Estrés, un factor de riesgo como el tabaco o la presión

Científicos vincularon el efecto del estrés constante en una zona muy profunda del cerebro con un mayor riesgo cardíaco

Investigadores de la universidad norteamericana de Harvard vincularon el efecto del estrés constante en una zona muy profunda del cerebro con un mayor riesgo de padecer ataques cardíacos, y precisaron que es un factor de riesgo igual de importante que el tabaco o la presión arterial.
Tras evaluar estudios de más de 300 personas, los investigadores observaron que las que tenían más actividad en la amígdala, zona de los lóbulos temporales que procesa las emociones, podían desarrollar enfermedades cardiovasculares con más posibilidades, añade la revista científica The Lancet.
Según los investigadores, el estrés emocional estuvo siempre vinculado a un incremento de los males cardiovasculares, que afectan el corazón y los vasos sanguíneos, pero la forma en que ocurre no podía ser entendida en profundidad.
El análisis de los expertos indica que el incremento de actividad en la amígdala ayuda a explicar este vínculo.
Los investigadores sugieren que la amígdala envía señales a la médula ósea para producir más glóbulos blancos y éstos, a su vez, actúan en las arterias provocando su inflamación, causando ataques cardíacos o apoplejías.
De esta manera, esta parte profunda del cerebro, cuando está en una situación de estrés, puede anticipar problemas cardiovasculares, según los expertos, que advierten, no obstante, que hay que hacer más estudios sobre este vínculo a fin de confirmarlo.
El primero estaba centrado en el análisis del cerebro, la médula ósea, el bazo y las arterias de 293 pacientes, a los que se les siguió de cerca durante casi cuatro años para saber si desarrollaban enfermedades cardiovasculares.
Durante ese periodo de tiempo, 22 pacientes enfermaron y fueron precisamente los que tenían más actividad en la amígdala.
El segundo estudio, que evaluó a 13 pacientes, se refería al vínculo entre el estrés y la inflamación en el cuerpo.
En este caso, los expertos observaron que los que tenían más estrés padecían también más actividad en la amígdala y había más evidencia de inflamación en la sangre y las arterias. Nuestros resultados aportan una revelación única de cómo el estrés puede llevar a enfermedades cardiovasculares, dijo el autor del análisis, Ahmed Tawakol.
En Argentina, el 80% de los trabajadores dice sufre estrés laboral. De estos, la mitad lo padece de manera frecuente, diaria o semanal, según un estudio de DAlessio IROL.

Jefes tóxicos: ¿una especie en extinción?

Nota publicada el 02/01/2016 – Diario El Día (La Plata)

CLARA VILLEGAS

La noche previa a la reunión con su jefa, Victoria casi no duerme. Recuerda los nervios de cuando era niña y se acercaba un examen de matemáticas. Ella sabe muchas cosas. Sabe que desarrollar un proyecto en el ámbito público implica sacrificios. Sabe, también, que para el suyo los fondos están, por eso se rehusa a pagar los insumos con plata de su bolsillo. Sabe que, desde que se enteró de esto, su jefa hierve. Y sabe que se avecinan dos horas de regaños en las que no faltarán gritos e insultos. Entre tantas cosas, ahora sabe una más: su trabajo y su vida, serían mucho, pero mucho mejores si su jefa no fuera tan jodida.

Los jefes tóxicos como la de Victoria siempre abundaron, pero las empresas más exitosas del mundo tomaron nota de que con ellos no podían pensarse a largo plazo y empezaron a buscar otros perfiles. Capacidad de escucha, de motivación y sensibilidad son algunas de las cualidades de los líderes a los que apuntan. ¿En Argentina también?

Tipos de toxicidad

Poco ejecutivos, adictos al trabajo, indecisos, son algunas de las 15 clasificaciones que propone la bibliografía sobre el tema. Entre los peores jefes tóxicos se cuentan: el micromanager: incapaz de priorizar y delegar, está pendiente del paso a paso de la ejecución de sus órdenes; el ladrón: se queda con las ideas de los subalternos; el acosador o “buleador”, que intimida y humilla públicamente a sus empleados. La Oficina de Asesoramiento contra la Violencia Laboral atendió, desde su formación en 2005 hasta el 2012, unas 6.500 consultas. La agresión verbal es una de las tantas formas que adquiere la violencia en el trabajo.

La lista de clasificaciones sigue y una característica no es privativa de la otra. Hay algunos que son un cóctel de toxicidad. Cuando Victoria ingresó a la dependencia estatal en la que desarrolla su proyecto, imaginaba que para hoy, cinco años después, habría multiplicado sus conocimientos, sus producciones proliferarían y tendría un amplio panorama laboral. El futuro era prometedor, su jefa le inspiraba confianza. “Al principio me caía bien”, recuerda “me contaba que otros directores la dejaban de lado y ella aparecía como la víctima, por eso yo la justificaba”.

Hacer que el empleado se sienta en confianza, mostrar por él cierta predilección -más allá de su desempeño laboral-, que se conciba como un amigo, son algunas de las estrategias del “jefe colega”. Pero los amigos están en las buenas y en las malas. Cuando Victoria se cansó de repetirle las mismas consultas, y de dar con su contestador siempre que la llamaba por alguna urgencia, se dio cuenta de que no podía contar con su jefa.

En su libro Neomanagement: jefes tóxicos y sus víctimas, el psicólogo laboral Iñaki Piñuel afirma que existen solo tres tipologías. Está el Narcisista, que se adjudica los logros de su equipo. El Paranoide: desconfiado, cuestiona el trabajo y la conducta de sus colaboradores. Y el jefe Psicópata, cuyo orgullo y frialdad lo convierten en despótico y mentiroso compulsivo.

¿Exagerado? ¿Un caso en un millón? Miren esto: en el 2013 el gerente de una papelera fue condenado a indemnizar con 138 mil pesos a su secretaria porque, además de todo, le controlaba cuánto papel higiénico gastaba.

Con jefes como estos, el empleado que logra mantener la motivación es casi un héroe.

La procesión va por dentro

Hace dos años, un día de trabajo cualquiera en la vida de María podía empezar así:
-Buenos días, llamo de la agencia de noticias Blablablá y quería preguntarle si…
-Dígame, ¿cuál es su consulta?
-Quizá no se escuchó bien, quería preguntarle si es cierto que…
-No la escucho señorita, ¿podría hablar más fuerte?
No. No podía. En su primera experiencia laboral María encontró un jefe capaz de lograr que una periodista sienta miedo de preguntar. “Me daba vergüenza que mis compañeros me escucharan y pensaran ‘qué preguntas boludas que hace’”, recuerda, “siempre nos hacía sentir un poco idiotas”. Claro que la agencia de noticias no se llama Blablablá y que la novata, al igual que Victoria, en realidad tiene otro nombre, pero si esta nota incluyera nombres y apellidos, no sería esta nota.

Cuando empezó, María entraba a las nueve y salía a la una, luego se le agregó una hora más y después otra, pero en el recibo de sueldo seguían figurando las mismas cuatro horas de siempre. A decir verdad, tampoco había recibo y los $2750 que ganaba por mes eran inciertos, al igual que la procedencia del dinero: “Nada estaba claro, ni siquiera lo que tenía que hacer”, se lamenta.

La ausencia de control sobre el contenido de las tareas, las altas exigencias psicológicas –en calidad y cantidad de trabajo-, la falta de apoyo de compañeros o superiores, y la escasez de recompensas, son varios de los factores psicosociales que dañan la salud de los trabajadores. Está comprobado científicamente, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

A los pocos meses de entrar en la agencia de noticias, María no podía concentrarse en otra cosa que no fuera su trabajo. “Todo el tiempo pensaba qué notas hacer y nunca me salían”, recuerda. De a poco su cuerpo le empezó a pasar factura: “Me hacía tanto problema porque sentía que todo me salía mal, y lento, que me daban anginas constantemente”.

Cuando hay un desequilibrio entre lo que se le exige al empleado y los recursos que tiene para satisfacer esa exigencia, se produce el estrés: un conjunto de reacciones emocionales, cognitivas, fisiológicas y del comportamiento ante esa demanda desmedida. Según la OIT, cuando esta situación se prolonga, aparecen enfermedades gastrointestinales, respiratorias e inmunológicas, entre otras.

Aunque María aguantaba, su cuerpo se anticipó y dijo basta. Un cuadro de amigdalitis aplastante la dejó internada durante una semana. Entre un pinchazo y otro tomó dos decisiones vitales: empezar terapia y renunciar al trabajo.

Un estudio de la consultora D´Alessio IROL realizado en el 2014 sobre 500 personas en Argentina, concluyó que ocho de cada diez sufren estrés. La edad para empezar a padecerlo descendió a 25 y gracias a esos números el país se ubica en el cuarto lugar a nivel mundial. El primer puesto es para Japón (90%), el segundo para Rusia (84%) y en el tercero queda Arabia Saudita (82%).

En el cuerpo de Victoria el estrés también hizo mella. Con su metro setenta y seis, solía pesar 58 kilos pero en los peores meses de la relación con su jefa bajó hasta los 53. “No tenía ganas de cocinarme. Dormía siestas de dos o tres horas. Buena parte del sueldo la gastaba entre el psicólogo y el psiquiatra”, recuerda.

¿Exagerado? ¿Dos casos en un millón? Miren esto: entre los años 2008 y 2009, en Francia, unos 35 empleados de France Télecom se suicidaron. En sus cartas, varios de ellos se quejaron de la presión que sufrían en el trabajo. En medio de la crisis, la empresa había implementado una reestructuración que incluía 22 mil despidos y 10 mil traslados. Cuatro años después, su presidente de entonces, Didier Lombard, fue procesado por acoso moral.

¿Jefe tóxico se nace o se hace?

Lo más probable es que quien creció pisando cabezas y ladrando órdenes no encuentre ningún dilema moral a la hora de asumir un puesto jerárquico en el que deba, antes que nada, presionar. Pero para aquellos que mantienen algunos valores, asumir ese rol no es nada fácil. Deben desarrollar estrategias de defensa.

“De manera inconsciente generamos mecanismos que nos permiten aguantar en un trabajo y hacer por propia voluntad cosas que reprobamos moralmente”, explica el psicólogo laboral Patricio Nusshold. “Una estrategia de defensa recurrente en los jefes es el cinismo viril. Bajo la lógica de la racionalidad económica se justifica buena parte de las decisiones de la dirección. Para eso es importante que ellos nieguen que eso que hacen les parece mal”, detalla Nusshold. Es una estrategia colectiva de defensa que les permite sobrevivir en su cargo. Si alguno de estos jefes asumiera en público que, por ejemplo, no le parece bien despedir empleados, los demás considerarían que no está a la altura de las circunstancias.

Hasta principios del 2000 predominaba este tipo de cuadros de mando –aunque ya desde los años ‘60 se exploraban otras formas-, y hoy se mantiene vigente en las empresas que priorizan los resultados a corto plazo. Según Soledad López, vocera de la Consultora de Recursos Humanos Adecco, los cambios sociales, políticos, económicos y tecnológicos que se dieron en las últimas décadas llevaron a modificar el capital humano de las empresas. “El nuevo modelo de líder cumple los objetivos de la organización generando el compromiso de su equipo y logrando conductas que se sostienen en el mediano y largo plazo”, explica.

¿Cuáles son los atributos de ese nuevo líder? Habilidades comunicativas y para la toma de decisiones; capacidad de aprendizaje; idoneidad para crear y guiar un cambio, aptitud para la gestión de conflictos, entre otras. Soledad López confiesa que conseguir esos perfiles en La Plata, e incluso en Argentina, es todo un desafío: “Esas competencias son difíciles de predecir en un proceso de selección”. De todos modos, tampoco es que las empresas se los sacan de las manos. “Todavía existen estructuras organizacionales rígidas y resistentes al cambio. En las organizaciones conviven líderes arraigados en modelos autocráticos donde el jefe tiene el poder absoluto sobre sus equipos”, describe la vocera de Adecco.

Las mujeres tardan más en liberarse del estrés

Les lleva horas poder recuperarse de la tensión del día de trabajo.

Las mujeres deberían recostarse al menos unos diez minutos al llegar a casa, luego de la jornada laboral, para quitarse el estrés. Lo sostiene una investigación del Departamento de Medicina Ocupacional de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca.

Este dato surgió luego de un estudio en el que, mediante un análisis de orina, se pudo comprobar que los niveles de estrés de hombres y mujeres son muy diferentes al concluir un día de trabajo.

“Mientras ellos se liberan poco tiempo después de salir de la oficina, ellas continúan estresadas por varias horas”, expresó Ane Marie Thulstrup, directora del estudio.

Este trabajo se complementa con un hallazgo previo realizado en Filadelfia, Estados Unidos, y publicado en la revista Molecular Psychiatry, que encontró que el cerebro de las mujeres es más sensible a la acción de una hormona que organiza la respuesta del cuerpo ante el estrés.

Qué pasa con el trabajo
En la Argentina, según un relevamiento realizado por la consultora D’Alessio IROL, ocho de cada diez personas dicen padecer estrés laboral, una proporción elevada que ubica al país en el ranking mundial de ansiedad en la vida cotidiana.

En términos generales, el estrés no es algo de por sí negativo. Se trata de una reacción puntual ante un peligro potencial, que permite el enfrentamiento o la huida de la situación que lo está provocando. Pero, cuando se produce en el trabajo, se transforma en algo más complejo.

En un estudio publicado en 2009, el Hospital Alemán de Buenos Aires describió al estrés como un agotamiento del sistema nervioso, con tendencia a volverse crónico, y que produce un desgaste que da origen a síntomas de tipo depresivos.

Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, detalla dos grandes tipos de síntomas: físicos y psicológicos. Éstos, a su vez, engloban malestares que van desde el cansancio hasta el insomnio, pasando por problemas de alimentación, e incluso de tipo sexual.

En cuanto al trabajo, los estresores más importantes están relacionados con la sobrecarga de trabajo, la excesiva responsabilidad y, fundamentalmente, la sobrevaloración de las nociones de éxito o fracaso. También influyen el clima que se puede dar en el ámbito laboral, las condiciones personales y los propios recursos para enfrentar distintas situaciones, algo que se conoce como resiliencia.

¿Pero cuánto demoramos en reponernos? Según Vanesa Fernández, psicóloga del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, el tiempo que tarda el cuerpo en eliminar el estrés que acumula durante todo el año depende de la persona; aunque, admite, “en menos de una semana es difícil” porque “el organismo necesita como mínimo ese tiempo, sobre todo a nivel físico, para recuperar la fatiga”, explicó la especialista, dando pie a entender que la única solución que nos queda son las vacaciones.

Los estresores más importantes son la sobrecarga de trabajo, la excesiva responsabilidad y la sobrevaloración del éxito.

Algunos tips
Evitar que nos afecte el trabajo

Respetar el almuerzo
Solemos saltear comidas. Alimentarnos nos ayuda a reponer energías.

Pausas
Cuando una tarea nos excede, es beneficioso tomarse un recreo.

Moverse
Levantarse, estirar los pies, caminar y oxigenarse ayudan a relajarse.

Relacionarse
Mantener un trato de camaradería es una vía para distenderse.

Enfocarse
Al final de la jornada hay que concentrarse en las tareas logradas y no en las pendientes.

Vivir a mil no es vivir por mil

La velocidad con que sentimos que transcurre el tiempo no tiene precedentes. El 70% de los argentinos dice que “no le alcanzan las 24 horas del día”. Sin embargo, actuamos a medias, “total mañana será otro día”.

En agosto del 2014, la consultora D’Alessio IROL, realizó una encuesta* en la que 7 de cada 10 argentinos indicaron que “les quedan tareas pendientes al finalizar el día”, y sólo un 16% señaló que “le sobra tiempo para el ocio”.
Según la encuesta, al terminar la jornada, los sentimientos que predominan en la mayoría de las personas son el agotamiento y el estrés. Hayamos sido encuestados o no, sabemos exactamente de qué se trata ésta sensación, repetimos cual mantra “el tiempo es corto, no alcanza, siempre estoy corriendo”. Y por supuesto, lo que decimos lo padecemos, lo creamos y recreamos diariamente.

Vivimos a mil, es cierto, pero no vivimos por mil. Vivimos en la superficialidad del ahora, tan preocupados por “lo que se termina” o “lo que va a venir” que apenas tomamos conciencia de quiénes somos, qué hacemos, y dónde estamos en el presente. Sin embargo, saber qué nos pasa AHORA es fundamental para ajustar las velas de nuestro barco, y poder orientarlo hacia ese norte que estamos buscando.

Vivimos a mil, ya lo creo, pero no vivimos por mil. Por las mañanas, apenas nos despertamos ya sentimos que “el tiempo se nos escapa” pero no somos coherentes con lo que eso realmente significa. No tomamos conciencia que este minuto puede ser el último, y que quizás mañana todo se terminará. Si lo hiciéramos, sería altamente probable que nuestras acciones, y vínculos estuvieran orientados a lo que para nosotros es valioso, verdadero, importante. Seguramente, muchos estaríamos en otro lugar, veríamos a otras personas, conversaríamos de otras cosas. Malgastamos las horas propias, “total mañana será otro día” y por si fuera poco abusamos del tiempo ajeno de clientes, proveedores, amigos ya que “los otros pueden esperar”. Nos creemos eternos, y nos pensamos siendo los únicos importantes en el Universo.

Las palabras comprometerse, involucrarse, jugarse, servir, aparecen en el diccionario de la RAE, nosotros no las aplicamos. Para muchos sólo hay que aparecer, aparentar que estamos ahí, simular que somos algo que en realidad no somos, vender espejitos de colores. Lo importante es sólo lo propio. Políticos de turno, empresarios, docentes, profesionales, comerciantes, estudiantes, lo que nos toque ejecutar, preferimos retacearlo, porque creemos que “mañana seguiremos remando” o que “esa respuesta, ese compromiso puede esperar”.

Vivimos a mil, no vivimos por mil. Estamos más angustiados por “el tiempo del reloj”, que ocupados en vivir minuto a minuto, segundo a segundo entregando lo mejor que sabemos hacer. Nos encanta juzgar, criticar, ser directores técnicos. Algunos hasta transitamos las horas midiéndolas y cuantificando cuánto fuimos capaces de producir. Sin embargo, todos sabemos que al hacerlo, cumplimos a medias, trabajamos como podemos, y llegamos apenas hasta ahí ocupándonos de la cantidad; ¿la calidad? después llegará.

Hacemos múltiples tareas a la vez, sin darnos cuenta que es más efectivo focalizar, dar el 100% de nuestra atención, a quién está frente a cada uno de nosotros en este momento. Vivimos a mil, corremos… hasta que un buen día fallece el amigo entrañable, el vecino de la infancia que tenía tu misma edad, con el que compartías juegos, confidencias, momentos que ya no volverán. Y entonces, sólo entonces, nos damos cuenta que en vez de preocuparnos porque “no alcanza el tiempo” deberíamos ocuparnos viviéndolo de la mejor manera posible, al mil por ciento, porque se trata de un regalo.

¿Qué harías hoy, dónde estarías, qué dirías… si supieras que sólo te quedan 24 horas de vida? Y si te quedara una semana de vida, un mes, un último año ¿qué harías, dónde estarías, de qué hablarías? Estas preguntas pueden ayudar a reencauzar la brújula de nuestros proyectos. ¿Nos animamos? Cambiar el rumbo, ajustarlo, a veces da mucho miedo. Sin embargo, todos sabemos que ahora es el único momento que realmente existe y en el que podemos accionar al cien por ciento.

* Link a la Fuente D’Alessio IROLhttp://goo.gl/2EC1lx

Cada vez más jóvenes padecen de estrés laboral

Se trata de una patología que antes afectaba a trabajadores mayores de 40 años y que ahora ya se evidencia a partir de los 25 años. La necesidad de un ascenso rápido, la aceleración de los tiempos laborales y la convivencia del trabajo con el estudio implican cargas más pesadas. Las cifras obligan a las empresas a tomar medidas para mejorar la salud de sus empleados

XIMENA CASAS Buenos Aires

El estrés laboral llega cada vez más rápido. Ya no es extraño que jóvenes menores de 30 años manifiesten este tipo de síntoma. De hecho, el 80% de los trabajadores ya padece esta enfermedad. Y la mayoría de estas personas no llegan a los 25 años de edad.
Así lo revela una investigación de la consultora D’Alessio IROL sobre 500 personas, difundida por la Sociedad de Medicina del Trabajo de Buenos Aires. El informe asegura que el 80% de los trabajadores padece estrés laboral y que la mitad lo sufre de manera frecuente, diaria o semanal. Pero, a diferencia de estudios anteriores, ahora se adelantó a 25 años la edad en la que se dispara la patología.
“En el caso de los jóvenes, hay muchos que estudian y trabajan, lo que implica una doble carga de esfuerzo. Además, los tiempos laborales se han acelerado, y pareciera que todo tiene que ser ya”, explicó Mara Diz, especialista en Factores Psicosociales en el Trabajo, de la Sociedad de Medicina del Trabajo de Buenos Aires.
La experta agregó que la necesidad de ascenso es cada vez mayor. “Antes, uno llegaba a gerente a los 40 años y hoy lo puede hacer a los 32. Conozco directores o CEOs que han llegado a esos puestos a los 37 o 38 años, lo que implica un involucramiento laboral sostenido durante mucho tiempo”, aseveró.
A modo de ejemplo, citó lo que ocurre en el sector tecnológico, donde “chicos de 25 años ocupan posiciones antes destinadas a gente con más experiencia”. La especialista realizó un estudio sobre 93 empleados y los resultados mostraron que el 68% padecía preocupaciones frecuentes; el 64% vivía pensando en tareas futuras en lugar de disfrutar el presente y el 41% sentía que no tenía tiempo suficiente para finalizar sus tareas y manifestaba una constante sensación de que no llegar nunca. “Todos, son indicadores de síntomas de ansiedad”, explicó.
La encuesta reveló además que un 60% de los trabajadores sufre de contracturas frecuentes; 59% empieza a perder rápidamente la paciencia; 58% está más impulsivo, agresivo o insatisfecho que lo usual, y el 54% padece de insomnio o duerme mal.
La consulta se realizó entre trabajadores del área financiera, pero la profesional asegura que los indicadores se repiten en todas las ramas laborales.
Según Diz, las empresas están tomando conciencia del problema. “Algunas hacen cosas aisladas, como una clase de yoga o un gimnasio, pero otras toman medidas más profundas”, dijo.
Desde el Instituto de Neurociencias Buenos Aires (Ineba), que cuenta con un servicio de medicina preventiva para empresas, destacan que las políticas de responsabilidad social corporativa deben invertir más en prevención y mejora en la calidad de los servicios médicos para el personal. “Es dispar, pero en las empresas empiezan a cuidar de la salud de sus empleados con chequeos periódicos. No hablo de la consulta en la enfermedad, sino del chequeo de alguien supuestamente sano”, destacó Horacio Vommaro, director del Área de Psiquiatría y Salud Mental de Ineba.
Otras formas de cuidado son un hábitat del trabajo más confortable; el ecoambiente y el factor humano. También influyen las relaciones dentro de la cadena de decisiones en una empresa, agregó Vommaro, quien también es presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos que realizó un estudio con jóvenes psiquiatras donde se comprobó una importante prevalencia de estrés laboral.

Madre, esposa y trabajadora: Múltiples roles de la mujer actual

 

El rol de la mujer en la sociedad ha cambiado.

Entre las modificaciones más visibles se destacan las relacionadas con el trabajo y la maternidad.

 

Cambian los tiempos, pero algunos roles permanecen

¿Cree que ha cambiado el rol social de la mujer en los últimos años?

 -% Base mujeres. Respuestas múltiples

Sí, como trabajadora

84%

Sí, como madre

71%

Sí, como esposa

1%

No, no creo que haya cambiado

2%

Fuente: D’ Alessio IROL

  • Las mujeres coinciden en que su rol en la sociedad ha cambiado.
  • El cambio en los aspectos laborales es el más visible. Sin lugar a dudas, la presencia femenina en el mercado laboral se ha incrementado fuertemente a través de los años.
  • También es significativo el porcentaje que señala un cambio en la maternidad. Algunos años atrás el tener un hijo le significaba a la mujer tener que dedicar todo su tiempo al cuidado del niño, en cambio hoy comparten el rol de madre con diversas actividades: laborales, formativas y recreativas.
  • Otro aspecto que impulsa el trabajo femenino fuera del hogar es la necesidad económica, ya que  muchas son jefas de hogar y responsables de la mantención de sus hijos.
  • Donde las encuestadas no observan cambios es el rol como esposa. Más allá de que la mujer está ganando cada vez más espacio de igualdad en la sociedad, dentro del propio hogar sigue existiendo un reparto de tareas desigual, donde los quehaceres domésticos siguen recayendo principalmente en ellas.
  • Tomar decisiones financieras y cuidar a los hijos son dos de las responsabilidades hogareñas que comenzaron a compartirse, mientras que limpiar, ocuparse de los platos y lavar la ropa siguen siendo tareas femeninas.

 

Los mandatos sociales pierden peso: muchas le dicen NO al matrimonio.

¿Está entre sus planes casarse?

 -% Base mujeres solteras

Sí, en el corto plazo

10%

Sí, como un plan futuro

30%

No, no me interesa

50%

Prefiero no contestar

10%

 

 

 

 

 

Fuente: D’Alessio IROL 

  • La mitad de las solteras no tiene actualmente interés en casarse.
  • Contrariamente al imaginario popular, ellos están más interesados en casarse que ellas(52% entre los hombres solteros contra el 40% de solteras).
    • Durante muchos años, la única opción que les ofrecía la sociedad a las mujeres era casarse, tener hijos y atender su hogar. Hoy el abanico de posibilidades se amplió y casarse ya no es el principal objetivo.
  • El motivo más importante esgrimido es que no creen en el matrimonio como institución.
  • Otro dato a destacar es que 8 de cada 10 mujeres no renunciaría a su trabajo al casarse para convertirse en un ama de casa tradicional.

 

 

Madre y trabajadora

¿En qué momento cree que debe incorporarse una mujer al trabajo después de haber tenido un hijo?

 

Inmediatamente tras la licencia de maternidad, a los tres meses

19%

No debería incorporarse hasta los seis meses del nacimiento.

38%

No antes de que el bebe haya cumplido un año

27%

No antes de que el bebe haya cumplido dos años

9%

No debería incorporarse hasta que sus hijos lleguen a la adolescencia

3%

Prefiero no responder

4%

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: D’Alessio IROL 

 

  • Los resultados demuestran que la maternidad dejó de ser un obstáculo para continuar trabajando
  • 6 de cada 10 encuestados creen que la mujer debe reincorporarse al trabajo entre los 3 meses y el año de haber tenido a su hijo. En este aspecto,  la opinión de hombres y mujeres es similar.
  • Sólo una muy pequeña minoría cree conveniente que la mujer abandone el mercado laboral hasta que sus hijos sean mayores.
  • En la actualidad la sociedad le brinda a la mujer muchas opciones que la ayudan a no tener que dedicarse en 100% a la atención de sus hijos: existen guarderías que cuidan a los niños desde pocos meses de nacido, s desde edades muy tempranas los chicos realizan diferentes actividades recreativas, artísticas o deportivas, estudian idiomas o pertenecen a algún club, todas tareas que los mantienen ocupados luego del horario escolar y más independientes de sus madres.  Sumado ello a padres y abuelas que pueden dedicar una parte de su tiempo su cuidado.

¿En qué momento cree que debe incorporarse una mujer al trabajo                                                                                       después de haber tenido un hijo?

Según si tiene personas bajo su responsabilidad en el ámbito laboral

 

Tiene personal a cargo

No tiene personal a cargo

Debería incorporarse inmediatamente después de la licencia de maternidad, a los tres meses.

61%

38%

No debería incorporarse al trabajo hasta transcurridos seis meses del nacimiento.

35%

65%

Fuente: D’Alessio IROL 

 

  • En este caso se observa una diferencia: las personas que tienen personal a cargo son las que priorizan más el ámbito laboral y opinan que las mujeres deben reincorporarse con mayor rapidez a su puesto de trabajo.

 

¿Qué ocurre con las madres que trabajan?

En estos casos toma importancia el rol que asume la pareja.

 

  • De cada 10 familias con hijos donde la madre trabaja fuera de su casa, 6 indican que los padres colaboran más con la atención de los hijos.
  • Las mujeres que se sienten menos afectadas en su trabajo son aquellas que tienen un marido que puede atender a los niños.
  • El cuidado de los hijos es una tarea que actualmente no sólo recae en el sexo femenino, sino que los padres están ocupando un rol mucho más activo que en otras épocas.

 


Mujeres  todo terreno

¿Qué cosas te parece que resuelven mejor las mujeres?

                                                                                                                                                                                                                                                                                                              Respuestas múltiples
Hacer muchas cosas a la vez

85%

Encontrar tiempo para todo

75%

Compatibilizar la vida familiar con lo laboral

74%

Tener una gran capacidad de pelear por sus hijos

68%

No amedrentarse fácilmente frente a los problemas

58%

Tener tiempo siempre para escuchar a las amigas

57%

Entender los sentimientos de los otros

56%

Tener para todo una solución o una respuesta

43%

Mostrarse de buen ánimo aún cuando tienen algún problema

37%

Estar bien arreglada siempre

30%

Otras

1%

Ninguna de las anteriores

1%

Fuente: D’Alessio IROL

 

  • Trabajadora, estudiante, madre, esposa, hija, compañera, amiga, linda y sensual. Sí, la mayoría de los encuestados destacaron la “multifuncionalidad” de la mujer.
  • La mujer ha comenzado a realizar muchas actividades nuevas, pero no por ello ha dejado de lado a aquellas que ya traía de épocas anteriores, logrando de este modo articular sus tareas laborales y proyectos personales con su rol como esposa y madre.
  • Por este motivo, la mujer de hoy debe tener una gran capacidad para administrar su tiempo y realizar varias cosas simultáneamente.

 

El estrés diario tiene cara de mujer

¿Cuán frecuentemente se siente estresado?-

Según género %

 

Hombre

Mujer

Diariamente

24%

36

Semanalmente

28%

26

Mensualmente

21%

18

Difícilmente/ Nunca

24%

15

Prefiero no responder

3%

5

 

 

 

Fuente: D’Alessio IROL

  • Ser “multifunción” tiene sus costos para las mujeres: ellas se sienten más estresadas que los hombres.
  • 4 de cada 10 mujeres – frente a 2 de cada 10 hombres consultados- se sienten agobiadas por el estrés a diario.
  • En cuanto a la proporción de personas que nunca se estresan, hay 11 puntos de diferencia entre hombres y mujeres a favor de los primeros: 80% de las mujeres sienten con regularidad el estrés, frente al 73% de los hombres.

 

 

 

 

METODOLOGÍA

Estos datos pertenecen a una recopilación de resultados de diferentes encuestas realizadas por D’Alessio IROL a mujeres argentinas. Las mismas se efectuaron entre 2011 y 2012