Chips bajo la piel

Por razones de seguridad, médicas o simplemente tecnológicas, comenzaron a implantarse en humanos. ¿Cómo pueden ser útiles?

Por Cintia Perazo  | Para LA NACION

Foto: Ilustración Eva Mastrogiulio

Existen innumerables películas y libros de ciencia ficción que fantasean, desde hace años, con minúsculos chips implantados en seres humanos. En la mayoría de estas obras el fin de estos implantes es negativo. Personas que son monitoreadas y controladas por otros seres o por el Estado, gente a la cual se le borró parte de su memoria o a la que se le manipulan sus pensamientos a través de minúsculos circuitos integrados.

Como pasa en muchos casos, la realidad termina superando a la ficción y, en la actualidad, estos chips comenzaron a utilizarse y probarse en seres humanos para temas de salud, seguridad y con fines netamente tecnológicos. En la sociedad, este tipo de tecnologías genera curiosidad y despierta tanto adeptos como detractores. Una investigación reciente realizada por la consultora D’Alessio IROL revela que 7 de cada 10 personas evaluarían la posibilidad de colocarles chips a sus hijos si fueran útiles para cuidar la salud. “Asimismo, si bien la pérdida de privacidad y el control de la tecnología sobre el cuerpo humano son los principales temores en relación con este tema, la mitad de los consultados se los aplicaría si fueran útiles para prevenir o tratar temas de salud”, agrega Nora D’Alessio, socióloga y vicepresidenta de la consultora.

El relevamiento destaca que si bien el implante de chips en personas genera fuertes temores, los temas médicos podrían ser una puerta de entrada hacia ellos. ¿Para qué puede ser útil? Esta tecnología permitiría, por ejemplo, almacenar en los chips desde información médica hasta datos de identificación, o actuar como geolocalizador a través de la tecnología GPS.

VeriChip fue el primer implante a humanos aprobado por la Food & Drug Administration de los Estados Unidos, en 2004. Se trata de un nanochip que contiene informaciones relativas a su portador humano, que le han sido grabadas y que pueden recuperarse por un sistema de identificación por radiofrecuencia (RFID).

En países donde existen muchos secuestros, como en México y Colombia, varias compañías ofrecen un servicio para implantar chips en potenciales víctimas de ese delito. Varios funcionarios y empresarios lo utilizan, implantándose chips ellos mismos o a sus familiares. ¿Cómo funciona? Las compañías de seguridad suelen inyectar con una jeringa un chip del tamaño de un grano de arroz y que está dentro de una cápsula de vidrio. Un transmisor en el chip envía una señal de radio a un receptor más grande que tiene el cliente y que cuenta con un sistema de geolocalización.

Entre estas empresas se encuentra la compañía mexicana Xega. Su solución de implante VIP (basado en VeriChip) maneja una aplicación reactiva en la cual en el momento de presentarse una emergencia, con apenas oprimir un botón en un objeto de uso diario, le permite hacer contacto con la empresa por medio de un monitoreo total que determina su ubicación en tiempo real. El chip cuesta aproximadamente 4000 dólares. El interesado debe pagar este importe más una cuota anual que ronda los 2200 dólares.

Pero a pesar de que esta compañía y otras del sector aseguran tener gran cantidad de usuarios, algunos expertos afirman que esta tecnología no es eficiente para rastrear personas. Según Justin Patton, director general del Centro de Investigación RFID de la Universidad de Arkansas, los implantes RFID (siglas de Radio Frequency Identification) en humanos están lejos de servir como un dispositivo de rastreo. Patton, que se especializa en rastreo de productos y mercancías para empresas minoristas, dice que estos implantes resultan demasiado pequeños para comunicarse con un satélite, y eso sin tomar en cuenta las barreras que la señal del implante tendría que superar como el metal, concreto de los edificios y hasta el agua del propio cuerpo humano.

EN NOMBRE DE LA SALUD

El otro gran uso de estos chips injertables es para temas que tienen que ver con la salud. Estos chips podrían servir tanto para monitorear las condiciones generales de una persona como para mejorar algún inconveniente de salud.

“Los dispositivos médicos son un buen ejemplo de que ya se utiliza ahora. De hecho, mucha gente piensa que la tecnología implantada es ciencia ficción y se olvidan de que se utilizan varios dispositivos médicos en seres humanos. Un ejemplo son los dispositivos existentes para restaurar capacidades deficientes en la gente. La tecnología se utiliza para reconstruir y mejorar a la gente sana, por ejemplo implantando chips para mejorar la memoria”, dice Mark Gasson, científico e investigador británico que participa del Grupo de Investigación Cibernética de la Universidad de Reading, Reino Unido.

Según Gasson, los fundamentos básicos de dispositivos de implantes avanzados se están desarrollando claramente, con fines médicos. “Es razonable suponer que pocas personas argumentarán en contra de este progreso porque persigue causas terapéuticas y nobles. Si bien aún estamos un poco lejos, hay una clara evidencia de que los dispositivos capaces de realizar una mejora significativa en los seres humanos se harán realidad y muy probablemente podrán ser aplicados en usos más allá de su propósito original”, agrega el científico.

Gasson es reconocido mundialmente porque el 16 de marzo de 2009 se implantó un chip RFID en la mano izquierda. El implante lo efectuó para realizar investigaciones. Junto a su equipo, Garron desarrolló una tecnología para que su chip le permitiera acceder al edificio donde trabaja. Asimismo, este desarrollo posibilita que solo él pueda utilizar su celular, ya que el dispositivo lo reconoce cuando lo sostiene con la mano izquierda. Luego de realizar una serie de experimentos para demostrar las vulnerabilidades potenciales de la tecnología implantable, en abril de 2010, el equipo de Gasson infectó con un virus el chip que el investigador tiene en su mano y mostró cómo se puede transmitir un virus de computadora de forma inalámbrica y de qué forma podría infectar un implante y luego a otros sistemas.

Pero más allá de estos desarrollos, los chips están ayudando con problemas que hasta el momento no tenían solución. Hace dos años, en Gran Bretaña doce personas que sufrían una enfermedad degenerativa que afectaba su visión pudieron volver a ver gracias a un chip que se les implantó detrás del ojo y que funciona como una retina artificial. El dispositivo, que es de tres milímetros cuadrados, fue desarrollado por la empresa alemana Retina Implant AG y funciona transformando la luz que entra por el ojo en impulsos eléctricos que son reconocidos por el cerebro. Si bien esto no permite que los pacientes puedan ver como cualquier persona, consigue que pasen de una ceguera total a poder distinguir entre la luz y la oscuridad.

CON FINES TECNOLÓGICOS

En el futuro, estos chips también podrían implantarse para evitar que sea necesario llevar identificaciones y tarjetas especiales para entrar a edificios corporativos, utilizar claves para consultar las cuentas bancarias, e incluso tener llave para entrar en las casas: acercar la mano con el chip implantado a la puerta será suficiente para que ésta se abra. Así lo creen varios expertos, como Amal Graafstra, fundador de la empresa de tecnología Dangerous Things. Él tiene dos implantes, uno en cada mano. Se injertó estos dispositivos con objeto de buscar una solución simple a un problema simple: el ingreso a su oficina. Investigó sobre soluciones biométricas, pero le resultaron demasiado caras. Además, no eran lo suficientemente fuertes como para soportar acciones vandálicas. Las tarjetas basadas en RFID le resultaron baratas y más robustas. Tomó lo mejor de los dos mundos y realizó los implantes. “Tengo un chip Xem en mi mano izquierda y uno XnT en la derecha. Los uso para encender mi motocicleta y mi auto, abrir la puerta de mi casa y loguearme con la computadora. También comparto mis datos profesionales utilizando NFC habilitado en teléfonos inteligentes que utilizan el chip XnT. Además programé mi dirección de Facebook a mi Xnt y puedo compartirlo con cualquier persona que tenga un smartphone habilitado para NFC”, resume Graafstra.

Este experto ha desarrollado el chip XnT. “Es el único chip implantable compatible con tecnología NFC en el mundo. Existe el xEM que se utiliza, comúnmente, en otras industrias, pero yo le cambié el vidrio para que sea apto para implante”, aclara Graafstra.

¿QUÉ PASA EN NUESTRO PAÍS?

Aunque localmente no hay empresas que brinden soluciones donde se implanten chips en humanos, comenzaron a surgir algunos servicios que permiten monitorear, gracias al GPS de los dispositivos móviles, la localización de los integrantes de la familia a través de ciertas aplicaciones o de herramientas desarrolladas por empresas de seguridad.

Pero a estos productos comercializados por compañías de seguridad se sumó, localmente, uno más innovador aún. Fue lanzado por Efesur y se trata de pulseras que cuentan con chip RFID. Éstas se les entregan a los adolescentes durante su viaje de egresados, en Bariloche. El sistema Efesur es una plataforma que permite acceder, a través de las pulseras, a toda la información necesaria de los egresados incluyendo ubicación permanente, ficha médica, accesos y salidas de cada lugar visitado, y hasta un sistema de control para las prendas en guardarropas de las discotecas, entre otras funciones. A través de la Web, los padres pueden saber dónde están sus hijos, los lugares que han visitado y su ubicación. Las fichas médicas de cada estudiante deben ser previamente cargadas y el personal médico autorizado podrá acceder a través de una computadora provista por Efesur con usuario y contraseña, o a través del dispositivo móvil escaneando la pulsera.

Además, la plataforma cuenta con un sistema de alertas predefinidas que envían mails automáticos a destinatarios predeterminados bajo circunstancias médicas, como aviso por enfermedades preexistentes, medicaciones necesarias o condiciones en la comida.

El sistema se basa en puntos de control o checkpoints, interconectados a través de redes inalámbricas y de fibra óptica, que acceden a los servidores alojados en la ciudad de Bariloche. Estos son los que validan la información de los pasajeros y las actividades contratadas en cada caso.

Este sistema funciona en los hoteles y las discotecas más importantes de la ciudad rionegrina. Cuenta con más de 350 mil pasajeros, acompañantes y coordinadores identificados, 10 millones de registros en los distintos checkpoints instalados, más de 30 mil fichas médicas digitalizadas y 700 casos de atención médica registrados por sistema.

En el mundo se están realizando innumerables investigaciones donde los chips prometen ser los nuevos protagonistas. “Creo que veremos muchas aplicaciones para la salud y la medicina. Éstas serán desarrolladas para el público en general, que podrá utilizar estos implantes aun si no está enfermo”, adelanta Graafstra.

¿QUÉ PIENSAN LOS ARGENTINOS?

Un estudio de la consultora D’Alessio IROL, sobre una base de 380 argentinos, refleja que en general no hay dudas de que estos desarrollos son una realidad o están muy cerca de serlo. “La primera reacción frente a la posibilidad de implantar microchips con información bajo la piel es de curiosidad. Pasada la sorpresa se generan sentimientos encontrados. El optimismo por las posibilidades de progresos, sobre todo en el campo médico, se mezcla con sensaciones de rechazo”, detalla la socióloga Nora D’Alessio.
Tres de cada diez personas evaluarían la posibilidad de utilizar chips como localizador, ante la posibilidad de ser víctimas de un secuestro. Pero sólo la mitad de los encuestados se colocaría un chip.
Entre las principales desventajas por el uso de esta tecnología, la sensación de ser controlados en forma permanente es la que aparece en primer lugar, seguida de la pérdida de privacidad y, luego, la violación a la intimidad. “Casi un 70% cree que es posible que se extienda el uso de estos dispositivos. Pero más allá de los temores, se considera que su aplicación se generalizará mayoritariamente por pedido de los mismos usuarios, y no tanto por medidas compulsivas”, explica la socióloga.
Ante la pregunta si aplicarían un chip subcutáneo a sus hijos, 7 de cada 10 personas evaluarían la posibilidad. La mitad de los consultados lo haría para monitorear cuestiones relacionadas con la salud. La mayoría lo haría para almacenar sus datos médicos. La otra razón más elegida sería para poder rastrearlo, por si se pierde o lo secuestran.