Fin del piropeador serial. Los hombres ya piensan dos veces antes de soltar un piropo

Piropo viene de “pyropus”, una piedra preciosa de color granate, intenso, similar al rubí. El rubí, justamente, simboliza el corazón y es la piedra que los hombres le regalaban a sus mujeres para gratificarlas. Hablamos de cientos de años ya, de una tradición que empezó como galantería y hoy agoniza. Según dos estudios a los que accedió Clarín, la mayoría de los hombres ya piensan dos veces antes de soltar un piropo. Y los que piropean prefieren que sea a mujeres de su círculo íntimo, con las que tiene confianza y trato cotidiano. Es una nueva era, que se ve sobre todo en las personas más jóvenes.

Cuando se analiza la encuesta de la Universidad Abierta Interamericana se advierte ese cambio generacional. En las siguientes preguntas “¿Se cuestiona antes de decir un piropo?”, “Alguna vez evita el piropo o lo reprime, por miedo a quedar catalogado como un machista o un acosador?”, “¿Evita decirle un piropo a una compañera de trabajo por miedo a ser considerado machista o acosador?”, “¿Nota que el piropo ahora está cuestionado o mal visto?”, en todos los casos, la franja de 18 a 29 años es la que tiene más porcentaje de respuestas positivas. Es decir que ese grupo pareciera mostrar una actitud más consciente sobre los piropos respecto de los hombres de 30 a 39 años, de 40 a 49 años y de 50 años o más, tal como estaba segmentado el estudio.

En la misma línea, según el estudio de D´Alessio IROL, el 50% de los encuestados mayores a 36 años admiten piropear con menos frecuencia que en otras épocas. Y el 80% de los consultados dice piropos, pero solo a mujeres con las que tiene confianza, familiares o amigas.

Un dato para los hombres: Si bien el 40% considera que los piropos son una forma de halago a la mujer, cuando se pasa de “la mujer en abstracto, a la personalización en algún integrante de su familia, solo un 9% piensa que son buenos para la autoestima femenina.

Si bien hay antecedentes respecto de la regulación de los piropos (ver “Un tango…”), en los últimos años aparecieron más iniciativas destinadas a controlar el acoso callejero, presentadas por funcionarios públicos y también motorizadas por asociaciones civiles y redes sociales.

“El acoso callejero es un tipo de violencia machista que sufrimos las mujeres desde niñas y que se encuentra muy naturalizado en nuestra sociedad”, dice Victoria Donda, que presentó un proyecto de ley en Diputados para penar el acoso callejero con multas. Ese proyecto fue asignado a las comisiones de Legislación Penal, Familia y Mujer y Legislación General. Aún no fue tratado en ninguna comisión pero tiene estado parlamentario.

Donda aporta también números de una encuesta sobre el acoso callejero: “El 70% de las encuestadas lidia con comentarios sobre su apariencia física. El 67% de las mujeres encuestadas toma rutas alternativas para sentirse seguras cuando planea salir de su casa. El 63% de las mujeres refiere salir acompañadas por un hombre, un grupo de personas o una mujer para sentirse más seguras al momento de transitar determinados espacios en la vía pública y un 59% debió soportar gestos vulgares”.

En estos días, la campaña #MiPrimerAcoso sirvió para difundir miles de casos en Latinoamérica sobre el acoso hacia la mujer. También el sitio “Acción Respeto” promueve campañas de concientización para reducir el acoso.