Finanzas y millennials: una deuda que la tecnología todavía no consigue saldar

Los jóvenes argentinos tienen herramientas para invertir al alcance de un clic, pero en su mayoría siguen siendo reacios a operar online

Nacieron antes del 2000, tienen entre 20 y 35 años, representan un tercio de la población argentina y la tecnología es protagonista de su vida cotidiana. Sin embargo, la enorme cantidad de herramientas digitales a su disposición no parece ser suficiente para arreglar los problemas que los mantienen alejados de las finanzas: solo uno de cada diez millennials realiza algún tipo de inversión, según un estudio realizado por la consultora D’Alessio IROL para LA NACION.

La generación que creció a la par de la revolución digital tiene muchas menos barreras de entrada que cualquier generación anterior, pero aun así no apuesta a los instrumentos financieros para capitalizarse. Aunque la mayoría sostienen que se debe a la falta de fondos (69%), un enorme porcentaje (46%) dice que no lo hacen por no saber cómo y otro (17%) explica que las inversiones les generan desconfianza.

Las aplicaciones y plataformas digitales que apuntan a simplificar el acceso a las inversiones se han multiplicado en los últimos años, especialmente en el mercado de las criptomonedas, pero esto parece no ser incentivo suficiente para que los jóvenes den el salto de fe. Incluso, quienes se animan a darlo eligen esquemas conservadores.

El estudio realizado por D’Alessio IROL comprobó que a la hora de invertir, la mayor parte de los jóvenes (42%) se apoya en las recomendaciones y consejos de personas de confianza, como familiares, amigos y compañeros de trabajo. El segundo medio entre los más populares para recibir asesoramiento son las plataformas de inversión online (39%), seguidas por los bancos (35%) y los agentes de bolsa (26%).

Sin embargo, al momento de concretar la inversión la tendencia se revierte. Al contrario de lo que se podría esperar de una generación hiperconectada, solo el 10% terminan el trámite a través de internet, mientras que las inversiones concretadas en el banco alcanzan el 52%, con los agentes de bolsa reteniendo un 26%. Esta modalidad híbrida entre consultas digitales y concreciones personales recuerda los primeros tiempos del comercio electrónico.

“Es un proceso parecido al que se vivió con el e-commerce. Los que vivimos la transición nos acordamos de que cuando arrancó las personas no querían poner su tarjeta de crédito en la página web, pero con el tiempo eso fue cambiando”, explica Diego Gurpegui, cofundador de Improve-in, una empresa especializada en desarrollo de software para soluciones financieras.

Una de las explicaciones posibles para este fenómeno es el enorme desconocimiento del ámbito financiero que poseen los más jóvenes. Nora D’Alessio, directora del área de investigación del Estudio D’Alessio IROL, afirma que aun entre quienes se autodenominan inversores solo dos de cada diez saben en qué y cómo invertir. Según la especialista, esta carencia de información genera falta de confianza y aversión al riesgo.

Gurpegui sostiene que lo que hace falta es mayor difusión, educación y un cambio cultural que ayude a que los jóvenes pierdan el miedo. “Esto se puede lograr a partir del diseño. Podemos hacer que las nuevas herramientas se asemejen a las aplicaciones que el usuario usa y que ya le generan seguridad. Pero romper la barrera no es suficiente. Si una persona usa una plataforma y esta luego falla, es difícil que vuelva a confiar. Por lo tanto, también hace falta robustez para mantener la confianza”, comenta.

“Las herramientas fintech son muy populares en Europa y Estados Unidos, donde hay plataformas de inversiones con tres millones de usuarios, como Acorns. Acá en la Argentina todavía estamos dando los primeros pasos”, explica Alan Mac Carthy, economista y fundador de Front, una startup que busca incentivar el ahorro en los jóvenes a partir de un esquema sencillo. “Tenemos que focalizarnos en educar y hacer la experiencia lo más simple posible. Cuanto más sencilla sea, más confianza vamos a generar en el usuario, que es quien debe tener el poder frente a la herramienta”.

En nuestro país, la desconfianza también alcanza a activos más novedosos, como las criptomonedas. En el mundo, un 30% de los millennials prefiere invertir US$1000 en bitcoins (BTC) que en bonos gubernamentales, según una encuesta realizada por el fondo Blockchain Capital. Sin embargo, los resultados del estudio realizado por D’Alessio IROL demuestran que la tendencia no se replica en la Argentina.

La encuesta realizada en nuestro país preguntó a los millennials qué harían si recibieran US$50.000, y solo un 2% de quienes se consideran inversores respondieron que estarían dispuestos a invertir en el criptoactivo más reconocido.

“Para invertir en el mundo cripto hay muchísimas herramientas digitales y muchas menos barreras regulatorias que para acceder a cualquier otro instrumento financiero. Si bien en la Argentina podés acceder a los mismos criptoactivos que en cualquier otro lugar del mundo, es un entorno muy riesgoso y eso puede disuadir a los más precavidos”, comenta Gurpegui.

Al contrario de lo que podría pensarse, los millennials no solo son tradicionales en cuanto a métodos y plataformas, sino que el tipo de inversión que realizan demuestra una enorme aversión al riesgo. Según el informe, aun quienes se autodefinen como inversores prefieren una cartera más conservadora y previsible, aun en detrimento de la rentabilidad. El 60% de los jóvenes inversores lo hacen en dólares, un 38% en plazos fijos y un 11% en bonos, dando muy poco espacio a otras alternativas más lucrativas.

“Las formas de ahorro o inversión en el país son escasas o muy desconocidas, y la educación financiera es bastante mala”, dice Santiago Bulat, economista y consultor. Además, agrega que en los últimos tiempos la tasa de interés real de las inversiones en pesos siempre fue negativa, lo que pudo haber llevado a los más jóvenes a inclinarse por opciones como los plazos fijos o el dólar, aun dejando de lado otras alternativas de ahorro relacionadas con el mercado de capitales. “Es una cultura que de a poco hay que ir cambiando”, concluye.

Los emprendedores, fondos de inversión y especialistas que componen la industria financiera más tecnológica (conocida en inglés con el nombre de fintech) no solo tienen la oportunidad de cerrar la brecha que separa a los más jóvenes de las inversiones, sino también de capturar un mercado estratégico tan vacante como lucrativo. Según D’Alessio, “quien pueda ganarse la confianza de los millennials será capaz de retenerlos como clientes”.

Publicado en La Nación el 01/08/2018