El pesimismo sobre la economía frena decisiones de inversión y consumo

La visión negativa sobre el presente es casi total y afecta las decisiones futuras. Crece la incertidumbre sobre la situación del país y se relegan los proyectos personales

El progresivo deterioro que experimentó el escenario económico en los últimos meses llevó a la sociedad a asumir un comportamiento más conservador a la hora de resolver donde gastar sus ingresos. La combinación de altos niveles de inflación, con devaluación del peso y crecimiento del desempleo alimenta la incertidumbre sobre el futuro, lo que obliga a hacer a un lado los proyectos personales para atender la urgencia.

Así lo muestra la última entrega del Monitor del Humor Social elaborado por D’Alessio Irol/Berensztein en exclusiva para El Cronista. Los datos relevados el mes pasado a 1402 adultos en todo el país, reflejan de manera casi unánime una visión crítica sobre la actualidad económica (92% cree que es peor que la de hace un año) y, por primera vez desde abril del año pasado, muestra que la mayoría de los encuestados (56%) considera que no podrá llevar adelante ningún proyecto de inversión o consumo en este año, tales como la compra o mejora de vivienda, la adquisición de un vehículo, el pago de las deudas o hasta tomarse vacaciones, entre otros.

Los argentinos se muestran principalmente preocupados por la inflación (92%), la incertidumbre en la situación económica del país (88%), el aumento de la luz y el gas (85%), a tal punto que muchos de ellos ven afectada su salud o la de un pariente (ver aparte).

Sin embargo, dos de cada tres votantes del presidente Mauricio Macri en las elecciones de 2015 mantienen una expectativa positiva sobre el futuro y consideran que la situación estará mejor dentro de un año, en plena campaña para los comicios generales. Y es que más allá del deterioro económico y las causas por corrupción conocidas en los últimos años, tanto oficialistas como opositores mantienen un núcleo duro de adhesiones en materia política, según refleja el estudio. Por caso, la imagen negativa del Presidente alcanzaba a 52 puntos en septiembre de 2016. El mes pasado, ese número apenas subió a 55, con 39% de apoyos, pese a que la gestión solo fue aprobada por el 29% de los consultados, el punto más bajo de la serie. En el caso de Cristina Kirchner, más allá de que acumule causas en su contra, su imagen positiva refleja los mismos 30 puntos que tenía hace dos años, mientras que el rechazo pasó de 69 a 65. La gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal sigue siendo la única funcionaria con un balance de imagen favorable (50 positiva y 46 negativa), mientras que Roberto Lavagna es el líder político opositor mejor posicionado (50 positiva y 30 negativa).

El ministro de Hacienda enfatizó el impacto de la sequía, la volatilidad internacional y la crisis de los cuadernos, como los eventos que generaron el contexto económico negativo. Ponderó la gestión del presidente Mauricio Macri como “piloto de tormentas”

Al respecto, el analista Sergio Berensztein señaló que “los datos del monitor confirman las tendencias evidenciadas en las versiones anteriores: por un lado, el desgaste del Gobierno en el contexto de la crisis económica; pero por el otro, sigue habiendo un piso de apoyo muy homogéneo de alrededor del 30% de la ciudadanía”.

“Mas aún -agregó-, la grieta se ha venido profundizando como resultado del deterioro de la situación económica: los sectores más proclives al kirchnerismo son más críticos que antes respecto de Cambiemos, mientras que los núcleos más afines al Gobierno, si bien han experimentado un desgaste y cierta desilusión, siguen de todas formas confiados de que su situación mejorará el próximo año. En este contexto, las cuestiones económicas han desplazado a otros temas, como la inseguridad o la corrupción, de las prioridades de la ciudadanía”.

Sobre la situación económica. el informe señala también que un 55% de los ciudadanos ven en la ayuda social un mecanismo para evitar estallidos sociales. Sin embargo, plantean que antes que profundiza la asistencia es necesario revisar su distribución para que llegue a quienes más lo necesitan y apuntar a la capacitación en oficios.

Publicado en El Cronista el 02/10/2018

Agresividad, problemas de salud y familiares, los “daños” sociales del contexto económico

Una encuesta de D’Alessio Irol/Berensztein revela que para el 90% de los argentinos las vicisitudes de la Argentina impactan en su vida. Se agravan los valores respecto de 2017.

La crisis económica y política que afecta al país provocó cambios en las expectativas personales de los ciudadanos. Según un estudio de la consultora D’Alessio Irol/Berensztein un 90% de los encuestados cree que las vicisitudes de la Argentina impactan en su vida, uno de cada tres percibe “agresividad” en la calle, un 59% de las personas vio perturbadas sus relaciones familiares y una cuarta parte considera que no podrá partir de vacaciones.

La devaluación de los salarios, que en dólares se redujeron a menos de la mitad en nueve meses, y la recesión actual pintan de pesimismo el futuro de los ciudadanos. No se trata puramente de cuestiones económicas. El “daño” alcanza las relaciones de pareja o amistades. Inclusive, 7 de cada 10 consultados creen que afecta su salud o la de su familia.

Según el Monitor de Humor Social y Político, que la consultora realizó entre el 26 y 27 de septiembre pasado con entrevistas a 578 personas, las relaciones laborales y de familia están al tope de las cuestiones afectadas por el “contexto actual” con un 59%, mientras que las amistades se vieron dañadas para un 46% y uno de cada tres de los consultados cree que el contexto actual influye en cuestiones de pareja.

Un 75% opina que percibe “sensaciones” de tensión en la calle, un 62% tristeza, 52% miedo y tan sólo un 3% observa tranquilidad. El 70% de los encuestados “cree que la situación actual afecta su salud o la de su familia” y el 56% tiene problemas de ansiedad, 55% trastornos de sueño y el 45% está más irritable.

En el plano económico también se siente la crisis. “Hay menos gente que se va de vacaciones y menos tiempo”, explica a Tiempo Eduardo D’Alessio, socio de la consultora.

El 22% de las personas que respondieron el estudio se tomará menos de una semana de vacaciones, mientras que en 2017 esa cifra llegó al 13 por ciento.

El año pasado, el 32% de los consultados aseguró que se quedaría dos semanas en su lugar de descanso, mientras que para este año el número bajó al 19%.En 2018 casi una cuarta parte de los encuestados dijo que no irá a “ningún lugar” de vacaciones, en tanto que en 2017 ese número alcanzaba al 12 por ciento.

Con respecto a la situación política, el D’Alessio señaló que “el mejor momento del gobierno fue durante las Paso y las generales” y “desde entonces se fue deteriorando la percepción de la situación actual y del futuro. Tuvo un primer momento con la crisis de la Reforma Previsional y en mayo con la primera devaluación, y desde entonces viene cayendo la percepción”.

Sin embargo hasta ahora la caída de la imagen de los dirigentes oficialistas se mantiene estable. “El gobierno tuvo una bajada mucho más suave y los dirigentes de Cambiemos siguen al tope de la lista con Carrió, Vidal y Macri. Sacando a Cambiemos, la primera es CFK”, sostuvo el consultor.

Publicado en Tiempo Argentino el 30/09/2018

La polarización se refuerza también por la falta de alternativas

Aún en medio de la peor crisis desde que asumió en diciembre de 2015, Mauricio Macri y su gobierno retienen el apoyo de una porción considerable de la ciudadanía. Los consultores ubican ese porcentaje en torno a los 30 puntos.

¿Cómo se explica esa fidelidad del núcleo duro en plena debacle? ¿Qué puede pasar con ese porcentaje de leales en los próximos meses? ¿Y el año que viene?

El análisis de los especialistas tiene un eje común: la persistencia de la polarización entre Cambiemos y Cristina Kirchner y la consecuente falta de una “tercera opción” explican buena parte del fenómeno.

“Cuando se analizan las primeras consecuencias de la crisis se ve que los principales dirigentes de Cambiemos han caído en imagen, pero siguen siendo los primeros y Cristina se mantiene”, planteó Eduardo D’ Alessio, socio de D’Alessio Irol. El analista agregó números. “[ María Eugenia] Vidal tiene 48 puntos de imagen positiva. Viene bajando de manera sostenida desde después de las elecciones legislativas, cuanto llegó a tener 60 puntos. La siguen Macri y [Elisa] Carrió. Cristina sigue entre 30 y 32 puntos”, detalló. “Las explicaciones siguen estando en la grieta. La grieta está viva y gozando de buena salud”, concluyó.

Lucas Romero, director de Synopsis, explicó así el escenario actual: “Hay un tercio que apoya al Gobierno y ve al kirchnerismo como una amenaza y un tercio que apoya a Cristina. La polarización existe y la ausencia de una alternativa la congela”. Y ahondó: “Mientras no exista una tercera opción que se diferencie de Cristina y muestre candidatos que midan, no va a haber fuga de votos del oficialismo. Hay un electorado que frente a la crisis no tiene adónde ir”.

Hugo Haime hizo foco en el potencial de ese tercer espacio. “Un 60% por ciento nunca votaría a Macri y un 49% nunca votaría a Cristina. Solo un 30 por ciento nunca votaría una fórmula peronista no kirchnerista. El potencial de crecimiento de este tercer sector es muy grande. El clima de opinión demanda un cambio”, planteó.

El consultor coincidió con Romero en que ese espacio solo rompería la polarización “en tanto dispute el liderazgo a Cristina” y “no deje dudas de que es opositor”. Como contracara, advirtió: “Mientras prime la polarización y la gente no vea una alternativa, el núcleo de 30% de apoyo al Gobierno no se va a mover”.

Mariel Fornoni, por su parte, señaló que, aun con críticas al manejo de la economía, el núcleo duro de Cambiemos persiste, sobre todo, por “temor” al kirchnerismo. “Los que apoyan al Gobierno dicen: ‘Evidentemente no estaban preparados para esta crisis, pero son la única opción respecto de dónde veníamos'”, graficó la directora de Management&Fit.

Raúl Timerman, del Grupo de Opinión Pública (GOP), puso el fenómeno en clave 2019. “Creo que marchamos a la reelección de Macri, más por negligencia opositora que por mérito oficialista”, pronosticó.

Vencer la polarización aparece como un desafío complejo. “El peronismo no kirchnerista está muy condicionado por la polarización porque el tercio que queda es muy heterogéneo”, advirtió Romero.

Publicado en La Nación el 30/09/2018

La crisis afecta la imagen de Macri, pero más gradualmente

La crisis económica golpea fuerte la imagen y los índices de aprobación de Mauricio Macri y su gobierno. Además, como nunca antes en los últimos dos años y diez meses, están en duda los principales atributos simbólicos con los que Cambiemos accedió al poder: la credibilidad y la expectativa, la confianza en que el futuro sería mejor.

El quiebre mayor, sin embargo, no se registró en las últimas semanas. Data de mayo último, cuando Macri anunció el primer y fallido acuerdo con el FMI . Desde entonces, por la inflación, la recesión y la devaluación del peso, la caída es sostenida. Sin embargo, no se aceleró sustancialmente. Los analistas políticos coinciden en que no existe un clima como el de 2001, que hay una asunción de situación de crisis larga. Ese es el escenario que describieron, con matices, siete especialistas en opinión pública consultados por la nacion, a partir de sus últimas encuestas.

“La caída en la imagen y la aprobación del Gobierno empieza a ser persistente, pero el desgaste es acumulativo y viene del mes de abril. Ahí fue el quiebre. Hasta ese momento, la gente sabía que estaba mal, pero creía que podía estar mejor en el corto plazo. Abril fue el quiebre. A partir de ahí se le cayó la venda de los ojos. La gente ya sabe que las cosas están mal y ya asumió que no habrá ‘segundo semestre’ ni ‘lluvia de inversiones'”, analizó Mariel Fornoni, de Management&Fit.

Desde abril de 2016, la consultora elabora un índice de optimismo que se actualiza cada semana. El último registro disponible, del 17 de este mes, ubica el optimismo político en 26,9 puntos y el optimismo económico en 27,4 puntos. Un mes antes, a mediados de agosto, el primer indicador se ubicaba en 27,4 y el segundo en 28,6 puntos. Pero a mediados de abril, antes del anuncio de la vuelta al Fondo y de la primera devaluación brusca, cuando el dólar pasó de 20 a 25 pesos, el optimismo político superaba los 39 puntos y el económico, los 36.

La consultora Synopsis midió el desempeño del Gobierno por última vez el 11 de septiembre reciente. El 12 por ciento de los consultados entonces lo consideró “malo” y el 38,4%, muy malo, un total de 50,4% de imagen negativa. Los que evaluaron el desempeño como bueno (19,5%) y muy bueno (7,6%) sumaron el 27,1% de los encuestados.

Respecto del rumbo económico, Synopsis registró que el 50,4 por ciento contestó que “no es el correcto” y solo el 16,7% dijo que sí lo es. En marzo último, los detractores de la orientación económica eran 41,7% del total y en mayo, 44,8% de los consultados.

El Grupo de Opinión Pública (GOP), por su parte, midió los niveles de aprobación del Gobierno por última vez en agosto . Según ese registro, apenas el 10,8% “aprueba gran parte” de lo hecho por la administración Macri, mientras que 24,9% “aprueba algunas cosas” y 63,2% de los encuestados dijo “desaprobar gran parte”. En mayo, la aprobación de la gestión era de 16 puntos y la desaprobación, de 54,3 por ciento.

“El gobierno de Macri empezó con un gran nivel de expectativa: dijo que el control de la inflación no era difícil, que no iba a reducir los subsidios ni aumentar Ganancias. A lo largo de estos tres años no solo no se cumplió ninguna de las expectativas, sino que, además, la situación económica se deterioró mucho. Se nota un incremento importante de la desesperanza y de la preocupación, pero no se observa bronca, como sí hubo en 2001. La situación es diferente”, evaluó el director del GOP, Raúl Timerman.

En esa evaluación de que la crisis actual no es en ningún punto comparable a la de 2001 coincidió el resto de los analistas.

“El de Macri siempre fue un gobierno de generar expectativas. ‘Estamos saliendo’, ‘lo mejor está por venir’, ‘lo peor ya pasó’, pero todo eso termina en una gran decepción, en una crisis de credibilidad”, opinó Hugo Haime. “Hoy el 70 por ciento dice que las cosas van a empeorar, pero distingue esta situación de la de 2001 y el 26 por ciento confía en Macri y dice que seguirá confiando hasta el final de su mandato”, completó el analista.

El Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) que elabora la Universidad Torcuato Di Tella, en tanto muestra que en septiembre ese indicador, que se mide en una escala de 0 a 5 puntos, se ubicó en 1,75, un 10 por ciento menos que en agosto, cuando había sido de 1,94. Respecto de septiembre del año pasado la caída es del 39%. Es el peor índice desde que Macri es presidente y es menor (por 0,05 puntos) que el de diciembre de 2015, el último mes de Cristina Kirchner en el poder.

Tendencia consolidada

“La evolución parece reflejar la consolidación de la tendencia recesiva e inflacionaria de la economía y la agudización de la crisis cambiaria. Tampoco favorecen a la imagen del Gobierno el anuncio presidencial sobre acuerdos con el FMI que aún no se habían negociado, o la manera en que se manejó la reorganización ministerial”, sintetiza el informe del ICG.

También el último estudio de Opinaia, del 17 de septiembre último, muestra que el 70 por ciento de los encuestados evaluó la situación económica como “negativa”. Sin embargo, más del 60% cree que la situación sería “igual o peor” si gobernase la oposición y la mitad de los encuestados cree que “el ajuste es necesario” y “podría evitar nuevas crisis”.

El relevamiento más reciente de D’Alessio Irol, de este mes analizó las “expectativas personales”. Registró, por ejemplo, que mientras que el año pasado el 55% creía que podría tomarse vacaciones, este año ese porcentaje bajó a 31. La encuesta también muestra que 7 de cada 10 consultados cree que la situación económica actual “afecta su salud o la de su familia”. “Indudablemente ha habido una frustración respecto de expectativas”, evaluó Eduardo D’Alessio.

Publicado en La Nación el 30/09/2018

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La intimidad de la oposición El PJ no K se despereza, ya seduce a Tinelli y piensa en otros famosos para 2019

Cómo continúa la estrategia tras la primera foto. Los nombres que están en danza. El rol de cada uno y los límites a Cristina.

En Puerta de Hierro pueden escucharse tiros a cualquier hora del día. Es, probablemente, el barrio más peligroso del Conurbano y uno de los asentamientos más pobres de La Matanza, lo que ya es decir bastante para un distrito con 115 villas. Puerta de Hierro está compuesto por cerca de 600 viviendas, muchas de difícil acceso: las ambulancias no pueden entrar porque la mayoría de las casas no tiene calles, sino pasillos largos y angostos que parecen laberintos. El paco ha hecho estragos en grandes y chicos. La droga se prepara, se consume y se vende a través de ventanas del tamaño de un ventiluz.

Mientras estudia si se lanza o no a la arena política el año próximo, Marcelo Tinelli puso un pie en esa tierra. Su fundación colabora con uno de los comedores y lleva un registro de qué tan delicada es la situación social. Es parte del trabajo que hacen en escuelas, hospitales y barrios carenciados, desde Purmamarca hasta la provincia de Buenos Aires. Las donaciones comprenden bolsones de comida, agua e instalación de juegos para chicos. El conductor asiste en persona de tanto en tanto. En el último tiempo solo se lo vio en territorio bonaerense y acaso ese sea un dato en sí mismo. A veces difunde las fotos. Pero en la mayoría de las bajadas prefiere que no quede ningún registro.

“¿Mirá si no está pensando en ser candidato? Se está preparando”, confían quienes promueven su desembarco. Entre ellos están los integrantes de “Alternativa para Argentina”, el provisorio nombre que lleva la sociedad que acaban de presentar Miguel Ángel Pichetto, Sergio Massa, Juan Schiaretti y Juan Manuel Urtubey, un bloque de peronistas no kirchneristas que procura abrir una tercera vía electoral que escape de la grieta entre macristas y cristinistas. La figura de Tinelli ha pasado a ser parte de sus conversaciones. El plan de seducción, parsimonioso pero sin pausa, ya está en marcha.

“Marcelo es un hombre sensible e interesado en la cosa pública. Tiene las dudas lógicas de una persona que es exitosa en lo suyo y tiene que pasar a lo desconocido. Pero hay que alentarlo. Sería valioso que pueda sumarse”, dice Massa a Clarín. ¿Podría terminar Tinelli siendo uno de los candidatos a presidente? Responde Urtubey: “Sí, podría ser. La política no puede ser un gueto de un grupo selecto de gente que se ve diferente”.

Pero no son ni Massa ni el gobernador de Salta -quienes, además de verse en privado y en reuniones sociales con el conductor, han participado de sus shows en la TV-, los que más hablan con él. Tampoco el cordobés Juan Schiaretti, el gobernador opositor que gobierna el segundo distrito más grande del país. Puede parecer extraño, pero su nexo principal en ese grupo es Pichetto, con el que se ve y habla en reserva.

 Tinelli les avisó que no tiene decidido ser candidato, pero que tampoco lo descarta. Quienes lo impulsan le muestran encuestas y trabajos de focus group en los que mucha gente se muestra decepcionada con la clase política y pide que “venga alguien de afuera”. El conductor analiza cada trabajo y no responde ni sí ni no, pero sus amigos cuentan que para él “es un orgullo” que lo ubiquen en la grilla. Tinelli, dicen, les ha comentado que es consciente de que “las cosas no se cambian desde afuera sino desde el poder”. Uno de sus interlocutores revela que cuando escucha que en su grupo de amistades se quejan de la situación del país, él les responde: “¿Y vos con qué te comprometés?”

Hace días, a las oficinas de la productora de ShowMatch llegó un informe de la consultora D’Alessio IROL/Berensztein con los siguientes datos: 9 de cada 10 argentinos dice que la crisis “está impactando” en su vida cotidiana y 7 de cada 10 sostiene que “afecta su salud o la de algún familiar”. Los que quieren ver a Tinelli con un pie adentro de la política cuentan que “la recesión lo tiene muy preocupado” y revelan detalles de sus charlas sobre economía con Martín Redrado, con el massista Marco Lavagna y con Gustavo Marangoni, el ex funcionario de Daniel Scioli. Los que le ven con un pie afuera, en cambio, alertan que “Marcelo está preocupado por cómo mejorar el rating de su programa, que ha llegado a su piso en los últimos programas”. Y anticipan, además, que “tiene resistencia de un sector de su entorno”.

Otro detalle no menor es su afinidad con un ala de Cambiemos. Horacio Rodríguez Larreta habla con él tanto o más que los peronistas. El jefe de Gobierno le propuso hace un tiempo que si esá decidido a dar el salto lo haga bajo el paraguas oficialista. Es una idea que no comparten del todo algunos funcionarios de peso en la Casa Rosada, pero tampoco le quitan los ojos de encima. Dato: aunque los dos se cuidaron de que no trascendiera, Tinelli y Mauricio Macri volvieron a compartir una cena hace muy poco.

En este juego de aproximaciones también aparece María Eugenia Vidal, quien visitó las oficinas del conductor hace un mes. Habrá que ver cómo está la agenda de la gobernadora el 3 de noviembre: ese día Tinelli organiza en Bolívar, por vigésimo año consecutivo, la maratón Dino Hugo Tinelli. Solía ir Scioli. Ahora la invitada estelar es ella.

En el peronismo dicen que no es tiempo de definiciones. El video que postearon en simultáneo Schiaretti, Massa, Urtubey y Pichetto fue sólo el primer paso. Ahora dejarán correr hasta noviembre para una nueva foto. Aseguran que en el próximo encuentro recibirán la presencia de muchos otros gobernadores. Hoy los frena la discusión por el Presupuesto, donde no existen posiciones homogéneas entre los mandatarios peronistas. Luego de la segunda foto, empezarán a diagramar el verano. El diseño de la campaña en la Costa Atlántica coincidirá con el trabajo de los equipos técnicos, que buscan cerrar un programa que se concentre en lo social, lo económico, en la seguridad y en plano educativo.

El Grupo de los Cuatro pretende ampliar el espacio más allá del peronismo. “Ensanchar la avenida del medio”, bromea un dirigente del Frente Renovador. No será un camino fácil. Felipe Solá, que aún no sacó formalmente los pies del massismo, dijo que ningún espacio opositor puede prescindir del poder electoral de Cristina. En algo tiene razón: la ex presidenta no resigna un solo voto de sus adherentes duros, por más procesamientos que lluevan desde Comodoro Py. Con Cristina están cada vez más pegados Alberto y Aníbal Fernández, además de La Cámpora. Un combo, aducen los peronistas no kirchnertistas, imposible de digerir.

“Hay que ampliar, pero con Cristina afuera”, repiten. Massa tendrá la misión de lograr que Margarita Stolbizer -su aliada en la última elección, ahora cercana al socialismo- no se espante frente a tanto dirigente peronista. Ese “ampliar” ya tiene una lista de famosos -en la que también trabaja Massa- que va desde el psicólogo Gabriel Rolón hasta figuras del deporte como Agustín Calleri y Matías Lammens.

Otro nombre que interesa mucho es el de Facundo Manes, que en su momento fue codiciado por Vidal. A Manes lo tentaron y esperan que regrese de Portugal, donde participa en un congreso sobre la neurociencia de la cognición social, para volver a la carga.

Publicado en Clarín el 30/09/2018

¿El paro general representa efectivamente a los trabajadores?

El 7 y 8 de enero de 1936, la CGT Catamarca y la CGT Independencia, realizaron el primer paro general del siglo, por 48 horas al entonces presidente Agustín P. Justo.

El motivo del reclamo sindical fue por apoyo a los trabajadores de la construcción y en repudio a la represión del Gobierno.

En la época del primer paro, el derecho a huelga no era parte de ningún derecho constitucional.

La inclusión del derecho de huelga se realizó en la reforma constitucional de 1957 y fue ratificada en la Convención Constituyente de 1994, considerando que la reforma constitucional del 57 había sido realizada por una Convención Constituyente convocada en oportunidad de una dictadura militar.

En la ratificación de 1994, quedó determinado que el Articulo 14 Bis tendría el siguiente texto:

“El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial. Queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo.

El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter integral e irrenunciable. En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes; jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna”.

Existen tres motivos como justificación de una huelga:

-Huelga laboral: es la que tiene lugar por causas derivadas de la propia relación de trabajo.

-Huelga extra-laboral: es la que se lleva a cabo por motivos políticos o con cualquier otra finalidad ajena al interés profesional de los trabajadores afectados.

-Huelga de solidaridad o simpatía: los trabajadores defienden un interés ajeno a su relación contractual, actuando, sin embargo, en apoyo de otros trabajadores en conflicto, con los que se solidarizan.

Según el comportamiento que se lleve a cabo durante la huelga:

-Huelga turnante o rotatoria: es la que realizan de modo sucesivo en las distintas unidades productivas de una empresa o centro de trabajo, o sectores de la actividad económica en un ámbito geográfico determinado, alterándose sucesivamente en la cesación, en el trabajo, con la finalidad de afectar a la coordinación de la producción.

-Huelga estratégica, tapón o trombosis: es aquella que afecta tan solo de modo directo a la actividad productiva básica de la empresa, o a los sectores estratégicos del sistema económico, pero que comunica sus efectos en cadena a los demás ámbitos, consiguiendo la paralización de todo el proceso productivo.

-Huelga de celo o reglamento: consiste en una ejecución minuciosa y reglamentaria del trabajo, con el consiguiente retraso.

-Huelga intermitente: es aquella en la que se alterna momento de normalidad laboral y de cesación del trabajo. Posee una tipología bastante variada: alternancia de horas de trabajo y huelga a lo largo del día, de días de trabajo y huelga a lo largo de la semana o períodos más amplios.

-Huelga de brazos caídos: o huelga a pie de fábrica, en la que los trabajadores no abandonan las instalaciones de la empresa, sino que se establecen turnos de relevo para ocuparla permanentemente.

-Huelga escalonada: es aquella en que las actividades productivas son paralizadas progresivamente, unas después de otras.

-Huelga general: la que se plantea simultáneamente en todos los oficios de una o varias localidades.

Desde 1936, hasta el día de la fecha, las organizaciones sindicales argentinas, realizaron 72 huelgas (parciales o generales) contra 21 presidentes argentinos -democráticos y militares- en que se adujeron los más diversos motivos, aún contrariando la legislación vigente en la época, como factor fundamental para la realización de los reclamos.

Los Presidentes que más sufrieron la realización de las huelgas generales, fueron:

Raúl Alfonsín: 13

Fernando de la Rúa: 10

Carlos Saúl Menem: 9

Arturo Frondizi: 5

Arturo Umberto Illia: 5

Cristina Fernández de Kirchner: 5

Mauricio Macri: 4 (con la de hoy)

Reynaldo Bignone: 3

Alejandro Agustín Lanusse: 3

Eduardo Duhalde: 2

Isabel Perón: 2

Juan Carlos Onganía: 2

Nestor Kirchner: 1

Leopoldo Fortunato Galtieri: 1

Roberto Eduardo Viola: 1

Jorge Rafael Videla: 1

Roberto Levingsnton: 1

Jose Maria Guido: 1

Pedro Eugenio Aramburu: 1

Edelmiro Farrell: 1

Agustín Pedro Justo: 1

En 54 oportunidades, (o sea en el 75% de los casos) el motivo de la protesta fue de “rechazo” o “repudio” a algo.

En 45 oportunidades de estas 54 huelgas, el rechazo fue hacia la política económica y social del país (o sea el 60% del total de las huelgas, tuvieron este motivo).

Es importante mencionar que en ningún caso y en ninguno de los gobiernos, la huelga generó el cambio de ninguna política económica.

Desde el nacimiento del sindicalismo en Argentina, con ideologías socialistas y anarquistas en la creación de la Sociedad Tipográfica Bonaerense en 1857 , hasta la fecha, las demandas que se iniciaron para la obtención de mejoras en la ley laboral, fueron dando lugar a Sindicatos poderosos, dirigidos por sindicalistas millonarios que, abarcando diversas actividades económicas no relacionadas con las defensas sindicales, traspasan el poder a familiares y amigos, para poder continuar presionando a los gobiernos de turno.

¿La huelga general representa efectivamente a los trabajadores?

Según la encuestadora D’Alessio Irol–Berensztein, el 53% de los argentinos está en contra del paro general.

¿Cómo es posible entonces que el paro lo organice una minoría?

La respuesta es simple: el paro general no tiene como objetivo defender los derechos de ningún trabajador

El paro en Argentina se transformó en una herramienta de presión contra el gobierno, para demostrar poder ante eventuales procesos judiciales en los que dicho Gobierno, en teoría, no debería tener ninguna injerencia.

El sistema sindical argentino se tornó un bumerang por si solo, ya que el Gobierno reparte recursos públicos a los sindicatos, que utilizan esos recursos contra el propio gobierno, generando un caos en la ciudad y evitando que quien quiera trabajar pueda hacerlo.

Esta imposibilidad se debe a que el actor principal del reclamo es el segmento del transporte o porque entidades sociales, de personas que no trabajan, apoyan a los organizadores del paro, que pagan micros que estacionan en cualquier lado, que reparten dinero para militantes que cobran planes, y que llega al absurdo en que líderes sociales, aprovechen su tiempo libre en el medio del paro, para tomar café en empresas capitalistas a los que ellos, combaten con fervor.

Por la dificultad de movilizarse, el trabajador que no está de acuerdo con el paro general, no tiene como ir a trabajar y de esta forma, los organizadores se jactan de una efectividad del paro con porcentajes que no representan la realidad social y menos aún, cuando se incluye el acatamiento en las ciudades del interior.

Orilla lo sub-real que el centro de la ciudad de Buenos Aires se haya transformado en un lugar para organizar reclamos que no representan a la mayoría, donde se reivindican mejoras laborales de quien no tiene trabajo, (y no quiere trabajar), con recursos del propio Estado a quien le es realizada la protesta.

Por algún motivo difícil de entender para gran parte de la población, el gobierno observa el reclamo con una pasividad que no condice con el pedido de la gente de respetar el derecho constitucional del libre tránsito por el territorio nacional.

En definitiva, perdemos todos: Gobierno y trabajadores. Los únicos que ganan son los manifestantes mediante el reparto del dinero para ir a reclamar lo que representan.

Un estudioso brasileño de la política Argentina, el doctor Claudio Eltchenstein, me hizo la siguiente reflexión: “¿Qué podés esperar del sindicalismo argentino, que el 18 de Octubre de 1945 paró el país exigiendo la libertad del General Perón (al ex presidente Edelmiro Farrell) y que el 17 de Noviembre de 1972 volvió a parar el país festejando que Perón había regresado a la Argentina (al ex presidente Alejandro Agustin Lanusse)?”

Y concluyó: “Pensé que el reclamo era para que los Argentinos tuvieran mas trabajo…….. Y no menos”.

Publicado en Infobae el 25/09/2018

El Gobierno necesita mejorar la economía para desactivar la protesta

La combinación de inflación con recesión, desempleo y caída del poder adquisitivo en el salario es un problema que aun no encuentra solución por parte de la administración macrista, acerca posiciones en el sindicalismo y argumenta el paro nacional de la CGT.

El tiempo del conflicto social resurge en la Argentina como consecuencia de una gestión que, a lo largo de los últimos tres años, no supo encontrar en el manejo de la economía una fortaleza que sostenga el respaldo otorgado en dos ocasiones por los votos en las urnas.

La impericia para resolver los problemas de lo que Cambiemos denominó como la “pesada herencia recibida” y avanzar con un modelo superador que recupere la senda del crecimiento, terminó por agrupar a los diferentes sectores del sindicalismo en una protesta que, si bien no está exenta de un interés político, contiene una apreciación compartida por la mayor parte de la sociedad, incluyendo al propio Presidente: por cuestiones exógenas y dificultades propias, hoy la economía está en su punto más bajo desde que Mauricio Macri asumió la administración nacional y ese hecho le da marco al paro nacional, aunque una de cada dos personas considere que no es una medida apropiada para este momento, como lo reveló una encuesta de D’Alessio IROL/Berensztein, y el Gobierno advierta la fuerte pérdida que genera para la economía nacional el cese de actividades.

Los representantes de los gremios más poderosos mantuvieron sus diferencias durante los últimos años, trazando una división claramente expuesta entre la conducción de la CGT y el camionero Hugo Moyano. De hecho, aún hoy mientras Moyano se muestra cada vez más cerca de Cristina Kirchner, integrantes del triunviro que conduce la central obrera, como el sanitarista Héctor Daer, aseguran que el peronismo no debe contar con la ex presidenta como representante para las futuras elecciones.

Sin embargo, el escenario de estanflación que ofrece la economía les otorga argumentos comunes para sostener una protesta conjunta. Por un lado, la inflación proyecta una pérdida promedio de 15 puntos en el poder adquisitivo de los salarios que golpea a los trabajadores formales y tiene su correlato en la fuerte caída del consumo. Y por el otro, la recesión afecta al sector productivo y genera la pérdida de puestos de trabajo reflejada por el Indec, una estadística que aún no mostró su peor guarismo. Recién cuando se conozcan los datos del tercer trimestre que está por concluir, podrá observarse el verdadero impacto de la reciente devaluación en el nivel de empleo y, según anticipan los especialistas, la desocupación podría alcanzar las dos cifras. El combo se completa con un aumento de la pobreza, la vara por la cual Macri pidió ser juzgado al término de su mandato.

Hoy, con el jefe de Estado intentando convencer en Estados Unidos a la comunidad internacional, en particular a los inversores, de que lo peor ya pasó y que vuelvan a apostar en el país, la imagen que ofrece la Argentina refleja el reclamo sobre una situación delicada para la que se propone aplicar un ajuste que equilibre las cuentas, con el respaldo del financiamiento del Fondo Monetario Internacional. Pero mientras los gremialistas y representantes de la oposición piden mejorar la atención social, recuperar la industria, el consumo, el salario, las jubilaciones y el empleo, también reclaman bajar la presión impositiva y frenar el endeudamiento que sostiene un gasto creciente del que la economía vivió durante al menos la última década.

Pedidos lógicos para cualquier sociedad, aunque en un país en el que los ingresos no superan a ese gasto, la ecuación presentada parece insostenible. Claro que la obligación de encontrar una respuesta, la tiene el Gobierno. Y en el éxito de esa empresa no solo radica la posibilidad de vaciar la protesta de contenido sino también la de extender un proyecto político que hasta el año pasado parecía garantizado y hoy necesita reforzar sus cimientos.

Publicado en El Cronista el 25/09/2018

Más de la mitad de la gente está en contra del paro nacional del martes

El 53% se mostró en contra de la medida de la CGT. La mayoría cree que el motivo es presionar al Gobierno para que cambie el programa económico, mientras que sólo una de cada cuatro personas piensa que se trata de una genuina defensa de los trabajadores.

El 53 por ciento de la gente se opone a la realización del paro nacional del próximo martes que convocó la Confederación General del Trabajo (CGT) en señal de protesta contra las medidas económicas del Gobierno, mientras que el 47% se mostró a favor de la medida, según los resultados de una encuesta realizada por D’Alessio Irol / Berensztein.

Entre los encuestados que declararon haber votado por Cambiemos en las elecciones presidenciales de 2015, el 82% se manifestó en contra del paro, mientras que apenas el 12% defendió la medida de la CGT.

Por el lado de los que reconocieron elegir al Frente Para la Victoria en los comicios de 2015, el 82% dijo estar de acuerdo con el paro, mientras que el 18% se mostró en contra.

En cuanto a las motivaciones del paro, el 44% de los encuestados consideró que la intencionalidad detrás de la medida de fuerza es presional al Gobierno para cambiar el rumbo económico, mientras que el 17% afirmó que pasa por una búsqueda de la CGT de mantener el liderazgo frente a sus representados y apenas el 15% sostuvo que se trata de una genuina defensa de los trabajadores.

Un 7% afirmó que el objetivo es desestabilizar al Gobierno con malestar social.

El motivo más elegido por los consultados que votaron a Cambiemos es el de la presión para que el Gobierno cambie su programa económico (36%), seguido por el de la búsqueda de la CGT por mantener su liderazgo (25%) y por las tensiones sindicales internas (21%).

Entre los votantes del Frente Para la Victoria, el 53% afirmó que la razón del paro es instar al Ejecutivo a rever sus medidas económicas, mientras que apenas el 26% cree que se trata de una genuina defensa de los trabajadores.

Publicado en El Cronista el 24/09/2018