Diez claves para entender por qué fallan las encuestas electorales

Por Eduardo Luis D´Alessio
Presidente D´Alessio IROL

En los últimos tiempos, las encuestas (y las encuestadoras) han estado en la mira por haber errado en sus predicciones sobre los resultados de distintas votaciones.
La elección presidencial en nuestro país es un ejemplo cercano. Pero este fenómeno es mundial: el Brexit, el plebiscito de Colombia, los procesos electorales en España y en México, y la elección de Donald Trump en Estados Unidos son muestras foráneas de una misma realidad.

Existen, desde mi punto de vista, diez causas de esta situación compleja que están atravesando los sondeos electorales.

1. Modelo predictivo versus modelo descriptivo

Cómo aspecto inicial debe tenerse en cuenta que los sondeos electorales son diferentes a la mayor parte de las encuestas que describen la visión presente o pasada de los entrevistados y no una conducta futura.

Si se pregunta a una persona, a dónde fue de vacaciones el año pasado, muy probablemente lo recuerde y no tenga inconveniente en transmitirlo. Pero si por el contrario, se consulta a dónde piensa ir el año próximo, seguramente hallaremos encuestados que aún no se han decidido porque tienen varias alternativas en mente. Y otros que, aun habiendo elegido, llegado el momento podrían optar por una alternativa diferente. Por tanto, con la misma técnica, la misma muestra y el mismo tipo de análisis, uno y otro caso manifiestan un disímil nivel de confianza.

2. El fenómeno ´indecisos´

Cuando un encuestado no ofrece una respuesta positiva sobre a quién votará, tradicionalmente se lo denomina ´indecisos´. Sin embargo, es muy probable que su abstención se deba a que no se ha tomado la molestia de reflexionar sobre la elección y las posibilidades que se le presentan. Por tanto, realmente estamos ante un fenómeno de ´indiferencia´.La técnica utilizada suele encabezar las entrevistas con la pregunta “¿si las elecciones fueran hoy, a quién votaría?”. Pero las elecciones no son hoy y esto es un condicionante superlativo de las respuestas. La realidad varía sustantivamente de un día otro, en la medida en que van surgiendo elementos a favor y en contra de cada uno de los candidatos.

3. Pérdida de identificación con los partidos tradicionales


Se ha ido perdiendo, sobre todo entre los más jóvenes, el sentido de “pertenencia partidaria”.

Tradicionalmente, buena parte de los votos correspondían a individuos identificados con un determinado sector y el margen de indefinición quedaba para un grupo minoritario. Hoy, a nivel mundial, hay una tendencia al descreimiento y al desarme de los conglomerados ideológicos, lo que genera un número creciente de sujetos que fluctúan entre las distintas corrientes políticas.

4. Revolving por volatilidad

Cuando un candidato tiene un 38% de intención de voto y a la siguiente medición sube al 40%, la sensación que se genera es que ha mantenido ese 38% y ha incorporado un 2% adicional. Sin embargo, cuando se trabaja sobre paneles de encuestados, en lugar de mediciones autónomas, se logra verificar el nivel de volatilidad de la intención de voto.

La realidad es que ante un ejemplo como el citado suele suceder que del 38% de la primera medición al candidato le han quedado 34% y por otra parte se ha incorporado un 6% más. Las intenciones de votos tienen un fenómeno de volatilidad y revolving que determina la fragilidad de resultados previos. Permanentemente se producen desplazamientos y el equilibrio final está marcado por cuántos se incorporan y cuántos se pierden cada día de la semana previa a las elecciones. El caudal electoral es un ser vivo, de alto nivel de inestabilidad.

5. Estudio del discurso

La efectividad de los estudios hace que, paradójicamente, estos atenten contra sí mismos, dado que una investigación bien realizada permite a los candidatos analizar los puntos débiles propios y del oponente, y modificar sus argumentaciones de campaña para lograr un impacto más certero. Esto, combinado con la alta volatilidad, genera que se llegue a las elecciones con resultados más parecidos a un 48 /52 que a un 70/30 o 60/40 cómo muchas de las contiendas tradicionales.

La misma publicación de las encuestas tiende a influir, ya que un ´supuesto´ ganador hace que los actores propios bajen los brazos y los de la oposición acrecienten sus esfuerzos. Si se le incorpora la optatividad del voto explícita en países como Estados Unidos o Colombia, o implícita como en la Argentina, la publicación de encuestas puede influir en la cantidad de votantes, lo que potencialmente puede alterar los resultados.

6. Margen de error real superior al teórico

Para que se verifiquen los márgenes de error por cantidad de entrevistas según las tablas estadísticas, todos los individuos del universo deberían tener la misma probabilidad de aparecer en la muestra, Algo impracticable; sería como poner todos los número de DNI en un gran bolillero e ir sacando de a uno, para ir a entrevistarlos, ya sea en el extremo norte del país, en medio de la Patagonia o en la Pampa Húmeda. Esto se torna materialmente imposible. Por eso, se deben efectuar una serie de concesiones y reducciones de los niveles de confianza (por ejemplo, tomar ciudades representativas por grupo, etc.) lo cual siempre incorpora un incremento en general indefinido del margen teórico de error.

A esto se suman las crecientes limitaciones de los medios de recolección, dado que las encuestas domiciliarias son muy costosas y en algunas zonas inviables. En cuanto a las telefónicas, el uso de la línea fija está en retracción y los sistemas IVR con opciones pregrabadas no discriminan a quien responde. Y para los sondeos online aún se presentan algunas limitaciones en ciertos sectores etáreos o socioeconómicos.

7. Hasta un 15% decide su voto en las últimas 48 horas

Más aún, una parte significativa de los mismos lo hace dentro del cuarto oscuro. Todas las hipótesis que se formulen para el comportamiento de estos individuos tienen, cómo es de suponer, altos márgenes de indefinición.

8.Plazo de publicación

Las encuestas suelen estar concluidas entre 48 y 72 horas antes de su difusión mediática. Esto implica que el trabajo de campo probablemente haya sido hecho casi una semana antes de los resultados. Con el nivel de volatilidad de los votantes, más la indefinición de las últimas 48 horas, los tiempos entre los pronósticos y los resultados son demasiado amplios para que permitan una clara visión de la realidad.

9. Voto vergonzante

En algunas sociedades existe la creencia cultural de que ciertas definiciones son políticamente incorrectas, por lo que muchos entrevistados tienden a negar esas inclinaciones políticas. Hay quienes creen que en las elecciones norteamericanas se podría haber verificado este fenómeno.

10. Ética e idoneidad

Dejamos para el final un punto que se discute habitualmente y que no descarto que, en algún caso, pudiera influir: la falta de idoneidad para realizar el proceso de muestreo, entrevista, procesamiento y análisis en forma adecuada. O bien, que alguien maliciosamente modifique los resultados para beneficio personal. Confiemos este aspecto a la conciencia de cada uno. Los nueve conceptos anteriores son suficientes para demostrar que las predicciones electorales ofrecen un indicador general y que de ninguna manera pueden vaticinar con precisión los resultados de un comicio.

Se ha avanzado mucho desde el Oráculo de Delfos. Hoy, las encuestas son una herramienta para entender la realidad de los votantes en profundidad. Un analista certero, con experiencia y conocimientos sobre la materia electoral, es capaz de leer a través de ellas y comprender no solo la foto, sino también las tendencias y sus diferentes influencias motivadoras.

La investigación y la estadística llevadas adelante por equipos multidisciplinarios generan información, tal vez menos interesante que el vértigo de un pronóstico, pero mucho más útil para generar cambios acordes al sentir de los ciudadanos.

Muchos son los medios, por los cuales hoy en día la opinión pública es analizada a través de redes sociales e infinidad de comportamientos conspicuos.

No descarto que estemos ante un nuevo fenómeno en que las predicciones de comportamiento sean una realidad tangible. Por ahora habrá que esperar los cómputos finales para determinar los resultados electorales.