluye descuentos en viajes sucesivos- lo cierto es que el Gobierno tiene problemas para comunicar la crisis. Frente al panorama de cambios irreversibles, 3Días consultó a varios expertos de comunicación política para dar algunos consejos al Gobierno. Pasen y lean:

– Distinguir al equipo de comunicación de campaña del de gestión: algunos expertos consideran que gran parte del problema está en la amalgama que se hace entre comunicación electoral y de gestión. Si hay algo en lo que el Gobierno de Cambiemos resultó eficaz es en construir un discurso negativo del pasado centrado en el kirchnerismo. Esa estrategia de ´lo viejo contra lo nuevo´ le permitió ganar dos elecciones, pero la comunicación del día a día es diferente y por eso consideran que deberían ser diferentes los equipos. Es la visión del sociólogo Marcos Novaro. En cambio, el especialista en comunicación política, Orlando D´Adamo, remarca que la transición de la comunicación de campaña a la de gestión es compleja. `El gobierno no comunica mal pero es evidente que ha habido aciertos y desaciertos. Entre los primeros, la construcción de un estilo diferente de comunicación presidencial. El no uso de las cadenas nacionales (y menos el abuso de la era K), la realización de conferencias de prensa y las entrevistas a periodistas le han dado un toque de seriedad y formalidad muy importante a la vez que carece de la vocación autorreferencial de victimización permanente de los tiempos de Cristina. Si ´yo´ era la palabra más usada, ahora lo son ´equipo, argentinos o nosotros´. También se destaca la conferencia de prensa pos electoral como un acierto`, explica D´Adamo. En tanto -dicelas fallas más visibles se dieron en la comunicación de tarifas, la Ley Previsional y las nuevas medidas para la economía.

– Hacer docencia para explicar las medidas económicas: los analistas asumen que transmitir decisiones en política económica nunca es sencillo. La gente se aburre con la economía, parte de la base que siempre son malas noticias y en general no entiende en que medida esas decisiones pueden afectar su vida cotidiana. `Creo que habría que hacer una suerte de docencia en estas cuestiones, al menos como para que no se instale, como en la Ley Previsional, la opinión de la oposición como dominante`, remarca D´Adamo. En ese sentido, todos recomiendan realizar un trabajo informativo para explicar los motivos y objetivos de la medida y la proyección social de su impacto.

– Admitir que una medida puede ser impopular: el politólogo Julio Burdman también cree que existe cierta tendencia oficialista a negar que algunas políticas, como la reforma previsional, son impopulares. Y por lo tanto, no logran medir los costos de sus decisiones. `Deberían admitir que eso es una posibilidad y no negarla de raíz`, dice.

– Enfocarse en la prensa y los grupos ilustrados: la experta en medios Adriana Amado considera que quienes mejor comunican para el macrismo son los opositores. `El Gobierno es bastante torpe para comunicar el día a día pero como los otros dramatizan demasiado, esa exageración termina siendo un punto a favor del oficialismo: cuando las cosas malas suceden siempre es en menor escala de lo planteado`, remarca. Según su visión, las críticas no sólo le llueven de la oposición sino del grupo más activo e informado de la población. `Lo que falla es que aquellos que suelen mover la opinión publicada son siempre los más disconformes. Y esos son siempre los menos atendidos. Porque a este gobierno le cuesta mucho comunicar en la crisis. Y como estamos en épocas de crisis y reformas, creo que si no fuera por la decisión de la oposición de llevar la situación a un extremo, le costaría mucha más legitimarse en la opinión pública`, explica. Y agrega: `Falta ver como administrar esa crítica furibunda que hay en la prensa y en el grupo de la población más informado, posiblemente con razón, pero como es el grupo informado, al igual que lo hace la protesta social, llevan los argumentos a unos extremos que en ambos casos se clausura la escucha`. La clave de todo -dice- es la información. El gobierno debería elaborar más informes técnicos a través de especialistas y ponerlos a disposición de estos grupos informados. Con todo, la mayoría considera que la diferencia con el kichnerismo es inmensa. `El anterior gobierno comunicaba muy bien para fanáticos. Lo carismático y lo discursivo era lo principal, Y por eso los argumentos de Macri resultan muchas veces ´descremados´`, cierra Amado.

 

Publicado en El Cronista, Suplemento Tres Días, el 5/01/2018

Monitor de Humor Social y Político – Diciembre

LA CRISIS DE LA LEY PREVISIONAL IMPACTÓ NEGATIVAMENTE EN LA IMAGEN DEL GOBIERNO Y DE SUS PRINCIPALES REFERENTES

-Merma del optimismo post electoral a raíz de la incertidumbre provocada por las reformas previsionales y fiscales. El tratamiento de las mismas -y los hechos de violencia posteriores- impactan en la valoración de la situación económica.
-Por primera vez desde que iniciamos las mediciones, es negativa la percepción del futuro económico nacional.
-A pesar de las dificultades afrontadas por el oficialismo, la oposición no logra rearmarse: se percibe a un peronismo fragmentado y carente de poder de fuego.
-Las tensiones generadas durante diciembre golpean en forma directa a casi todo el espectro político y provocan un retroceso en la imagen de la mayoría de los dirigentes.